Descansen en paz

Los aldeanos observan las casas quemadas tras un incendio forestal en A Veiga de Cascalla (Orense), el 19 de julio de 2022.Miguel Riopa (AFP)

Cuando las casas se quedan vacías, siguen llenas. Sólo en la cocina hay decenas de objetos que se comunican entre sí. Hablan los platos con los vasos y los tenedores con los cuchillos y los cucharones con las cucharas. Los dueños de las viviendas se han ido, pero siguen en ellas a través de sus pertenencias. En los dormitorios, las chaquetas conversan con las camisas y la ropa interior con los pijamas. Hay un diálogo continuo entre los efectos de una casa supuestamente vacía. Las sillas mantienen su opinión frente a la de los sillones y las mesas altas la suya frente a la de las bajas. En una ...

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Cuando las casas se quedan vacías, siguen llenas. Sólo en la cocina hay decenas de objetos que se comunican entre sí. Hablan los platos con los vasos y los tenedores con los cuchillos y los cucharones con las cucharas. Los dueños de las viviendas se han ido, pero siguen en ellas a través de sus pertenencias. En los dormitorios, las chaquetas conversan con las camisas y la ropa interior con los pijamas. Hay un diálogo continuo entre los efectos de una casa supuestamente vacía. Las sillas mantienen su opinión frente a la de los sillones y las mesas altas la suya frente a la de las bajas. En una casa vacía quedan cientos o miles de cuerpos físicos que interactúan sin cesar. Hay cuadernos y libros y lápices de colores y fotos de la boda y certificados de defunción y contratos de compra o alquiler y copias de testamentos e imágenes religiosas y reproducciones de Dalí o El Greco. Hay aparadores misteriosos y dentaduras postizas y pastillas de jabón.

No sabemos lo que piensan los espejos de los cuartos de baño cuando ven que las llamas se acercan, pero sí que lo hacen con tal intensidad que estallan. Aquí avisaron de la amenaza del fuego y sus habitantes huyeron. Mientras permanecían fuera, ardieron los pantalones vaqueros dejados sobre la cama y las zapatillas de andar por casa y hasta la pelusilla acumulada debajo del sofá. Y lo que ahora vemos en la imagen es lo que quedó de la casa cuando regresaron sus dueños. La foto fue tomada en el mes de julio de este año, en una localidad de Ourense. Descansen en paz los zapatos de tacón y las sartenes y las medias de seda.

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