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Cómo el escarabajo pelotero hace rodar las boñigas siempre en línea recta y otros prodigios

Los animales tienen muy diferentes sistemas de orientación: los salmones usan el olfato y las pulgas de agua el sol y la luna

EPS 2332 CONFIDENCIAS PSICOLOGÍA
Señor Salme

Con la invención de los GPS y los navegadores, muchos viajes han perdido el encanto de perderse, o de llegar a una ciudad desconocida y tener que preguntar o parar un taxi y seguirlo (pagando la carrera, claro) para llegar al hotel. Ahora todos seguimos las indicaciones de una cálida voz y una pantalla que va diciendo “en la rotonda tome la tercera salida” o “incorpórese a la derecha”. La mayoría de urbanitas lo pasaríamos muy mal si nos dejaran en medio del campo sin un teléfono móvil con navegador. ¿Alguien sabe utilizar correctamente una brújula o un sextante? ¿U orientarse mirando al sol o a las estrellas?

Esto que nos puede parecer difícil, para algunos animales es fácil. Hay animales capaces de realizar larguísimas migraciones y de encontrar su destino o regresar a sus lugares de origen sin problemas. Esto implica que deben de tener un sistema de orientación, algo que desde siempre ha intrigado a los científicos. Después de muchos años de investigación hoy sabemos que no hay una estrategia común. Diferentes especies utilizan distintos sistemas de orientación y la misma especie puede valerse de varios en combinación. Por ejemplo, hoy sabemos que los salmones utilizan su sentido del olfato para establecer su lugar de origen y de esta manera son capaces de reconocerlo después de su migración. Gracias a una serie de ingeniosos experimentos, Arthur Hasler fue capaz de atraer a un río en concreto a salmones criados en vivero a los que había expuesto a un determinado olor en el momento de su nacimiento. Aprender esto nos ha servido para poder repoblar zonas con salmones criados en cautividad. En otros animales como las abejas y muchos pájaros se han encontrado órganos o células con material magnético, lo que sugiere que tienen algún tipo de brújula interna que utiliza el campo magnético de la tierra para orientarse. Durante mucho tiempo se pensó que las palomas empleaban este sistema, pero experimentos recientes vislumbran que esto es más complicado y que probablemente usen también señales visuales y auditivas.

Pero la cosa se puede complicar. Hay animales que habitan en entornos muy especiales con determinadas particularidades. Por ejemplo, el plancton que vive en zonas árticas tiene que desplazarse a la superficie a ciertas horas del día y hacia el fondo a otras para protegerse de los depredadores y huir de un exceso de radiación solar. Para hacer esto se guían por la luz del sol, por la de la luna y por un reloj interno. Más sorprendente resultó el estudio que realizaron los científicos Eric Warrant y Marie Dacke, entre otros, cuando trataron de contestar a la pregunta de cómo el escarabajo pelotero del parque nacional Kruger, en Su­dáfrica, consigue hacer rodar las bolas de boñiga siempre en línea recta. Esto llevó a descubrir que tiene una zona de su anatomía que es capaz de detectar luz polarizada, es decir, luz que incide en determinada orientación, por lo que utiliza el sol para guiarse. Sin embargo, por la noche el escarabajo seguía orientándose en línea recta. Se descubrió que su sistema de detección era muy sensible y no hacía falta recibir una gran intensidad de luz; también podían orientarse con la luna. Pero ¿y cuando la luna no era visible? Los escarabajos seguían siendo capaces de guiarse siempre y cuando el cielo estuviera despejado. Los días de cielo nublado los escarabajos no podían seguir trayectorias rectas. Gracias a una serie de sagaces experimentos que implicaban poner sombrero a los escarabajos y utilizar un planetario, descubrieron que los escarabajos eran capaces de orientarse siguiendo el trazado de la Vía Láctea, desconocida para los urbanitas, pero visible en zonas naturales y reconocible hasta para un insecto. Este descubrimiento que aunaba escarabajos, boñigas de vaca y astronomía les hizo merecedores de un premio antinobel. Desde entonces se ha descubierto que las pulgas de agua, unos organismos que viven en las zonas intermareales, se orientan con el sol y la luna para encontrar la zona óptima y no ahogarse o secarse. La particularidad es que la orientación solar depende del cerebro y la de la luna de las antenas. Además, hay un componente genético que les permite guiarse incluso sin puntos de referencia. Pulgas de la misma especie irán al Norte si sus antepasados nacieron en el Cantábrico o al Sur si son oriundos de Andalucía. Y por si esto fuera sorprendente, hay algunos datos que apuntan a que las focas serían capaces de reconocer estrellas y constelaciones. Por lo tanto, si alguna vez te pierdes y el GPS no tiene cobertura, sigue a algún animal.

J. M. Mulet es catedrático de Biotecnología.

La inteligencia de una colonia de hongos

La orientación y la inteligencia colectiva puede aparecer incluso en organismos que no tienen cerebro. Los hongos mucilaginosos se alimentan de glucosa. Para alimentarse, la colonia va creciendo buscando zonas donde haya fuentes de glucosa y luego distribuye este alimento por toda ella. Unos científicos realizaron un experimento que consistía en distribuir copos de avena en una superficie imitando el patrón de poblaciones de los alrededores de Tokio. Cuando la colonia de hongos crecía, adoptaba un patrón para optimizar el transporte de nutrientes que resultó similar a la red de trenes de cercanías de Tokio. Seguro que una colonia de hongos sin cerebro podría mejorar el diseño que tenemos en algunas ciudades españolas.






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