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Sara Giménez & Marta Cillán: Un brindis por todas ellas

El club social de ‘coworking’ Olimpia WomanHouse es su último proyecto; una casa de mujeres en el centro de Barcelona. Es la misma ciudad donde se encontró esta pareja, que empezó hace cuatro años en redes sociales bajo el nombre Devermut y hoy impulsa proyectos feministas y cuenta con cientos de miles de seguidores

Marta Cillán y Sara Giménez, conocidas como Devermut, en Barcelona.
Marta Cillán y Sara Giménez, conocidas como Devermut, en Barcelona.Foto Anna Huix (EPS)

Los dos perros jadean para alcanzar a sus dueñas, que llegan al 200 de la calle de Muntaner de Barcelona en patín eléctrico, con casco y pelo visiblemente mojado. Vienen de la misma casa. Hace siete años que se conocieron y empezaron una relación por la que hoy comparten vida y hogar. Hace cuatro que son Devermut en redes sociales, aunque Marta Cillán (33) no se hace responsable del seudónimo. “Me odia por el nombre”, ríe la otra mitad, Sara Giménez (28). “Nadie sabía que ese iba a ser nuestro apellido algún día”. Para entenderlo, hay que separarlo: de vermut. Ese era el clima que querían crear en su cuenta de YouTube cuando la fundaron en 2016: la intimidad del aperitivo con amigos donde circulan confesiones y preocupaciones. La intención era mostrar la diversidad del colectivo LGBT a través de testimonios de su entorno y romper con los estereotipos.

Así empezó el activismo de la pareja en el mundo influencer, que más tarde trasladaron a Instagram, donde hoy reclutan más de 600.000 seguidores. Al principio, ambas lo compaginaban con la vida que tenían antes de conocerse: Cillán era una gaditana que se mudó a Barcelona para cursar Odontología, y Giménez, una chica del Masnou que estudiaba Marketing Digital en la misma ciudad. Crecer en internet las empujó a dedicarse 100% a Devermut. “Partimos del colectivo LGBT, enfocándonos en lo que éramos nosotras: chicas lesbianas y bisexuales”, analiza Cillán. Con el tiempo viraron: la sexualidad perdió importancia a favor del género. “Las lesbianas militamos en el feminismo”, sella.

La encuesta que elaboraron sobre violencias sexuales, Que se sepa (2019), es una prueba de su compromiso. Durante una conversación con amigas, se dieron cuenta de que las cinco presentes habían sufrido algún tipo de agresión. “¿Y si lo preguntamos?”, se dijeron pensando en sus seguidoras. Más de un millón de mujeres de todo el mundo respondieron al formulario. El 52,40% de ellas se consideraba víctima de violencia sexual.

Marta Cillán y Sara Giménez, conocidas como Devermut, en su espacio de coworking Olimpia Womanhouse, en Barcelona.
Marta Cillán y Sara Giménez, conocidas como Devermut, en su espacio de coworking Olimpia Womanhouse, en Barcelona.Foto Anna Huix (EPS)

En su último proyecto, las protagonistas son las mismas: ellas. Sofía, Jessica, Lucía… Llegan a Muntaner con la ropa de deporte preparada. Es viernes y queda una hora para la clase de defensa personal en Olimpia Womanhouse, el “club social de coworking, como lo define Giménez, que abrieron a finales de 2020. La idea fundamental es fomentar la relación profesional entre mujeres. “Networking entre ellas, que no es tan obvio. Los hombres tienen el pacto de la cerveza tras la jornada laboral, ese rato que las mujeres se pierden por ir a recoger a los niños o al súper. Ellos se quedan en el bar y ahí pasan cosas”, reflexiona Cillán. “Ahí firman”, remata Giménez.

El ambiente de Olimpia Womanhouse no es el de un espacio de trabajo al uso. Cuando no hacen deporte, tienen charlas de emprendedoras y especialistas en distintas materias o club de crítica sobre temáticas feministas. Una casa de 18 mujeres —por el momento— donde, desde su apertura en diciembre, se hace tangible la relación virtual construida en redes.

La pandemia sembró la idea de crear una aplicación que reflejara la comunidad de la Olimpia física. Una agrupación virtual que recoja las tres patas que cimientan el proyecto: formativa, de cuidado y social. En ello trabaja ahora este par, sin saber muy bien cuál será la próxima parada. “Algo relativo a la mujer, seguro. ¿Pero qué?”, lanza Cillán al aire. Hacen una pausa y coinciden: “Ni idea”.

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