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Un recorrido por el Madrid andalusí: murallas, barrios y leyendas medievales

Del Museo de San Isidro a las calles de La Latina con final en la antigua atalaya de la plaza de Oriente, un paseo por la capital española siguiendo las huellas del legado musulmán

Recorrido por el Madrid andalusí
El parque Emir Mohamed I, en Madrid.Brian Kinney (Alamy / CORDON PRESS)

Madrid es la única capital europea fundada por musulmanes. Y en su lema, “Fui sobre agua edificada, mis muros de fuego son, esta es mi insignia y mi blasón”, se sugiere el origen de su nombre. “Mayrit”, en árabe, significa abundancia de agua. Se han encontrado algunos restos visigodos o romanos en la ciudad, pero ningún indicio de que aquí hubiera un asentamiento antes del año 865, cuando el emir Mohamed I ordenó la construcción de una atalaya a orillas del río Manzanares, en el mismo lugar en el que hoy se erige el Palacio Real.

En el centro de Madrid, junto a la entrada del Museo de San Isidro, donde se registran y conservan los orígenes de la ciudad, comienza un fascinante recorrido por el Madrid andalusí, ofrecido por la Fundación de Cultura Islámica y el Centro de Estudios sobre el Madrid Islámico. En el interior del museo, además de valiosas colecciones de arqueología madrileña, se encuentra el famoso Pozo del Milagro, que se extiende a una profundidad de 24 metros. La leyenda cuenta que San Isidro, el patrón de Madrid, estaba trabajando en el campo cuando su esposa, Santa María de la Cabeza, lo llamó apresuradamente porque su hijo se había caído al pozo. San Isidro oró junto al pozo y, de manera milagrosa, el nivel del agua se elevó, permitiendo así el rescate del niño.

Maqueta de las murallas de Madrid en el Museo de San Isidro.
Maqueta de las murallas de Madrid en el Museo de San Isidro.Carlos Rosillo

Saliendo del Museo de San Isidro nos adentramos en las calles de La Latina. Este icónico barrio madrileño recibe su nombre en honor a Beatriz Galindo, una humanista que fue apodada La Latina debido a su rol como profesora de Latín de Isabel I de Castilla. Sin embargo, en épocas pasadas, esta zona era conocida como La Morería, un distrito donde los musulmanes residieron después de la conquista de Madrid por Alfonso VI en el año 1085. Descendemos por la calle del Almendro, que se presenta empedrada y tranquila. Las calles de este barrio, caracterizado por sus edificios bajos, mantienen una atmósfera serena durante las mañanas. La Cava Baja, que sirve como arteria principal de La Latina y discurre paralela a la calle del Almendro, realiza una curva que sigue el trazado de la antigua muralla de la ciudad. A solo unos pasos de aquí, en el número 68 de la calle Toledo, se han descubierto 45 tumbas orientadas hacia la Meca. Gracias a la prueba del carbono-14 se sabe que las primeras tumbas datan del siglo IX. Este cementerio musulmán (o maqbara) constituye el cementerio más antiguo de la capital.

La Cava Baja, en el barrio madrileño de La Latina.
La Cava Baja, en el barrio madrileño de La Latina.D. Carreno (Alamy / CORDON PRESS)

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La ruta continúa por la calle Almendro. Un par de curvas hasta la iglesia de San Pedro el Viejo, una de las más antiguas de Madrid, que luce una imponente torre del siglo XIII. Muy cerca, en la plaza de La Paja, estaba el zoco. En las ciudades musulmanas había dos tipos de zoco: el de productos frescos (carne, frutas, verduras), que siempre estaba extramuros, y los zocos menores, cerca de las puertas de entrada, donde se comerciaba con las artesanías.

Por la calle Segovia llegamos hasta los bajos del puente Segovia. A la izquierda, estampado en un muro, se encuentra el escudo más antiguo de Madrid, que representa un oso y un madroño con siete estrellas alrededor. Este escudo tiene sus raíces en la historia de la ciudad y ha generado varias teorías sobre su origen. Una de ellas lo relaciona con los conocimientos del astrónomo Maslama Al-Mayriti, un científico de la época medieval en Europa. En el cielo de Madrid se veía con claridad la constelación de la Osa Mayor, y las siete estrellas que la conforman podrían ser las mismas del escudo. También se ha propuesto una teoría fonética que sugiere que la presencia del madroño podría deberse a la similitud entre “Madrid” y “madroño”. No obstante, el madroño es un arbusto que no prospera en la ciudad, sino más bien en sus alrededores y en la sierra de Guadarrama.

El escudo más antiguo de Madrid, el único emblema que queda del que fuera primer Ayuntamiento de Madrid y Toledo, que adorna la fachada de la Casa del Pastor, enclavada en pleno barrio de los Austrias.
El escudo más antiguo de Madrid, el único emblema que queda del que fuera primer Ayuntamiento de Madrid y Toledo, que adorna la fachada de la Casa del Pastor, enclavada en pleno barrio de los Austrias.Alvaro Garcia

Del escudo subimos al parque Emir Mohamed I, el fundador de Madrid, donde disfrutar de una de las vistas más hermosas de la ciudad. Desde aquí, se contempla la catedral de la Almudena emergiendo imponente detrás de la antigua muralla árabe, que se alza a una altura de nueve metros y se extiende por más de cien. Estos dos magníficos monumentos, construidos con un intervalo de mil años, ofrecen un hechizante vistazo de la historia de Madrid. En estas murallas tiene sus raíces la leyenda que da origen al apodo de “gatos” para sus habitantes. Cuenta la explicación más popular que cuando Alfonso VI llegó para conquistar la ciudad, uno de sus soldados, armado con una daga, escaló la muralla con tal destreza y rapidez que parecía un felino. Una vez en la cumbre, facilitó el acceso a las tropas cristianas, ganando así el honor y el sobrenombre de “gato”. Desde entonces, este animal se ha convertido en sinónimo de valentía. Hoy en día, según la tradición popular, para ser considerado un auténtico “gato” se requiere que tanto tus padres como tus cuatro abuelos hayan nacido en Madrid.

Restos de la muralla árabe en la Cuesta de la Vega, en Madrid.
Restos de la muralla árabe en la Cuesta de la Vega, en Madrid.Jaime Villanueva

Llegamos a la majestuosa plaza de Oriente. Por el acceso del parking, en el subsuelo de la ciudad, olvidada detrás de una cristalera poco cuidada, está una de las atalayas de Madrid. Se construyó a finales del siglo XI y era un puesto avanzado de vigilancia. A estas atalayas eran enviados los soldados más jóvenes o los presos que conmutaban su pena a cambio de vigilar las fronteras de Al-Andalus. No era un buen lugar para quedarse: los primeros en avistar al enemigo y los primeros en morir. Además, no estaban diseñadas para resistir ataques, sino que su propósito principal era facilitar un sistema de comunicación altamente eficiente entre ellas, el más veloz de la época. Este sistema permitía que la información se transmitiera a una velocidad de hasta 200 kilómetros por hora. Cuando se acercaba una amenaza, se encendía una hoguera en la atalaya. Durante el día, el humo resultante servía como señal de alerta para las atalayas cercanas, mientras que, por la noche, la llama ardiente cumplía esa misma función. Estratégicamente ubicadas, conformaban una cadena de comunicación, encendiendo sus montones de paja sucesivamente y generando una rápida transmisión a lo largo de la red.

Restos de la atalaya en el aparcamiento bajo la plaza de Oriente.
Restos de la atalaya en el aparcamiento bajo la plaza de Oriente.Jaime Villanueva

La atalaya de la plaza de Oriente se descubrió gracias a la construcción del aparcamiento, y se pudo conservar a pesar de que la intención era convertir este vestigio en dos o tres plazas para coches más. Esta es una de las voluntades del recorrido por el Madrid andalusí: proteger el patrimonio histórico, así como normalizar el legado musulmán, también como una manera de combatir la islamofobia.

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