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El Camino de Santiago acaba en el mar

Desde Compostela parte el Camino de Fisterra y Muxía, único de la ruta jacobea que no desemboca en la capital gallega. Un viaje al fin del mundo que atraviesa algunas de las zonas más hermosas de la legendaria Costa da Morte

El legendario Cabo Fisterra es uno de los puntos emblemáticos del Camino de Fisterra y Muxía. Recorrerlo requiere de una buena forma física.
El legendario Cabo Fisterra es uno de los puntos emblemáticos del Camino de Fisterra y Muxía. Recorrerlo requiere de una buena forma física.

A pie, en bicicleta o a caballo, recorrer el Camino de Santiago –bien del tirón o por etapas– siempre resulta una experiencia que deja huella. Además de las rutas jacobeas más concurridas y conocidas por los peregrinos, existen trazados menos mainstream. Trayectos que pasan desapercibidos para el gran público y que, lejos de ser de segundo nivel, están repletos de espléndidos tesoros culturales y de impresionantes espacios naturales. El Camino de Fisterra y Muxía es el mejor ejemplo.

De Compostela parte esta ruta que infiltra al caminante en la Costa da Morte, que hasta bien entrada la Edad Media era el último reducto de tierra conocido. Esta es una de las características del Camino de Fisterra y Muxía, el único de la ruta jacobea que no lleva a Santiago, sino que sale desde la capital de Galicia en dirección al Atlántico, en busca del antiguo finis terrae. En este itinerario hacia el oeste, los pasos desembocan en el lugar mitológico en el que termina la tierra y comienza el mar. Donde el sol desaparece detrás del océano, los antiguos romanos situaban el final del mundo. Más allá de este punto, ya no había nada. Esa creencia perduró durante siglos. Y muchos peregrinos, tras culminar su viaje a Compostela, decidían caminar unos cuantos días más, para ver de cerca cómo era ese remoto punto en el que todo terminaba. Son 89 los kilómetros que hay hasta Fisterra, y 87 a Muxía. Una vez allí, ante sus ojos se extendía el vacío, el fin.

La Asociación de Concellos do Camiño de Fisterra e Muxía, compuesta por los ayuntamientos de Ames, Cee, Corcubión, Dumbría, Fisterra, Negreira y Santiago de Compostela, trabaja para poner luz a esta ruta, tan arraigada en la historia del Camino de Santiago desde sus mismos orígenes.

La historia cultural de Muxía está íntimamente ligada con el Santuario da Virxe da Barca y a las imponentes piedras de su entorno.
La historia cultural de Muxía está íntimamente ligada con el Santuario da Virxe da Barca y a las imponentes piedras de su entorno.

Con ese fin, han lanzado la web Até o Fin (en castellano, Hasta el final), que ofrece numerosa información práctica y de utilidad para el viajero, aderezada con multitud de reseñas históricas y de testimonios de peregrinos. El proyecto cuenta con el apoyo de la Diputación de A Coruña, que se ha involucrado en esta promoción turística, y de Xacobeo, patrocinador de la página web.

Entre el mar y la leyenda

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Un total de seis etapas (Santiago-Negreira, Negreira-Olveiroa, Olveiroa-Muxía, Olveiroa-Corcubión, Corcubión-Fisterra, Fisterra-Muxía / Muxía-Fisterra) configuran el Camino de Fisterra y Muxía, que destaca por sus valores culturales, artísticos y naturales. De hecho, esta ruta concreta del Camino de Santiago es la que más aparece en la literatura de viajes. Ya en el siglo XIV, el noble de procedencia húngara George Grissapham dejó constancia por escrito de una peregrinación “al fin del mundo”, adonde se retiró como eremita.

Un total de seis etapas configuran el Camino de Fisterra y Muxía. En total, los peregrinos recorren 89 kilómetros si van hasta lo que los antiguos romanos consideraban el fin del mundo.
Un total de seis etapas configuran el Camino de Fisterra y Muxía. En total, los peregrinos recorren 89 kilómetros si van hasta lo que los antiguos romanos consideraban el fin del mundo.

La historia ha dejado poso en esta zona salpicada por las tempestades y las leyendas de la Costa da Morte, cuya belleza atrapa al caminante desde el primer minuto. Algunas paradas son obligatorias. Una de ellas nos lleva al Cabo Touriñán, el punto más occidental de Galicia. Aquí se ubica el Finis Solis, el lugar exacto en el que, entre marzo y abril, se apaga el último rayo de luz del continente europeo. O la de Praia do Rostro, donde aún se pueden ver los restos del naufragio del buque portugués Silva Gouveia.

El olor a mar y el misterio que se respira al adentrarse por estos pueblos repletos de hórreos y templos de piedra es una constante durante el viaje, que culmina con la obtención de la Fisterrá y la Muxiá. Son los certificados oficiales que acreditan que se ha peregrinado a los lugares del fin del mundo.

Vieira, el símbolo jacobeo

La gastronomía está asociada, por motivos obvios, al Camino de Santiago. Desde tiempos inmemoriales, la comida forma parte de la idiosincrasia de Galicia. Se sabe que, ya en la prehistoria, sus habitantes se alimentaban de moluscos, como demuestran los restos de estos animales hallados en yacimientos arqueológicos. De entre todos, hay uno que representa el símbolo internacional del Camino: la vieira. Los peregrinos que completaban la ruta conservaban esta concha para demostrar que habían llegado al Gran Mar, donde se ubicaba el extremo de la Tierra. El símbolo jacobeo se popularizó y se extendió por Europa. Pasó mucho tiempo hasta que la vieira se introdujo en los fogones gallegos. Lo más habitual es prepararla al horno, con o sin pan rallado, como en los platos que elabora el chef Alfonso Antelo (en la imagen). Pero tampoco hay que dejar de probarla en una empanada.

Más información: ateofin.gal

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