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Caricias de mantarraya

El cantante Xuso Jones adora el Caribe. En su tercer viaje a la zona, visitó la República Dominicana

Pablo León

Xuso Jones adora el Caribe. El cantante, que actualmente está grabando su segundo disco, eligió la República Dominicana en su tercera escapada a la zona. “Fue antes de que comenzara mi carrera musical, organicé un viaje que mezclaba ocio con compromiso”, cuenta Jones.

El cantante Xuso Jones.
El cantante Xuso Jones.

¿Cuál era el plan?

Fuimos a colaborar en la reforma de un colegio en Higüey; a trabajar, vamos. Éramos un grupo de 10, con mi hermano, mis primos y unos amigos. Estuvimos viviendo unos días como los dominicanos, no como turistas.

¿Y qué vio en la calle?

Me impactaron mucho las armerías. Hay tiendas que venden armas del mismo modo que un locutorio o un supermercado. Recorrer las calles de esa ciudad te mete de lleno en la realidad del país sin los adornos que ofrecen los hoteles a los extranjeros.

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¿Qué se puede visitar en Higüey?

Por ejemplo, la catedral de Nuestra Señora de la Altagracia. Es una de las iglesias más importantes del país. Aunque es contemporánea, fue construida en 1971 y pertenece a la corriente del neoexpresionismo dominicano. La gente la venera y realiza peregrinaciones hasta ella. Es todo un santuario caribeño. Dicen que su campanario tiene más de 40 campanas.

¿Tuvo tiempo de recorrer la isla?

Estuvimos un par de semanas trabajando y, después,otra de placer. Alquilamos varios coches y fuimos parando en diferentes pueblos. En cada lugar acabábamos conociendo a alguien y nos metíamos en algún lío.

¿Por ejemplo?

En una playa nos invitaron a tocar una mantarraya. Es la manta más grande que existe y en esa zona hay muchas. Aunque su picadura no es venenosa, sí que tiene un gran aguijón con pinta de ser muy doloroso. Es típico nadar junto a ellas y acariciarlas.

¿Accedieron?

No resistimos la tentación. La cara superior del animal es muy áspera mientras que la inferior es suave. Cuando la tocamos nos decían que nos relajáramos, pero a mí me costó un poco. No dejaba de pensar en que si el animal se estresaba, me iba a picar. “Tranquilo, hermano”, me decían.

¿Sintió el aguijonazo?

Por suerte no pasó nada, pero fue una sensación muy rara. Después de acariciarla, nos animaron a darnos un masaje con ella. ¡Imagínate!

 

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Sobre la firma

Pablo León
Periodista de EL PAÍS desde 2009. Actualmente en Internacional. Durante seis años fue redactor de Madrid, cubriendo política municipal. Antes estuvo en secciones como Reportajes, El País Semanal, El Viajero o Tentaciones. Es licenciado en Ciencias Ambientales y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Vive en Madrid y es experto en movilidad sostenible.

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