Arquitectura para ‘workaholics’: el último proyecto de Norman Foster quiere acabar con la soledad
El nuevo edificio de apartamentos del arquitecto inglés propone cocina compartida o spa para un nuevo modelo de convivencia
No hace falta un estudio para afirmar que los trabajadores que se mudan a una ciudad lejos de su familia y amigos están más expuestos que el resto a la soledad, un sentimiento que afecta al 43% de los españoles según datos del Observatorio Social de La Caixa. La soledad, para más inri, ya se considera una epidemia en el entorno laboral en grandes empresas sin necesidad de haberse trasladado de ciudad, según un informe de Harvard Business Review.
¿Y si la solución contra el aislamiento social entre los trabajadores migrantes estuviera en el diseño del edificio donde residen? El estudio de arquitectura Foster + Partners, que firma la próxima ampliación del Museo del Prado, quiere probarlo en una de sus últimas propuestas residenciales, que verá la luz en 2024 en la ciudad de Shenzhen, China.
El proyecto ha resultado ganador del concurso Qianhai Talents' Apartments y se presenta como un edificio "para talentos profesionales" cuyo estilo de vida se centra en el trabajo y, por tanto, poseen poco tiempo para establecer vínculos sociales. Dirigido específicamente al mercado de alquiler, su planteamiento de diseño es el fruto de una investigación sobre espacios de convivencia realizado por todo el mundo. El objetivo es crear un vínculo de comunidad entre sus residentes, en su mayoría solteros o alejados de sus familias por motivos profesionales.
"A medida que las prácticas laborales evolucionan también lo hacen sus patrones de vida. El sector del alquiler residencial en China es un terreno fértil para la innovación, ya que las personas se mudan [con frecuencia] a otras ciudades del país en busca de oportunidades. Por ello, el propósito de este proyecto es albergar nuevos residentes del distrito financiero de Qianhai, bien para trabajar en empresas ya existentes o para establecer sus nuevos negocios aquí", apunta Luke Fox, director del estudio británico de arquitectura y mente creativa de estos apartamentos de co-living.
Para Foster+Partners la fórmula del co-living –término anglosajón referido a formatos residenciales en los que se comparten zonas comunes– tiene su origen en la comida. "Tras un exhaustivo estudio, nos dimos cuenta de que el acto de comer –y también el de cocinar– es lo que más une a las personas. Reduce el aislamiento, construye relaciones y fomenta el sentido de pertenencia. De esta manera, se puede generar una comunidad entre un número cada vez mayor de personas que se mudan a las ciudades por trabajo", explica Luke Fox a ICON DESIGN.
Sobre el plano, la distribución es sencilla: cada apartamento dispondrá de una pequeña kitchenette o para primeras necesidades, mientras que otra gran cocina con vistas será de uso compartido para 12 unidades residenciales en tres niveles. Una cubierta de hormigón con estructura elevada –lo que se conoce como podium deck– completaría el comedor comunitario, concebido como un "lugar de tranquilidad y relajación, un corazón cultural y social para los residentes".
En lo alto del edificio, entre miradores ajardinados, se creará un club privado con gimnasio y spa, además de un espacio de co-working y uno de encuentro entre los residentes y visitantes. Aunque los datos sobre su morfología son aún desconocidos, apuntan a la construcción modular y prefabricada como la clave del proyecto, para economizar tiempo y garantizar tanto la seguridad como la calidad de la vivienda.
"El diseño se basa en un kit de piezas con componentes que se pueden reemplazar al completo durante la vida útil del edificio. De este modo, elementos como ventanas, bancos, cocinas o lavabos podrían estandarizarse en tamaño y dimensiones. Al producir estos componentes en fábricas cercanas", continúa Luke: "El diseño reduce el tiempo necesario para restaurar o reparar cualquiera de las unidades de una vivienda en un futuro".
Pedro Torrijos, arquitecto y divulgador, se muestra receloso en la puesta en marcha de este sistema de prefabricación. "En la arquitectura, al final todos estos proyectos terminan siendo prototipos. Desde los años veinte, se ha intentado poner en marcha la prefabricación y creación modular de casas para abaratar costes, pero al final cada edificio termina siendo distinto y se queda todo en un prototipo".
El diseño de Foster + Partners para Qianhai forma parte de una larga lista de casos de co-living que recuerdan en su esencia a las residencias de estudiantes. Uno de los casos más exitosos ha sido el de Tietgenkollegiet, un espacio residencial en el distrito de Ørestad de Copenhague para estudiantes menores de 30 años. Proyectado en 2005 por el estudio Lundgaard & Tranberg Architects, su estructura circular alberga 360 habitaciones de diferentes tamaños en siete niveles, con espacios compartidos en cocinas, salones y lavandería. La renta más asequible –unos 426 euros al mes– permite disfrutar de un espacio privado de 26 m2.
En la fórmula de co-living Treehouse, en Seúl (Corea del Sur), que fue preseleccionada a los premios Dezeen Award 2019, las dimensiones se reducen considerablemente. El bloque de microapartamentos de lujo diseñado por el estudio Bo-Daa en uno de los barrios más exclusivos de la ciudad, ofrece viviendas desde 16,5 m2 por una renta mensual de 1,26 millones de wons (954 euros), con espaciosas zonas comunes bajo un atrio por el que ascienden árboles en su interior. "Este tipo de fórmulas responden a un patrón clásico de marketing: en vez de ofrecernos una vivienda de 80 m2 lo hacen por la mitad, y el resto del espacio se disfruta en zonas comunes. Esto no quiere decir que su precio vaya a ser menor sino todo lo contrario, ya que lo venden con un envoltorio de lujo y diseño”, señala Torrijos.
El arquitecto no elude el interés arquitectónico que poseen estos proyectos residenciales al plantear nuevos retos y tipologías, "pero no deja de ser un medio para que el capitalismo se autorrepare cuando el suelo se encarece, especialmente en ciudades tan aglomeradas como las asiáticas". Pensadas para un momento efímero de nuestra vida –ya que, como señala, "el ser humano tiene una necesidad de privacidad y retiro"–, esta especie de apartahoteles de lujo tienen una versión más terrenal en los PAU de España, programas de actuación urbanística donde la fórmula cohabitacional se basa en la dotación de servicios y equipamientos para garantizar, en su interior, las demandas de ese nuevo barrio.
Este nuevo patrón de vivienda planteado por Foster + Partners se podría exportar a países como Estados Unidos, donde la movilidad geográfica y laboral es mucho mayor que en España. Según su oficina censal, un americano se muda a lo largo de su vida un promedio de 11 veces, frente a las cuatro de un ciudadano europeo. "China atrae a un gran número de profesionales y empresarios cualificados y respalda esta demanda al subsidiar viviendas para los talentos en diversas industrias. Sin embargo, el concepto de convivencia es universal y se puede aplicar a cualquier metrópolis global, como Nueva York o Londres", señala Fox.
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