El secreto de la flor del naranjo amargo
Participamos en la recogida de la flor del naranjo amargo en Rabat. Por cada tonelada se extrae un litro del preciado aceite de neroli, que define perfumes exquisitos.
A LAS AFUERAS de Rabat, la capital de Marruecos, se expande un campo verde y fragante. Al final de un trayecto jalonado de casas humildes y paisajes baldíos se abre una extensión de tierra donde brota la vida en forma de frondosos árboles frutales de aromas cítricos: pomelos de gruesa corteza, jugosas mandarinas y limas amarillas. Entre ellos despunta la reina del huerto, la naranja amarga. Bajo un sol que cubre la mañana con un cálido abrazo, un grupo de mujeres ataviadas para la ocasión con sombreros tradicionales, tejidos de colores brillantes y revestidos con pequeños espejos que refulgen con la luz, varean las ramas para hacer que las flores caigan sobre unos plásticos que han colocado en torno al tronco. Cada tonelada recogida se convertirá, mediante un proceso de destilación, en un kilo de neroli, un suntuoso aceite esencial que condensa los aromas del verano. Este ingrediente, sumado a otras delicias olfativas del mundo como el jengibre nigeriano, la rosa búlgara y el haba tonka americana, compone la base de Eau de Vie, un perfume de la saga Flower, lanzada por Kenzo en el año 2000.
Para obtener este líquido precioso, cuyos precios oscilan entre 3.000 y 6.000 euros el kilo, la firma de origen japonés (que pertenece al conglomerado del lujo LVMH) ha recurrido a Les Arômes du Maroc, una empresa dedicada a la creación de esencias que tiene en este exuberante terreno de Rabat su laboratorio para la investigación y el desarrollo. La autoría de este perfume dulce y embriagador lleva una firma a seis manos: las de las narices francesas Marie Salamagne y Fabrice Pellegrin y el español Alberto Morillas, uno de los perfumistas más reputados del mundo. “Cuando un proyecto es grande, está bien poder contar con una visión alternativa”, afirma Salamagne, la única integrante del grupo que ha podido desplazarse hasta Marruecos. “Al trabajar con otras personas, redescubres el trabajo del perfumista, porque siempre aprendes nuevos trucos”.
Cada uno con su particular sensibilidad olfativa, los tres creativos coincidieron en fundamentar su propuesta para Eau de Vie en el neroli, que se popularizó en el siglo XVII a partir de la figura de la noble francesa Anne-Marie de la Trémoille, princesa de Nerola y amante de Luis XIV de Francia, que acostumbraba a rociarse unas gotas de este aceite en los guantes, lo que dejaba obnubilado a todo aquel que le besaba la mano.
La flor del naranjo transporta a Morillas a su Andalucía natal: “A esos paisajes reconfortantes que forman parte de mí”. Para Salamagne, este ingrediente aporta un toque “de placer inmediato, de verdadera luz. La flor del naranjo claramente transmite una joie de vivre [alegría de vivir], una brillantez que se intensifica con los acentos del jengibre. Esa noción de felicidad también se expresa en la faceta reconfortante de las notas: la mezcla de la flor de naranjo con almizcle y haba tonka crea un acorde regresivo, confortable y suave”.
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