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“Un minuto en un hospital es complicado. Imagina seis meses sin saber qué le ocurrirá a tu hijo”

Varias familias de Málaga recuerdan el nacimiento de sus hijos prematuros para celebrar la vida y dar las gracias a los profesionales que les ayudaron.

Cintia Mena y Eduardo Guinea con su pequeño en el Hospital de Málaga.
Cintia Mena y Eduardo Guinea con su pequeño en el Hospital de Málaga.Nacho Sánchez

Cuando Bruno nació, sus padres no le esperaban tan pronto. Tenía 26 semanas y pesaba 800 gramos. Cabía en la palma de la mano de su padre, Gabriel García. “Te asustas mucho”, asegura. “Una cosa así te rompe los esquemas”, dice Raquel Barrientos, madre del pequeño, al que no pudo ver sin respiradores ni cables hasta un mes y medio después del nacimiento. “Confías en que el embarazo vaya con cierta normalidad y, de repente, estás tres meses en un hospital mientras tu hijo lucha entre la vida y la muerte”, destaca la mujer. Ambos recuerdan las maratonianas jornadas día tras día. Llegaban a las 8 de la mañana para el primer biberón y se iban casi a medianoche. Así estuvieron tres meses. Hoy, Bruno es “un personaje” que gatea con rapidez y no para quieto bajo la mirada feliz de sus padres.

Esta familia malagueña fue una de las que quiso acudir el viernes pasado al Hospital Materno Infantil de Málaga para conmemorar el Día Mundial del Prematuro, que se celebraba este pasado domingo. En el salón de actos del centro hospitalario se reunieron cerca de medio centenar de padres y madres orgullosas de sus pequeños y pequeñas. Querían lanzar un mensaje a quienes hoy, como ellos antes, tienen en alma en vilo mientras sus hijos se encuentran en la Unidad de Neonatología. “Los niños son más fuertes que nosotros”, remarca Raquel Barrientos. Lo demostró su hijo Bruno, pero también los muchos bebés que acompañaron a sus padres al emotivo evento. Desde Leo, que nació con 24 semanas y 550 gramos hasta Daniela, con 30 semanas y 860 gramos. Más allá, Iván, Ángela, Claudia, Juana, Noah… Un vídeo con sus historias puso el tono festivo a la tarde.

Cuando nace un bebé prematuro también nacen unos padres prematuros. No esperan eso y no están preparados para ello. Pero deben estar tranquilos, ser conscientes de que el camino es largo y quedarse con un mensaje: de aquí se sale”, dice Enrique Salguero, jefe del Servicio de Neonatología del Hospital Materno Infantil de Málaga, donde este año han nacido 119 bebés con menos de 1.500 gramos, 50 de ellos por debajo del kilo, según los datos ofrecidos por la Junta de Andalucía. En España el 7 por ciento de niños nacen prematuros, aunque en este hospital la cifra asciende al 13 por ciento debido a que hasta él se derivan numerosos embarazos de riesgo.

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“Yo pesaba casi lo que un paquete de arroz”, dice entre risas Clara Rodríguez, que nació el 6 de octubre de 2006 tras 26 semanas de gestación y un peso de 800 gramos. Estuvo ingresada 77 días. Hoy tiene 13 años y quiere ser directora de cine. Su enorme desparpajo le sirvió para presentar el acto junto al personal del hospital. Entre el público estaban los padres de Clara, Damián Rodríguez y Mónica Hernández. “El paso del tiempo no borra aquellos malos recuerdos, pero hay que ser positivos, pensar en el hoy: cada mínimo paso que se avanza es una noticia a celebrar”, relata la madre. Como ella, ninguna de las familias tiene buen recuerdo de la experiencia vivida. Cuentan que es un tiempo de dudas, falta de sueño y miedo. El mismo que están viviendo las madres y padres que tienen a sus hijos aún en la Unidad de Neonatología y que se acercaron a escuchar a quienes han pasado por ahí.

Es que es un tiempo muy duro”, rememoran Eduardo y Laura, que tuvieron a Martina y Eduardo con apenas 24 semanas de gestación. Ella pesó 500 gramos. Él, 560. Su cuerpo aún estaba inmaduro. Sus pulmones y corazón, a medio hacer. La incertidumbre llenó las vidas de sus padres. Cada noche deseaban que no sonara el teléfono porque eso suponía malas noticias. Cada mañana, el pasillo hasta donde estaban sus peques se les hacía eterno. “No sabías qué te ibas a encontrar”, subrayan. “Es un tiempo terrible”, insiste Cintia Mena. “Un minuto en un hospital es complicado: imagina seis meses sin saber qué ocurrirá a tu hijo en cada momento”, añade la mujer que, junto a su pareja, Eduardo Guinea, se apoyaba constantemente en los profesionales del hospital. “Los de la Unidad de Neonatología sobre todo, pero también cirugía, digestivo, oftalmología… su labor fue espectacular”, aseguran. Su pequeño, Jorge Guinea Mena, nació el 12 de diciembre de 2017. Hoy va camino de los dos años con una sonrisa que le llega de oreja a oreja y una mirada viva bajo unas bonitas gafas azules.

Familias con hijos prematuros en el Hospital de Málaga.
Familias con hijos prematuros en el Hospital de Málaga.Nacho Sánchez

La Unidad de Neonatología del Hospital Regional de Málaga trata a bebes que nacen a partir del límite de viabilidad de una gestación, es decir, 23 semanas. Según los estándares marcados por la Sociedad Estatal de Neonatología, este centro tiene el nivel máximo de complejidad asistencial: tratan a cualquier niño o niña, contando siempre con el apoyo de la UCI de pediatría. Aunque da servicio principalmente a la provincia de Málaga, también llegan hasta sus instalaciones peques del resto de provincias andaluzas, Ceuta, Melilla y el norte de Marruecos. En 2014 y 2017 (último dato disponible en la base de datos Sen-1500) ha sido la unidad con mayor número de recién nacidos con menos de 1.500 gramos de todo el país.

“Es cierto que hay algunos casos en los que los niños o niñas no superan las dificultades, pero lo que siempre decimos a los padres es que esto es una lucha día a día. No podemos saber cómo será la situación dentro de un mes o dos años, hay que ir día a día”, destaca el jefe de la Unidad, Enrique Salguero. Bien lo sabe Mavi Tomé, cuya hijo nació con 29 semanas y 1,4 kilos de peso. El bebé pasó 59 días ingresado. “No fue bonito ni es algo que le desee a ninguna madre”, asegura, “pero nadie debe culparse por ello, son cosas que pasan”, destaca al tiempo que recalca: “Nuestros hijos son superhéroes”.

Hay que tomárselo como una escuela de padres, como un tiempo en el que aprender muchísimo. Entre otras cosas, a relativizar los problemas por los que nos preocupamos en el día a día y a saber que los profesionales trabajan lo mejor posible por nuestros hijos”, añade. La experiencia le marcó tanto que ha decidido escribir 20 de enero, libro en el que relata la historia de su hijo y el de sus compañeros de viaje y que publicará el próximo año.

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