La reinvención de Nacho Vidal
El actor de cine porno cambia de registro tras confesar que padece el síndrome de Reiter y sentirse acosado por un falso positivo en VIH
Los atributos de Nacho Vidal son de sobra conocidos. En el mundo del porno, donde ha desarrollado una carrera de 25 años, posee una marca internacional, al nivel de su homólogo Rocco Siffredi. Fuera de él, su nombre lleva dando brincos por diferentes pantallas y medios de comunicación desde hace tiempo. En 2006 formó parte de la película (convencional) Va a ser que nadie es perfecto, de Joaquín Oristrell; en 2012 apareció entre los negocios turbios de Gao Ping y la mafia china, acusado de blanqueo de dinero, y en 2015 participó en el reality Supervivientes, donde quedó en segunda posición.
Pero en los últimos meses su vida ha cambiado. 2019 está siendo un año turbulento. En febrero se propagó el rumor de que estaba contagiado de VIH (el virus causante del sida). La industria se paralizó temporalmente y no dejaron de alzarse voces opinando a destajo. Él guardó silencio. Incluso durante el estreno, en junio, del documental Me llamo Violeta, sobre su hija transexual. Hasta ahora. En pleno verano, Nacho Vidal ha abierto su propio canal de YouTube. En él pretende contar todo lo que jamás le preguntaron. También utilizarlo como megáfono de su “reinvención”, explicando sus proyectos o desgranando el reverso oculto de la industria del cine para adultos.
Quiere dejar de ser Nacho Vidal para ser Ignacio Jordá. Dejar de ser “un personaje” para volver a ser “la persona” que nació en Mataró (Barcelona) hace 45 años. Y entregarse a iniciativas que asombren, que eduquen o, sobre todo, que le apetezcan. Dos golpes vitales recientes son los principales responsables de este viraje. Uno, ese presunto contagio de VIH que salió a la palestra y le noqueó a él y a su familia. Otro, la dolencia real tras el escándalo: el síndrome de Reiter, que le dejó dos semanas sin dormir y cuatro meses “encerrado”. Una afección que se puede desarrollar por enfermedades de transmisión sexual como la clamidia o la gonorrea, que causa problemas oculares, artritis reactiva y uretritis. Y fue lo que contribuyó a dar un “falso positivo” en las pruebas del VIH, según ha afirmado Vidal.
“A mí me da igual lo que me digan, incluso si dejan de comprar mis productos por creer que tengo sida o acosan a un seguidor por tener una foto conmigo”, comenta el actor por teléfono desde Valencia, donde aterrizó hace dos días después de una temporada en Colombia. “Doy la cara por mis amigos, por mi familia y porque a mí, a nivel profesional, me estaba afectando. Y la doy en un sitio donde nadie me coacciona ni me debo a lo políticamente correcto y donde el que quiera lo puede ver”, dice sobre su decisión de entrar en el universo youtuber. “Además, me han acusado de estar esperando a que me pagaran en algún medio de comunicación por hablar. ¡Pues ahora lo hago gratis y me da igual que tenga una reproducción o dos millones!”.
“Se ha dicho decenas de veces que tenía sida, pero en esta ocasión ha sido diferente. Ha sido como el fin del mundo, lo nunca visto”, afirma. Su versión sobre este incidente la ha hecho pública en dos entregas. La semana pasada narró cómo se gestó el bulo y quién le dio eco, manifestando que él avisó “a las personas implicadas desde el minuto cero”. Este martes culminó el relato con la revelación de que sufre síndrome de Reiter y de que abandonaba las grabaciones eróticas, delante y detrás de los focos.
“No tiene nada que ver la pornografía de antes con la de ahora. No hay pasión, no hay energía. Todo es mecánico, frío”, reflexiona. “Ha cambiado completamente: ya los actores ni se miran a los ojos. No hay realidad. Es mentira, fingido”, continúa. Nacho Vidal cree que el gremio en el que ha estado inmerso es un reflejo de la sociedad y quiere que la gente “despierte”. “Tienes que tener la cabeza muy amueblada para no suicidarte, porque hay un acoso muy heavy”, sintetiza.
Para él, la terapia se la ha proporcionado una plataforma de Internet y no un diván: “No hay nada mejor que rajar frente a una cámara”. De este proceso ha salido reforzado y cambiado: “Con la medicación que tomo, tengo la libido de un señor de 105 años, pero no hay mañana que no agradezca la enfermedad, porque me he dado cuenta de que lo único importante es la salud”, apunta, enumerando las actividades en las que está inmerso: una serie de Netflix, un documental y varias webs para voyeurs. “Ha llegado el momento de que deje de hacer el trabajo sucio para que los demás se ganen la vida”, concluye, como frase final para apaciguar la tormenta de los últimos meses.
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