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Un viaje en el tiempo: Nueva Orleans, 1988 Un paseo por la ciudad del jazz décadas antes de ser destruida en 2005 por el huracán Katrina. Después de Nueva York, Río de Janeiro y Shanghái viajamos con Francisco Ontañón (1930-2008) recuperando imágenes nunca antes digitalizadas o que, publicadas en nuestras páginas en papel, permanecían inéditas en Internet Una pareja baila en la calle Bourbon de Nueva Orleans, en este reportaje de Francisco Ontañón (Barcelona, 1930 – Madrid, 2008), uno de los maestros de la fotografía en España. Huérfano desde niño (su padre muere en la Batalla del Ebro y su madre, poco después de finalizar la Guerra Civil), tuvo que ponerse a trabajar desde chaval y se convirtió en fotógrafo de manera autodidacta. En 1985 comenzó a publicar sus reportajes en EL PAÍS, a cuya plantilla se incorporó dos años después. En 1988, realizó una serie de viajes alrededor del mundo, al que pertenece esta serie. Francisco Ontañón El barco turístico ‘Cajun Queen’ zarpa desde el muelle de Nueva Orleans. A principios del siglo XX estos buques a palas, que habían tenido tanto éxito en la navegación fluvial, fueron sustituidos por los de hélice sumergida. El ‘Cajun Queen’ fue construido en 1987 como una réplica de aquellos barcos para servir como atracción turística. Francisco Ontañón Un viejo músico toca una batería hecha con botes de pintura. Suele decirse que Nueva Orleans es la cuna del jazz, fruto de la mezcla de los ritmos africanos, los cantos espirituales negros y la música europea. Francisco Ontañón Un grupo de bailarines hace una demostración de 'breakdance' para los turistas. Todo el año pueden encontrarse en las calles de Nueva Orleans, especialmente en el barrio Francés, pero cuando la ciudad muestra su espíritu es con el carnaval. El Mardi Gras, el Martes de Carnaval, víspera del Miércoles de Ceniza, es el día grande con desfiles de carrozas desde las que se lanzan collares de cuentas de colores. Francisco Ontañón Un pequeño componente de una orquesta callejera. Francisco Ontañón Banderas del arcoíris en el balcón del Bourbon Pub Parade, en la esquina de las calles Saint Anne y Bourbon, en el barrio Francés, en 1988. Desde su inauguración en 1974, este local es uno de los más conocidos de la comunidad LGTB de Nueva Orleans. Francisco Ontañón Las Creole Townhouse son un tipo de edificios que han pasado a ser uno de los elementos distintivos de Nueva Orleans. Situadas en el barrio Francés y el vecino Faubourg Marigny muestran en sus balcones de hierro y sus fachadas de ladrillo la influencia de la colonización española y francesa. Solo unos pocos de los inmuebles originales (unos 25) sobrevivieron a los grandes incendios de 1788 y 1794 y a la influencia anglosajona. La mayoría de los que se pueden ver actualmente fueron construidos en la primera mitad del siglo XIX, sobre todo en la década de 1820, en la que Nueva Orleans vivió una época de esplendor. Francisco Ontañón Una escena callejera que parece sacada ‘Treme’, la serie de televisión que retrataba la lucha de un grupo de habitantes de Nueva Orleans por recuperar su vida tras el paso del huracán Katrina (2005). El músico Antoine Batiste (aunque este el tocaba el trombón), interpretado por el actor Wendell Pierce en la ficción, gorroneando un viaje en coche para actuar con su banda, Los Apóstoles del Soul. Francisco Ontañón Charlot, un mimo callejero, posa con una turista en una calle del barrio Francés. La ciudad, conocida como The Big Easy por su forma relajada de entender la vida, y The Crescent City por su forma de media luna, fue fundada por colonos franceses en 1718 y en 1763 cedida a España, país al que perteneció hasta 1801. Volvió a ser francesa hasta 1803 cuando pasó a Estados Unidos. A esta multiculturalidad, hay que añadirle la llegada de los acadios, los habitantes de la América francesa atlántica (la Acadia) que hablaban su propia lengua, el francés cajún, y la de los esclavos africanos para las ricas plantaciones de algodón de la zona. Francisco Ontañón Una banda de música toca en una calle del barrio Francés. El lema no oficial de la ciudad, 'Laissez les bons rouler' ("Dejemos que sigan los buenos tiempos") da idea de la mentalidad de la ciudad, abierta y relajada, que se ha convertido en el escenario de numerosas obras de la literatura, el cine y la televisión. Desde 'Tiana y el sapo', la película de Disney, hasta 'Entrevista con el vampiro', la novela de Anne Rice, hasta 'Un tranvía llamado deseo', de Tennesse Williams o 'El corazón del ángel' de Alan Parker. Francisco Ontañón Pesca en el Misisipi. Los niños están muy presentes en la obra de Ontañón y sus preferidos, los trabajadores, los que ayudan a sacar adelante a la familia (algo de lo que él sabía mucho). Francisco Ontañón Unos clientes en el mostrador de una tienda de licores. Nueva Orleans es una de las ciudades más tolerantes con el consumo de alcohol en sus calles y con los horarios de sus locales, que en el barrio Francés, pueden llegar a estar abiertos las 24 horas del día. Es legal beber en la calle, algo prohibido en muchos lugares de Estados Unidos. Francisco Ontañón Un músico por la calle. Francisco Ontañón Una pareja, en una de las mesas del Desiré Oyster Bar en la calle Bourbon. Nueva Orleans es conocida por su rica gastronomía basada en la ‘santísima trinidad’: cebolla, pimiento morrón y apio. La cocina cajún (más rústica), la criolla (más aristocrática y adinerada) más las influencias españolas (sobre todo canaria), italianas y griegas hacen de Nueva Orleans un lugar singular en el panorama gastronómico de Estados Unidos. Francisco Ontañón Ambiente en un mercadillo de Nueva Orleans, en 1988. Unos años más tarde, el 23 de agosto de 2005 la ciudad sufriría la mayor tragedia de su historia: el huracán Katrina. Situada entre el río Misisipi y el lago Pontchartian, quedó inundada debido al colapso del sistema de diques que la protegía (muchas zonas están por debajo del nivel del mar), mientras los vientos huracanados soplaron durante horas. El 80% de la ciudad quedó inundada durante semanas. La mayor parte de la población fue evacuada. Aun así murieron más de 1.800 personas. Francisco Ontañón Los componentes de una ‘brass band’ tocan en el muelle para los pasajeros que esperan para hacer una excursión en un barco de palas. Estas bandas callejeras, muy habituales en las calles (y en los funerales) de Nueva Orleans, tocaban en sus inicios una fusión de la música negra traída por los esclavos africanos y la de las bandas militares de tradición europea que fue fundamental en el nacimiento del jazz. Francisco Ontañón Un pintor callejero en Jackson Square. En esta plaza, construida siguiendo el modelo de la plaza de los Vosgos de París, tuvo lugar la histórica compra de Luisiana. En 1803, el primer cónsul Napoleón Bonaparte (lo de emperador no vino hasta un año más tarde) vendió a Estados Unidos los territorios franceses que estaba a punto de perder ante los ingleses. 2.114.476 kilómetros cuadrados por un precio de 15 millones de dólares Francisco Ontañón Un doberman con gafas de sol junto a un carrito de perritos calientes Lucky Dogs. Creados en 1947 por Steve Loyacano, los carritos de Lucky Dogs (con forma de perrito caliente y dos metros de largo) se han convertido en un icono de la ciudad y los únicos con permiso para vender en las calles del barrio Francés. En ‘La conjura de los necios’, la novela de John Kennedy Toole, un éxito tras su publicación póstuma, el protagonista Ignatius J. Reilly trabaja como vendedor con uno de estos carritos (en la novela con el nombre de Paradise Vendors) en el barrio Francés de Nueva Orleans. Francisco Ontañón En 1988 era una tienda de carteles y fotografías de jazz. Esta esquina de calle Royal y el callejón Pere Antoine es desde 1989 la sede de la galería del artista George Rodrigue (1944, 2013, sí Rodrigue, tal cual), conocido por sus series del ‘Blue dog’, personaje de una historia de fantasmas de la ciudad. Cuando el huracán Katrina le obligó a mudarse a Lafayette, Rodrigue sumergió su perro azul y una bandera norteamericana en una icónica creación artística cuyos beneficios dono a la Cruz Roja. Francisco Ontañón