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El latido Nu Kigali: así es la música ‘underground’ de Ruanda

Una vibrante ola de artistas ruandeses despierta de nuevo el ritmo musical del país africano con una valiente mirada hacia a sus raíces

Mike Kayihura, en una actuación.
Mike Kayihura, en una actuación.Facebook
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En Ruanda mirar al pasado sigue siendo un pulso entre el dolor y la memoria. Veinticinco años después, las heridas del genocidio aún sangran y son muchos a quienes todavía les pesa demasiado el dolor del recuerdo. Recuperar lo que un día latió en la cultura y la identidad de este país requiere tiempo y un buen bálsamo de juventud. Dos antídotos que en los últimos años han logrado que las nuevas generaciones ruandesas empiecen a trazar los caminos hacia la reconciliación del presente y el pasado.

La música es una de las vías de rescate. Desde hace unos años, una nueva filosofía creativa conocida en Ruanda como Nu Kigali (nuevo Kigali) está despertando en el país africano, configurando una floreciente escena cultural. Su objetivo es reivindicar la memoria artística de Ruanda y reinventar los espacios del arte. Desde la capital ruandesa de la que toma nombre este movimiento, creadores de diversas disciplinas, como la fotografía, la escritura, el diseño o la música colaboran para preservar el pasado y crear una nueva era artística.

El camino de vuelta de muchos de los que un día se vieron arrastrados al exilio está ayudando a recuperar la efervescencia musical que quedó silenciada en 1994. Desde Europa o desde Estados Unidos, estos artistas de las diásporas se nutrieron de las tendencias actuales en sus países de acogida, pero están demostrando que jamás dieron la espalda a sus raíces.

El cantante Corneille tenía 16 años cuando su familia fue masacrada por soldados del Frente Patriótico Ruandés (FPR), en pleno genocidio tutsi. En Parce qu'on vient de loin, su primer álbum, publicado en Canadá en 2002, sus letras recogen un sentimiento que se repite en muchos de estos artistas, el del dolor del recuerdo y la perdida de sus orígenes en el exilio: “Cuántas veces nos tocó el fin del mundo (oh) / Así que vivimos todos los días como el último / Porque venimos de lejos”. Son las mismas marcas que quedaron en Cécile Kayirebwa, la representante más conocida de la música tradicional ruandesa. Asentada en Bruselas, lleva años reivindicando la herencia sonora de su país natal a través de canciones que enraízan los rituales y danzas ikinimba o inhore para rescatar las sonoridades precoloniales de su país. También mantiene vivo el legado la cantante estadounidense de sangre ruandesa Somi Kakoma, una panafricanista que hace unos años puso en marcha el proyecto New Africa Live para el desarrollo artístico de nuevos talentos en África.

El empeño de quienes un día tuvieron que dejar atrás su país se resume en una frase: "No olvides nunca de dónde vienes". La pronuncia el personaje de la premiada novela Pequeño país escrita por el rapero Gaël Faye y en la que el artista plasmó su realidad. Hijo de madre ruandesa, con tan solo 13 años su familia materna fue exterminada y su única vía también acabó siendo el exilio en Francia. Desde allí, Faye logró mantener el pulso de la memoria también a través de la música. “Recordando mi vida antes de la guerra / Para recordarme mis sentimientos sin repatriación / Pequeño país / Te envío esta postal”, canta en Petit pays de su primer álbum, Pili Pili Sur Un Croissant Au Beur (2013).

Gaël Faye acabaría regresando a Kigali. La capital se ha convertido en un punto de encuentro entre quienes se marcharon y quienes se quedaron en Ruanda. Los referentes exiliados han ido recuperando la efervescencia musical del país. De esta forma, ese renacer se apoya también en jóvenes emergentes que se quedaron en Ruanda, como la rapera Angell Mutoni, que el año pasado presentó su estreno con el EP Seedling (2018). Ejemplo de la esencia Nu Kigali, esta joven de 25 años compone sus canciones en inglés y kinyaruanda (principal lengua de Ruanda) y se sirvió de las redes sociales para darse a conocer internacionalmente. Lugar de creación y encuentro, Internet ha desempeñado un papel crucial en el fenómeno Nu Kigali, fomentando las colaboraciones interdisciplinares y musicales.

La capital se ha convertido en un punto de encuentro entre quienes se marcharon y quienes se quedaron en Ruanda. Los referentes exiliados han ido recuperando la efervescencia musical del país

Uno de los nexos es el pianista ruandés Mike Kayihura, un brillante compositor que acaba publicar su primer álbum Barely Mixed este mes de abril. Un trabajo para el que este joven de 26 años se ha inspirado en primigenias formas musicales ruandesas. Junto a él han unido sus voces Mutoni o la cantante de soul Mucyo, que regresó de Londres en 2017 para desarrollar su música en su país natal. Ahora, tras debutar con Blur (2018), presenta su segundo EP Free (2019), al que también se une el piano de Kayihura.

Entre tanta efervescencia artística, un acontecimiento también clave: la primera edición del KigaliUp! Festival en 2011. Siguiendo los pasos de lo que ya empezó a hacerse un año antes con el encuentro Blanket & Wine, esta cita ha servido para exponer la creatividad y diversidad artística de la región. Ruanda entraba así en el mapa de festivales y ofrecía a sus artistas la posibilidad de mostrar su música en su propio país.

Como filosofía o como escena creativa, el Nu Kigali está consiguiendo dar impulso a los discursos más optimistas sobre Ruanda. Un país que se despierta con la música y que comienza a recuperar el camino hacia su propio futuro.

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