_
_
_
_
_
PÍLDORA | LECTURA EN MENOS DE UN MINUTO

Por qué las chanclas no son un buen calzado para los 'runners'

Desde el Colegio Oficial de Podología de la Comunidad de Madrid explican los daños que pueden causar, y cómo ponernos este calzado veraniego de forma segura

Con la llegada del calor, muchos guardamos en cajas y maletas las prendas del invierno. Abrigos, chaquetas, jerséis y camisetas de manga larga salen de los armarios para abrir paso a tejidos más frescos y a ropa con menos tela. Lo mismo ocurre con los zapatos: de las botas pasamos a usar zapatillas, sandalias y chanclas. Pero ten cuidado si eres un aficionado a correr; el último tipo de calzado, por cómodo que resulte, puede provocar lesiones en distintos músculos, sobre todo aquellos implicados en el running.

"Las botas y el calzado cerrado tienen mejor sujeción, y suelen tener más altura en la parte del talón con respecto a la delantera del zapato, mientras las chanclas y muchos modelos de sandalias son planas", explica Juan Carlos Montero Arroyo, vocal de Comunicación, Publicidad y Redes del Colegio Oficial de Podología de la Comunidad de Madrid (COPOMA). El problema, dice este experto, es que el cambio de un tipo de calzado al otro suele ser repentino y no dejamos que nuestros pies se adapten.

A pesar de que "nuestros pies estén hechos para caminar descalzos, el hecho de bajar la altura de los zapatos de un día para otro hace que los músculos que colaboran en la marcha de nuestro cuerpo cambien de posición y tengan que trabajar más para adaptarse al zapato plano", continúa Montero Arroyo.

En especial se ven afectadas dos zonas. "La lesión estrella es la fascitis plantar", asegura el experto, quien explica que se trata de una dolencia que ocurre en el tejido fibroso de la fascia plantar, "una zona musculotendinosa que tenemos en la planta del pie". También se ven afectados los músculos de la parte posterior del pie y de la pierna, como el talón de Aquiles. Es una zona que utilizamos al correr y que, "al estar sobrecargada, es más fácil que ocurra una tendinitis y una inflamación".

Estas molestias, que pueden fastidiar mucho más que nuestros entrenamientos —"sobre todo si tenemos trabajos que impliquen estar de pie y caminar, como los camareros", avisa Montero Arroyo—, pueden evitarse siguiendo un simple consejo. "Lo ideal es reducir de forma gradual la altura del calzado, pero no siempre es posible. Así que, lo que podemos hacer es usar el zapato de verano solo durante un rato al día (en torno a una media hora) durante unas dos o tres semanas para que el pie pueda adaptarse", recomienda el vocal del COPOMA.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_