Ciudadana Malú
La cantante cumple seis meses lejos de los escenarios por una lesión en el pie mientras lucha por blindar su vida
Malú tiene fama de antipática pero su círculo más íntimo de amigos, en el que están Pablo Alborán, Pablo López, Antonio Orozco y Alejandro Sanz, asegura que no lo es, que es alegre y muy divertida. Pero esa extroversión solo la muestra cuando está con los suyos, en confianza. En la calle se esconde. Huye de la atención mediática. No le gusta que se hable de ella salvo por su música, a la que lleva dedicada 20 de sus 37 años. Pero de un tiempo a esta parte la tarea le resulta cada vez más difícil: su relación con el líder de Ciudadanos Albert Rivera la ha colocado en primera fila. Media docena de paparazis siguen cada jornada sus pasos. Unos días de vacaciones en Troia (Portugal) con su nueva pareja han sido objeto de horas y horas de televisión y todo porque alguien aseguró tener unas fotos de la cantante y el político. Unas imágenes que, de existir, no han salido a la luz pero que en el mercado ya se cotizan a 80.000 euros, según fuentes del sector.
Malú sonríe cuando le preguntan por Rivera, gesto que repite el político cuando le interrogan por la cantante. Es su vida privada y ellos decidirán si en algún momento quieren hacerla pública. En privado, con sus amigos, no se esconden y admiten que es normal que se hable de ellos.
Tras semanas sin comparecer ni en las redes sociales por culpa de una lesión en el pie que le ha apartado de los escenarios desde hace seis meses, Malú ha reaparecido hace unos días en un directo en Instagram donde ha respondido a sus seguidores. “Me están pasando cosas muy bonitas. Me siento con las ganas de deciros que estoy bien, feliz”, ha afirmado la cantante. “Hay cosas que te duelen porque no son muy justas, pero lo cierto es que yo estoy muy bien. Estoy feliz. Estoy tranquila”, añadió.
Esas palabras llegaron días después de que Rivera asegurara en una entrevista en Antena 3 con Susanna Griso: “Dejé una relación de cuatro años y he empezado otra. Estoy muy feliz”. No puso nombre a su felicidad. No hacía falta.
Malú no sabe cuándo su pie le permitirá regresar a los escenarios. “Tuve una de las caídas más tontas de mi vida, pero también la más agresiva. Me llevaron corriendo a urgencias y, a lo que yo llevaba fe de que iba a resultar una tontería, resultó ser una rotura de ligamentos del pie, del tobillo”.
2018 estaba destinado a ser su año, el que reclamaba después de tres sin entregar un trabajo musical completo. Eso lo hizo a mediados de septiembre con Oxígeno, una autobiografía musical —hasta en el título— de 11 canciones. Su álbum más desnudo y personal, como ha contado ella misma desde que empezó a promocionarlo.
Malú se ha quejado de los momentos frustrantes que ha tenido que soportar por tener una movilidad muy reducida. Pero esta situación también ha tenido cosas buenas: “Necesitaba estar conmigo misma”. También ha podido disfrutar más de su intimidad. En las últimas semanas se ha cambiado de casa para instalarse en una nueva en la lujosa urbanización de La Finca, en Pozuelo, donde la seguridad a prueba de fotógrafos está garantizada.
Malú debutó en los escenarios a 16 años con Aprendiz, el tema que le regaló su gran amigo y cómplice Alejandro Sanz. A lo largo de su carrera ha publicado 11 discos de estudio, cinco recopilatorios y cuatro directos. Es una cantante muy asentada en el panorama musical y conocida por su solidaridad. Está implicada en varias causas y colabora con varias ONG como Cruz Roja, Unicef o Greenpeace.
En una entrevista reciente con este periódico confesaba cómo maneja sus demonios internos. Aseguró que entendía a Sabina cuando abandonó uno de sus últimos conciertos por no encontrarse al 100%. “Por supuesto. Él es un pedazo de artista. Lo más frustrante que te puede pasar es no poder darle a tu gente lo que se merece. Soy de todo o nada. No sé hacer las cosas a medias. Ahora estoy aprendiendo a relativizar”. Cuenta que lo está logrando sin ayuda profesional. “Lo hago yo solita. Paso mucho tiempo sola y a solas”. Y eso que maestros no le faltan. Proviene de una familia de artistas: su tío fue el gran Paco de Lucía y su padre, el cantaor Pepe de Lucía.
Una de sus torturas es lograr la ecuación perfecta que le permita ser una estrella en los escenarios y solo una ciudadana cuando se baja de ellos.
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