_
_
_
_
_

Ginecomastia o por qué a algunos niños les crece el pecho

Entre un 10% y un 15% de los jóvenes varones la sufre y es un desarrollo excesivo de las mamas que hacen que tengan volumen o forma femenina en un cuerpo masculino

getty
Nacho Meneses

Una rápida búsqueda en Internet nos devuelve una gran cantidad de literatura sobre los cambios que, llegada la pubertad, se dan en el cuerpo de las niñas. Unas transformaciones que también afectan a los chicos y que en ocasiones presentan ciertas anomalías que pueden y deben ser tratadas, aunque a menudo pasen desapercibidas. Entre un 10% y un 15% de los jóvenes varones sufre de ginecomastia, o lo que es lo mismo, un desarrollo excesivo de las mamas que hacen que tengan volumen o forma femenina en un cuerpo masculino, y que puede tener serias consecuencias en el desarrollo del menor.

Más información
Los ‘padres helicóptero’ crían hijos incapaces y dependientes
“Con los preadolescentes, la clave es más bicicleta y menos ‘smartphone”

En el caso de los adolescentes, “es muy importante controlar el sobrepeso, ya que el exceso de grasa favorece la acumulación de los estrógenos, la hormona femenina responsable del desarrollo mamario”, sostiene el doctor Emilio Moreno, jefe asociado del servicio de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora del Hospital Quirón de Madrid. “No hay nada peor para un varón que la imagen que le devuelva el espejo sea una imagen de mujer. Por eso hay que vencer el pudor, tomar el control de la situación y buscar una solución”. La ginecomastia afecta a entre un 40 y un 60% de los hombres, y consiste en un desequilibrio hormonal entre los andrógenos y los estrógenos, aunque también es posible que se produzca por causas genéticas, tumorales o por el uso de algún medicamento como el omeoprazol o el finasteride, un antiestrógeno contra la caída del cabello.

Solo en Estados Unidos, las cirugías por ginecomastia han aumentado un 36% desde el año 2000, y son, en España, una de las tres intervenciones de cirugía reparadora más buscadas en Internet. En el mundo, es la segunda intervención plástica más demandada por los hombres, por detrás de la blefaroplastia (eliminación de las bolsas de los ojos) y por delante de la rinoplastia, la liposucción y la otoplastia (corrección de las orejas), según la última encuesta de la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética, de 2017.

Cuando se trata de los adolescentes, hay que obrar con cautela, pero nunca ignorarlo, ya que adultos y jóvenes no disponen de las mismas armas para enfrentarse a esta situación: lo que para el primero es un problema, para el segundo puede suponer un trauma relacionado con la imagen que tiene de sí mismo, “lo que creemos que los demás ven cuando nos miran. Si crees que los demás ven a un chico con mamas de chica, a partir de ahí todas tus relaciones empiezan con una desventaja. Y eso es algo que las familias de los chicos tienen que entender”, sostiene Moreno. Lo primero, no obstante, es confirmar el diagnóstico, ya que los cambios físicos típicos de la adolescencia temprana (de 12 a  14 años) hacen que en el 80% de los chicos se produzca un cierto grado de ginecomastia funcional que, en la mayoría de esos casos, desaparece pasados dos o tres años.

“Hay que pensar en una solución quirúrgica cuando, completado el desarrollo, la ginecomastia persiste y condiciona la vida del paciente, sobre todo a nivel psicológico. Esa imagen del espejo va creando una inseguridad que no siempre se da, pero que si aparece será muy importante porque afecta a muchos niveles de su desempeño social. Le puede hacer una persona retraída y tímida, condicionar sus relaciones con el otro sexo, influir a la hora de buscar trabajo, etc.”, explica el doctor Moreno. No hay datos precisos sobre el número de cirugías de este tipo que se realizan en España, aunque precisa que han aumentado significativamente: “Nuestro equipo ha pasado de hacer cuatro o cinco al año a 40 o 50 solo en Madrid, de los que un 20 o un 25% son adolescentes”.

Este tipo de cirugías no es muy común entre los jóvenes por varias razones: “Por la propia naturaleza del adolescente, que tiende a meterse en su caparazón y no se enfrenta a esos problemas; por la familia, que en muchos casos no asimila que su hijo necesite una operación estética para mejorar su vida; y por los estereotipos de la sociedad machista en que vivimos, en la que parece que si un varón tiene un problema es menos varón”. Muchos de ellos la acaban teniendo entre los 25 y los 35 años, cuando son mayores, se han independizado y pueden enfrentarse de verdad a lo que sienten.

La necesidad de esperar al final de la pubertad no significa que mientras tanto no haya una labor que hacer, ya que es necesario que el menor tenga la certeza de que ese problema se va a solucionar. Para Sergio García, psicólogo especializado en medicina psicosomática, una vez confirmado el diagnóstico es conveniente hacer una labor de psicoterapia individual, “generar un espacio para que el chico hable de esos cambios corporales y personales que no le agradan” y que a menudo se personifican en dos frentes simultáneos: “El social, en el que están las amistades y donde puede ser objeto de burlas, y entran la necesidad de tener pareja o las primeras relaciones sexuales, y el familiar, en el que a veces no se entiende que esto se pueda intervenir quirúrgicamente, no le animan y no le apoyan. El chico no se encuentra integrado socialmente y la familia no quiere optar por la cirugía”.

Para García, la mejor manera de abordarlo es a través de la palabra, haciendo posible que el hijo pueda compartir su relato de una manera sencilla. En estos casos, explica, puede ser necesaria una terapia familiar, “para que vean que el hijo está sufriendo y que hay una realidad que tienen que abordar. Hay que ser asertivo: esto tiene un final y una cura. Es muy frecuente que el menor quede acomplejado, que lo mantenga en secreto y no tome la decisión hasta salir de casa… Hay que darle las riendas frente a una cuestión que le está haciendo sufrir”.

Casi todas las irregularidades físicas, incluida la ginecomastia, producen un sufrimiento íntimo, concluye el doctor Moreno. “No se trata tanto de lo que tienes, sino de cómo lo vives. Hay chicos con mamas grandes que, objetivamente, no tienen ningún tipo de problema y no son candidatos a la cirugía, mientras que otros con ginecomastia moderada sí pueden estar muy condicionados por ella y sí son candidatos”.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Nacho Meneses
Coordinador y redactor del canal de Formación de EL PAÍS, está especializado en educación y tendencias profesionales, además de colaborar en Mamas & Papas, donde escribe de educación, salud y crianza. Es licenciado en Filología Inglesa por la Universidad de Valladolid y Máster de Periodismo UAM / EL PAÍS

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_