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¿Es tan recomendable la serie ‘Elite’ o estamos exagerando?

La producción española lleva dos semanas en lo más alto y Netflix acaba de anunciar que habrá segunda temporada

Mina El-Hammani y Miguel Bernadeu en la piscina climatizada, que es otra protagonista en la serie.
Mina El-Hammani y Miguel Bernadeu en la piscina climatizada, que es otra protagonista en la serie.

Élite es la serie más vista en el mundo. Es oficial, o al menos todo lo oficial que puede ser algo emitido en Netflix. La plataforma no da datos de audiencia, así que hay que buscarlos por otro lado. Últimamente todo el mundo parece de acuerdo que la fuente más fiable es Binge Report, una lista semanal que recoge lo más maratoneado por los usuarios de la aplicación TVTime (que tiene más de 12 millones de usuarios). Y Binge Report afirma que desde hace dos semanas, prácticamente el día de su estreno, la serie española creada por Ramón Salazar es la más visualizada y descargada en todo el mundo, por delante de la estadounidense Big mouth. Netflix ya ha confirmado que habrá segunda temporada en 2019. Y no hay mejor confirmación que esa de que algo ha ido realmente bien.

La historia de tres estudiantes pobres becados en un colegio para gente rica en la sierra de Madrid y el terremoto que eso causa en un ecosistema cerrado ha llegado al mundo. Pero ¿por qué?

La pareja ficticia del año: Omar Ayuso y Arón Piper, en los Premios ICON 2018.
La pareja ficticia del año: Omar Ayuso y Arón Piper, en los Premios ICON 2018.Gerard Estadella

"¿Camello maricón?"

Omar: "No saben lo mío".

Ander: "¿Qué parte? ¿La de camello o la de maricón?".

Omar: "¿Es que todo el mundo sabe lo tuyo?".

Ander: "¿Qué parte? ¿La de fumeta o la de maricón?".

La relación de Omar y Ander es la subtrama más osada de la serie. La que marca la diferencia con, digamos, Rebelde way. "Mi personaje es gay, moro y camello, y al principio querían que además fuera asmático y que llevara una escayola para tapar esto”, dice Omar Ayuso señalando el corazón que lleva tatuado en el torso de la mano derecha. Este estudiante de comunicación audiovisual ha debutado en televisión por la puerta grande. Ander, interpretado por Aaron Piper, es un niño pijo que va para tenista por imposición paterna. Su relación comienza siendo física, pero se convierte en un amor contra todos, realmente emocionante y bonito. Un Romeo y Julieta entre un camello y su cliente, bien regado de clasismo y rechazo social.

La estudiosa y aplicada Nadia, interpretada por Mina El-Hammani.
La estudiosa y aplicada Nadia, interpretada por Mina El-Hammani.

Por supuesto, esta relación mostrada en pantalla de forma explícita ha despertado una buena dosis de homofobia. Y Netflix ha contraatacado. Cuando un usuario de Instagram expresó su indignación por este amor gay, la plataforma le respondió con un mar de arcoíris: “Lo siento, no pudimos leer tu comentario rodeados como estamos de todos estos preciosos arcoíris”. A partir de ese momento, cada vez que alguien soltaba una imbecilidad homófoba, decenas de usuarios bombardeaban al troll con emoticonos de arcoíris.

Islamofobia en el instituto

Nadia, la hermana de Omar, interpretada por Mina El-Hammani, es la única chica entre los tres becados. Española de origen palestino, es estudiosa, aplicada y lo bastante ambiciosa como para soltar el primer día de clase: "Cuando termine mis estudios quiero ser diplomática de las Naciones Unidas". Eso la convierte en un temible rival en un colegio en que si hasta ese momento lo más importante era ganar, ahora lo importante es que no les gane "la talibán".

Poco después, la directora del colegio le da a elegir entre quitarse el pañuelo que le cubre la cabeza o ser expulsada del colegio. Nadia transige. La historia de Nadia también ha resultado trascendental para el éxito. La web Arab News le dedicaba un artículo titulado El nuevo drama de Netflix explora la islamofobia en Europa. "Mis padres son de Marruecos, son musulmanes, así que sé cómo es vivir en un ambiente cerrado". explicó la actriz al periódico saudita publicado en inglés. "Nadia es de Palestina, por lo que es diferente, pero he sufrido el mismo choque de culturas. He tenido una infancia muy similar a la de Nadia. Aunque nací en España, cuando vuelvo a Marruecos soy española y cuando estoy en España soy la chica marroquí. Entonces, siempre te preguntas: '¿Quién soy yo?".

El VIH no es un estigma

Otra trama que no se anda por las ramas es la de Marina (María Pedraza). La pija rebelde revela que es seropositiva desde el primer capítulo "Dilo, mamá. Di que tienes una hija de 16 años seropositiva". Pero el momento en el que ella, mujer, heterosexual y de clase alta se enfrenta a los prejuicios de su hermano es memorable. "Lo hice con él porque yo quise y tuve mala suerte. Y punto. Sigues pensando que es una enfermedad de pobres ¿Verdad? A él le gustaban las niñas pijas como a ti. ¿O cómo crees que se contagió? Le puede pasar a cualquiera. Te puede pasar a ti también. Al VIH le importa una mierda cómo de grande es tu casa, cuánto dinero ganas o cómo de largos son tus apellidos. No es como tú".

Vale, el discurso tiene sus huecos (protección, protección y protección), pero si se trata de desestigmatizar entre los adolescentes una enfermedad todavía vinculada a la marginalidad es complicado decir más en menos palabras. Marina es un personaje vital. Si alguien tiene un problema con su condición son los demás, no ella.

Brandon y Brenda en la sierra de Madrid

Élite es un producto diseñado para triunfar mundialmente. A raíz del inesperado, pero mayúsculo, éxito de La casa de papel, Netflix decidió crear un producto español con mimbres similares a los que el intelectual francés Frédéric Beigbeder detectó en aquella serie. "Lo más loco en España es La casa de papel: un éxito planetario a pesar de que su argumento no tiene ni pies ni cabeza. Habéis comprendido que los guiones nos dan igual: en esta historia de chicas bonitas y chicos guapos que imprimen billetes falsos lo que importa es ser sexi hasta con una careta de Dalí", escribía en su columna de agosto de ICON.

Élite coge esas claves y las traslada a un escenario tipo Sensación de vivir. Solo que en este caso Brandon y Brenda son tres estudiantes de un instituto de barrio que se ha derrumbado y son becados en un elitista colegio de las afueras de Madrid. Allí son recibidos con clasista desprecio por la mayoría de los pijísimos alumnos. Nada más empezar el primer capítulo se descubre que meses después de su llegada se ha producido un asesinato. El thriller como cobertura de un drama juvenil de inadaptación le da un punto adulto. Pero al final se busca la empatía. No hay adolescente en el mundo que, aunque sea mirando de reojo, no se identifique con alguno de los personajes: el empollón, el deportista, el tímido, el graciosillo... Oro para la taquilla.

Miguel Herranz (izquierda) y Álvaro Rico llevan la lucha de clases al instituto.
Miguel Herranz (izquierda) y Álvaro Rico llevan la lucha de clases al instituto.

Tiene un 'casting' milimetrado

Lo de esta serie no es un reparto, sino la alineación titular de un equipo de fútbol. Literal, los personajes principales son once. Siete chicos y cuatro chicas. Tres vienen de La casa de papel. Una deslumbrante María Pedraza es el eje sobre el que gira la trama. Miguel Herrán ya no es un chico buenecito sino un macarra graciosillo con un amplio vestuario, y Jaime Lorente apunta maneras de próximo gran galan español con pintas de malote. Con 26 años es el mayor.

El resto, como es costumbre cuando se trata de interpretar a chavales de 16, pasan de los 20 y son guapísimos. Cada uno a su manera. De la belleza clásica de Miguel Bernadeu, a la discreta de Itzal Escamilla, en Élite se ve mucha carne. Hay quien tiene mejores abdominales que dicción y siempre hay una excusa para quitarse la camiseta. Lo que tiene mérito siendo una serie ambientada en la sierra de Madrid en invierno. Para que no cante tanto se ha buscado alguna solución ingeniosa: el colegio de lujo tiene una piscina olímpica climatizada y se esfuerza en convertir a sus alumnos en los Ian Thorpe patrios. Tienen más horas de natación que de matemáticas. Así que hay un montón de conversaciones en bañador alrededor de una piscina.

Niño rico, niño pobre

Lo de "chico nuevo llega al instituto, se enamora de la chica guapa y se enfrenta a los caciques locales" funciona, por lo menos, desde Rebelde sin causa, y estamos hablamos de 1955. No es que no hubiera nacido el público objetivo de Élite, es que no habían nacido sus padres. Pero si algo viejo se repite es porque funciona. El modelo James Dean nunca falla. ¿Quién no ha sido el nuevo alguna vez? La versión Élite no renuncia a ninguno de los tópicos asociados a la "universidad de la calle". Los pobres son, por supuesto, más espabilidados y aguilillas. Los ricos, clasistas y llenos de prejuicios. Queda un poco maniqueo, sí. Pero se soluciona con una moraleja: todo el mundo tiene un precio. O casi.

No hay adolescente en el mundo que, aunque sea mirando de reojo, no se identifique con alguno de los personajes de 'Elite'.
No hay adolescente en el mundo que, aunque sea mirando de reojo, no se identifique con alguno de los personajes de 'Elite'.

Conclusión: solo se tiene 16 años una vez

En Élite se bebe, se folla y algunos fuman y se drogan. Y se hace con esa inconsciencia hormonal de la adolescencia. "Tenemos 16 años, si no nos perdemos ahora ¿Cuándo vamos a hacerlo? Tenemos toda la vida para volver a encontrarnos", le dice Marina a la muy moralista Nadia. El empoderamiento de la adolescencia es la clave del éxito de Élite. Una serie cara, pensada por adultos, pero que a pesar de su aire de fábula contemporánea, de resultar alambicada, acartonada y sensiblera a veces, apuesta por el punto de vista de los quinceañeros.

Los padres son padres, generación tras generación. Y muchas de las cosas que se muestran en Élite les debe causar un pequeño escalofrío. Y nada puede gustar más a un adolescente que algo que asusta a sus padres. Da la impresión de que el éxito de la serie se resume en que, a pesar de las diferencias sociales, raciales o religiosas los menores de 20 años tienen más cosas en común que cosas que les separan, y eso también se aplica a los de España, Argentina, Australia o Líbano. Por lo menos a los que tienen acceso a Netflix.

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