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Tentaciones
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¿Y si hubiésemos llevado ‘Lo malo’?

Ha habido años peores, sí, pero para los 'eurofans' el puesto de Amaia y Alfred no tiene consuelo ¿ Qué habría pasado de ir con el himno feminista reguetonero de Aitana y Ana Guerra?

FOTO: Amaia y Alfred en la Final de Eurovisión. / VÍDEO: Fragmento de la actuación y declaraciones de ambos artistas.Vídeo: Jörg Carstensen (gtres) / quality (efe)
Javier A. Fernández

Sí, los ha habido peores. Mucho más horteras y extravagantes. Los compositores se controlaron este año. Los modistos también: poca lentejuela y mucho negro. Y la pirotecnia. Lo que sí hubo fue mucha reivindicación: el alegato desde Francia para los que se juegan la vida cruzando el Mediterráneo, un himno antiterrorista rapeado desde Italia o un pelotazo dance contra el bullying desde Israel, el que ha ganado.

Netta Barziali, de 25 años y de la ciudad de Hod HaSharon, partió como favorita y, aunque para muchos era un tema "horrible", las previsiones se confirmaron. A Salvador Sobral, el ganador del año pasado, ni le gustaba la canción ni el artificio que caracteriza al concurso. Paradójicamente, fue él quien entregó el galardón a Netta.

Netta, por Israel, al ser proclamada ganadora de esta edición de Eurovisión.
Netta, por Israel, al ser proclamada ganadora de esta edición de Eurovisión.PEDRO NUNES (REUTERS)

Lo de Sobral el año pasado, una balada sencilla y elegante, fue un espejismo. Los eurofans quieren espectáculo: fuegos artificiales, estilismos impactantes y hasta cierta extravagancia a la hora de cantar. Ahí queda el canto de gallina de Netta con el que simula la burla a la que habitualmente los abusones someten a sus victimas y que introduce el mensaje triunfador: "No soy tu juguete".

En Eurovisión, parecerse a otra cosa, es bastante habitual. Todo sonaba a otra cosa ya escuchada: el repertorio es como un catálogo de todo lo que se oye por Europa. Este año hubo híbridos de Justins, Timberlake y Bieber, como Nikolas Josef de República Checa y Benjamin Ingrosso de Suecia. También tuvimos un poco de Beyoncé en la chipriota Eleni Foureira, otra de las favoritas; enfundada en un brillante mono, se movió como la diva norteamericana sin cambiar una sola nota de su sitio. Ella, Netta y Saara Aalto, la representante de Finlandia con su canción Monster, fueron las dignas representantes del eurodance  —hubo mucho, que para eso estamos en Europa—: y no han parado de sonar en las discotecas gays de todo el continente desde hace meses.

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Tuvimos también baladas potentes, funky, country rock, indie pop y heavy metal. Incluso góspel. Con un estilo cercano al de Aloe Blacc y Sam Smith, y un toque soul, el austríaco Cesár Sampson ha roto las expectativas al colocarse entre los primeros. Quizá porque se aleja del gusto más pop de los eurofans.

Y Amaia y Alfred... Los representantes españoles estuvieron bastante lejos del estilo festivo del concurso y bastante lejos de los primeros puestos de la clasificación. Eso sí,  ellos no decepcionaron en las apuestas, aunque artísticamente estuvieron a la altura. Su propuesta minimalista, sin casi escenografía ni coreografía y con un vestuario bastante discreto, estuvo a juego con la tónica de las demás propuestas si no tenemos en cuenta el delirio electro-operístico de Estonia.

Siempre nos preguntaremos qué habría pasado si hubiéramos llevado Lo Malo, el himno feminista reggaetonero de Aitana y Ana Guerra, una de las grandes segundonas de nuestra historia, reivindicada por muchos como mejor candidata, y en sintonía con Israel y Chipre.

O si Moldavia, que ha participado con My Lucky Day, una festiva canción con puesta en escena muy a lo Matrimoniadas de José Luis Moreno, se hubiese decantado por La esencia del sur, ese pintoresco y kischt himno eurodance, que habla de ese punto cardinal como el epítome de la pasión.

Habrá que conformarse, y acostumbrarse, a que José María Íñigo no retransmita las galas, también a que a partir de ahora, si vuelve a locutar Tony Aguilar, sonarán como si escucháramos Los 40 Principales.

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