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Cambio climático: la importancia de ser impacientes

Las herramientas para avanzar hacia la descarbonización ya existen, pero no se logrará sin compromiso político y rápido cambio del estilo de vida, concluye un encuentro sobre calentamiento global en Venecia

Emisión de gases desde la chimenea de una planta de energía y calefacción que quema gas natural en Berlín (Alemania).
Emisión de gases desde la chimenea de una planta de energía y calefacción que quema gas natural en Berlín (Alemania).Sean Gallup (Getty Images)
Tiziana Trotta
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La ola de frío polar que en los últimos días ha alcanzado el sur de Europa ha llegado hasta Venecia. La capa de nieve bajo la cual ha amanecido la ciudad italiana este jueves “es muy probable” que esté relacionada con el cambio climático, asegura el físico Massimo Inguscio, presidente del Consejo Nacional de Investigación italiano (CNR). El caso de Venecia, que podría desaparecer a finales de este siglo por la subida del nivel del mar, solo representa uno de los riesgos vinculados con el incremento de la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera. La buena noticia es que, desde un punto de vista técnico, las herramientas para cumplir con la descarbonización y no aumentar más de dos grados la temperatura del planeta ya están disponibles. ¿Y ahora qué?

Los expertos reunidos en la ciudad de los canales para el encuentro Enfrentarse al cambio climático: calentamiento global y descarbonización, organizado por la Universidad Internacional de Venecia y Alcantara —una empresa italiana productora de un material que lleva el mismo nombre— oscilan entre el optimismo sobre lo que se puede hacer para evitar las consecuencias más nefastas del cambio climático, gracias a las innovaciones de la ciencia y la tecnología, y el pesimismo sobre si se actuará a tiempo. Sin compromiso político y mayores inversiones no será posible alcanzar esta meta, advierten. Y ya no se puede retrasar la acción.

Para dejar atrás el carbón, hay que controlar su precio, al mismo tiempo que se promueven las fuentes renovables y la eficiencia energética, coinciden los representantes del mundo académico, de organizaciones públicas y privadas que han participado en la primera jornada de este evento, cuya cuarta edición terminará este viernes. Sobre todo, hay que seguir apostando por la cooperación internacional.

No estamos explotando todo el potencial de la energía limpia Cecilia Tam, Agencia Internacional de la Energía

Cecilia Tam, analista de la Agencia Internacional de la Energía, recuerda que se están marcando numerosos avances en el sector de la energía. El año 2016, por ejemplo, marcó un nuevo récord en la venta de coches eléctricos, que creció en un 40%. No obstante, aún hay muchos aspectos sobre los cuales hay que trabajar, como demuestra el hecho de que la emisión de dióxido de carbono se mantuvo estable en los últimos tres años a escala mundial. “Para lograr los objetivos marcados por el Acuerdo de París se necesitan enormes cambios en la manera de producir y consumir energía, además de voluntad política. No estamos explotando todo el potencial de la energía limpia y vamos retrasados en tecnologías como la captura y almacenamiento de carbono, construcciones sostenibles o mejoras del transporte”, insiste.

Los expertos han subrayado que el sector público sigue desempeñando un papel central en la lucha al cambio climático, no obstante los cambios de los últimos años (por ejemplo, un desplazamiento del liderazgo hacia China después de que EE UU se descolgara del Acuerdo de París o un cada vez mayor protagonismo de la dimensión local). “Hay que poner en marcha una cooperación inteligente entre el ámbito público y el privado, basado en los intereses en común, que son cada vez más”, indica Georg Kell, fundador y exdirector ejecutivo del Pacto Global de las Naciones Unidas y presidente de Arabesque. “El cambio climático solo es un aspecto del cambio. Nos tenemos que mover hacia un concepto más amplio de transparencia y sostenibilidad, sin tener que esperar a que sea demasiado tarde”. Y los datos, sostiene, pueden ayudar a convencer al sector privado de que es rentable moverse hacia la economía verde. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible, agrega Barbara Buchner, directora ejecutiva del programa de Finanzas del Clima, puede surtir un efecto positivo sobre los inversores, guiando sus decisiones hacia la sostenibilidad.

Pero hay que ir más allá. “Las energías renovables por sí solas no sirven si no cambiamos nuestro estilo de vida”, explica Daniel Klingenfeld, del lnstituto de Potsdam para la investigación sobre el impacto en el clima. “Los riesgos del mercado de la economía verde han disminuido al mismo tiempo que aumenta la conciencia acerca de los problemas del medioambiente. No hay garantía de que logremos el cambio a tiempo sin la participación de todos”. Para lograrlo, el próximo campo de batalla es la comunicación, que tiene que enfrentarse a la tarea de reducir la brecha entre los avances de la ciencia y la información que llega a la sociedad.

Un sector dominado por los hombres

Las mujeres representan alrededor de la mitad de la fuerza de trabajo del sector de la energía, medioambiente y transporte. Sin embargo, su participación en los procesos de toma de decisión sigue siendo muy escasa. En 2011, apenas cubrían el 25,6% de los puestos de mando, según un estudio del Instituto Europeo para Igualdad de Género (EIGE).

Para Cecilia Tam, analista de la Agencia Internacional de la Energía y una de las pocas mujeres presentes en los paneles de debate del evento, el reto empieza desde la escuela. Atraerlas hacia las carreras científicas incrementará y diversificará las habilidades y las competencias, sostiene, y será crucial para fomentar la innovación. Las empresas también pueden contribuir, creando un ambiente de trabajo más inclusivo que acabe con la discriminación de la mujer y facilite su participación activa en la toma de decisiones.

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Sobre la firma

Tiziana Trotta
Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS, principalmente en Planeta Futuro y en la Mesa Web. Es licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad de Urbino (Italia), Máster en Ciencias Históricas, Filológicas y de las Religiones por la Universidad Sorbona (Francia) y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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