13 supersticiones ancestrales que perjudican gravemente la salud
Algunas creencias son un gran obstáculo para que ciertos pueblos tengan acceso a la ciencia, la medicina e, incluso, los derechos humanos
Las tan veneradas —por algunos— costumbres ancestrales de ciertos pueblos son muy a menudo un verdadero obstáculo para su acceso a los últimos avances de la ciencia y la medicina; incluso para que puedan gozar de algunos derechos humanos. Las supersticiones no solo son enemigas de la razón, también de la salud y el bienestar: creer en curanderos, chamanes y pseudoterapias varias puede acabar con la vida. Si en sociedades avanzadas y con acceso generalizado al conocimiento los timadores de la salud engatusan a miles de víctimas —sin reproche penal si estas mueren—, en otras con menos recursos la superchería hace verdaderos estragos en la vida de los ciudadanos.
Este martes 13, día supersticioso en España, es buen momento para hacer un pequeño repaso de algunas creencias que perjudican seriamente la salud y la calidad de vida por todo el mundo. Las mujeres, para variar, se suelen llevar la peor parte.
Curanderos en lugar de auténticos médicos
Raúl es un niño de 10 años que vive en una zona rural de Cochabamba (Bolivia) con una osteomielitis que le ha dejado la pierna izquierda más corta que la derecha. Pietro Gamba, un médico italiano que lleva años trabajando en la zona, contaba en un reportaje publicado en Planeta Futuro que intenta convencer al padre para someter a su hijo a una operación que le permita hacer una vida normal. Pero este se niega. No confía en nadie que no sea el chamán del pueblo que, por supuesto, no tiene forma de curar al pequeño Raúl. Este es un ejemplo paradigmático que se repite en comunidades rurales, que se aferran a la tradición para poner remedio a sus dolencias. Como explicaba el investigador español Alberto García-Basteiro, que lucha contra la tuberculosis en Mozambique, ante esta dolencia mucha gente antes del médico va al curandero, cuyos tratamientos “acaban a menudo en intoxicaciones”. Un ejemplo muy reciente es el de uno de estos farsantes que infectó a decenas de personas pobres con el VIH en India. Detrás de todo esto hay un profundo entramado cultural y un sistema de creencias muy difíciles de cambiar. La estrategia de la cooperación suele ser acercar la ciencia a estos pueblos a través de sus propias costumbres, formando a los chamanes para que tengan unas nociones básicas de medicina y pueden derivar a verdaderos doctores determinadas enfermedades o síntomas. Esto tiene particular éxito con las parteras tradicionales.
Partos tradicionales
La mayoría de los embarazos se resuelve sin mayores problemas con unos conocimientos empíricos básicos. Son los que tienen las parteras tradicionales, las asistentes de miles de alumbramientos por todo el mundo, especialmente en comunidades indígenas. Las complicaciones, aunque infrecuentes, son relativamente habituales si se miran los grandes números. Con los conocimientos ancestrales de las parteras, las tasas de mortalidad materno-infantil se han mantenido durante décadas inamovibles. Son, sin embargo, muy valiosas para revertir estas cifras. En la mayoría de lugares donde trabajan no existen ni medios suficientes para que todas las mujeres den a luz en centros sanitarios ni la costumbre de hacerlo. Con un poco de formación para que detecten los casos que pueden dar problemas y alerten a un médico o lleven a la mujer a un hospital se pueden salvar miles de vidas. Un programa con esta estrategia en Chiapas (México) consiguió en solo medio año reducir a la mitad las muertes durante el alumbramiento.
La persecución de los negros albinos
El de los negros albinos es, probablemente, el colectivo que sufre un trato más cruel por culpa de la superstición. En muchos lugares de África, la creencia de que su cuerpo tiene poderes mágicos en rituales de brujería fomenta un mercado negro en el que se pagan verdaderas fortunas por sus cuerpos, o por partes de ellos. En Uganda puede llegar a 75.000 euros, lo que hace que vivir con esta condición sea una auténtica pesadilla, al saber que en cualquier momento puedes ser secuestrado y asesinado.
Mutilación genital femenina
Esta aberrante costumbre encierra detrás una cultura machista y patriarcal que no concibe el goce sexual femenino. Esta realidad está adornada, según los países donde se practica, por un sinfín de creencias absurdas. En Tanzania, donde la mutilación genital afecta al 15% de las mujeres, hay lugares en los que piensan que si el clítoris no se secciona, seguirá creciendo y matará al marido durante el coito.
Agua con chili para embarazadas
El embarazo y la lactancia son clave para el desarrollo de un niño. El amamantamiento durante los seis primeros meses es fundamental para la nutrición del bebé, especialmente en países en desarrollo. Pero existen creencias que apartan a los niños de estas prácticas. Algunas, propiciadas por multinacionales que se han dedicado a hacer creer que la leche de fórmula es lo mejor para los hijos. También existen exóticas supersticiones durante el embarazo que pueden privar al feto de un buen desarrollo. Una la contaba en un reportaje Núria Torre, pediatra especializada en neonatología que pasó seis meses trabajando en la UCI de Bathalapalli (India). Esta dicta que, si la madre vomita, solo puede beber un vaso de agua con chili al día. Esto agudiza la anemia y el déficit de vitaminas, lo que redunda en una peor salud del feto.
Cebarse contra los enfermos
El desconocimiento de las enfermedades puede causar un tremendo estigma entre quienes las sufren. No es nada desconocido para los países occidentales, donde se ha marginado de forma cruel a miles de portadores del VIH hasta hace muy poco. El miedo a lo desconocido es un potente creador de supersticiones. Una doctora de Médicos sin Fronteras contaba hace unos años en este periódico el caso de Atem, un niño de siete años que llegó a Uganda desde Juba (Sudán del Sur) como refugiado. Probablemente fruto de un cáncer, le salieron numerosos tumores. En los campos pensaban que estaba embrujado, así que la reacción era apedrearlo. Otra enfermedad que, aún siendo muy vieja, sigue estando acompañada de mitos que dificultan el tratamiento y la curación es la lepra.
Brujería y vudú
La difusa acusación de brujería tiene a miles de mujeres en el mundo apartadas de sus sociedades. Es una excusa perfecta para echar a alguien no deseado de una comunidad, culpada de haber envenenado o echado mal de ojo a alguien. La socióloga Ruth Mace explicaba recientemente en Materia que las acusaciones de nigromancia funcionan como un castigo para aquellos que no se avienen a las normas locales. Similares creencias sirven para muchas mafias de trata de mujeres, que atemorizan a sus víctimas para asegurarse de que no van a huir o a denunciar. Basta con que sus captores guarden algún objeto o foto de sus familiares y les amenacen con hacerles vudú o brujería en caso de desobedecer.
Nada de autopsias para no perturbar a los muertos
Saber de qué se muere la gente es crucial para poner remedios. En muchas culturas, sin embargo, hacer una autopsia contraviene gravemente las creencias religiosas, con lo que las causas se determinan prácticamente a ojo. Muchas de las estadísticas mundiales sobre fallecimientos son meras estimaciones que se basan en opiniones o en las descripciones de los síntomas previos al deceso que da su familia. Existe un ambicioso proyecto de autopsias poco invasivas, más aceptadas en estas culturas, para afinar más en las causas de las muertes, un paso previo para evitarlas.
Creencias antivacunas
Las vacunas son probablemente la mejor herramienta que ha inventado la medicina para salvar vidas. A pesar de esto, existen en los países desarrollados movimientos antivacunas que se oponen a ellas por diversas suposiciones no probadas (y refutadas), como que causan autismo o son perjudiciales para los niños. En los países en desarrollo, donde realmente ven morir a pequeños a menudo, suelen recibir las inmunizaciones como agua de mayo y, normalmente, el problema es más la falta de acceso que el rechazo. Pero también existen creencias, por ejemplo en algunas comunidades musulmanas, de que la fiebre que a veces causan tras administrarlas se produce porque las inyecciones llevan al diablo dentro.
La impureza de la regla
La regla es considerada una marca de impureza en muchas culturas. Algunas niñas de África y Asia no tienen permitido ir a la escuela cuando menstrúan. Y la cosa puede llegar a extremos peores. En algunos lugares del estado indio de Andhra Pradesh, la tradición dice que las que tienen la menstruación y las que acaban de parir deben vivir apartadas del resto durante un tiempo porque contaminan. Cinco días en el caso de las primeras y dos meses de las segundas, que son apartadas en pequeñas chozas.
No a las transfusiones de sangre
Ciertas interpretaciones de la Biblia hacen que los testigos de Jehová no admitan las transfusiones de sangre. Esto les ha costado a muchos de ellos la vida. Los pacientes adultos pueden rechazar cualquier tratamiento que no deseen aunque eso les suponga la muerte. El problema viene con los menores, por quienes teóricamente deben decidir sus tutores. En España, los médicos tienen potestad para hacer la transfusión incluso ante el rechazo de los padres.
Depresión por los espíritus
"Desde profesores de universidad hasta las personas más humildes piensan lo mismo, que las enfermedades mentales están provocadas por causas espirituales, las relacionan con el mal. No aceptan que son dolencias y creen que simplemente estás triste; no comprenden que puedes tener todo lo que deseas en la vida y estar deprimido", nos contaba Victor Hugo, un joven nigeriano que fundó la Mentally Aware Nigeria Initiative (MANI) contra el estigma de la enfermedad mental, que es relacionada en muchos países con la influencia de espíritus malignos.
Animales en peligro por culpa de la medicina tradicional china
Los seres humanos no son los únicos damnificados por culpa de las supersticiones. Las creencias de la medicina tradicional china se ceban con algunos animales especialmente protegidos. Según estas, los cuernos de rinoceronte son poderosos afrodisíacos para los hombres, así que en el mercado negro se llegan a pagar 58.000 euros por tan preciadas —e inexistentes— propiedades. Menos conocido es que esta misma disciplina promulga —también sin base científica— las propiedades curativas de la vesícula biliar de los osos malayos, algo que está contribuyendo a su extinción.
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