Diseño que escucha al mundo
Tinta obtenida de la contaminación o una silla de ruedas capaz de subir escaleras. El mejor diseño actual es mucho más que forma y función
Una silla de ruedas capaz de subir escalones, un hijab para competiciones deportivas, tinta negra obtenida a partir de la polución, o impermeables tejidos con plástico reciclado de botellas de agua. Hace décadas que el diseño decidió ser mucho más que forma y función para dedicarse a buscar sentido. Cuando lo consigue, pone el dedo en lo que somos como sociedad y trata de revertirlo en algo positivo. A esa visión amplia y actual del diseño, una búsqueda del cambio que hace el mundo más accesible a más personas, dedican su reconocimiento los premios Beazley que el Design Museum de Londres entrega anualmente desde hace una década.
La principal característica de estos galardones es que engloba todas las actividades en las que está presente el diseño: de la arquitectura, al mundo digital; de la moda, a la fabricación de producto. De tal manera que un resumen de su historia —de la vivienda prefabricada ideada por Ikea, UNHCR’s, a la iniciativa de Yves Béhar para abaratar los ordenadores y extender su uso en el mundo menos desarrollado, One Laptop Per Child— pone de relevancia las urgencias de la sociedad tanto como sus apuestas más creativas.
Pero más allá de lo que se hace, es importante darse cuenta de que el cambio de prioridades repercute también en cómo se hacen las cosas. Al igual que la arquitectura, para los grandes logros, los que revierten un problema de la humanidad, el diseño suele ser también un trabajo en equipo. Así, los investigadores del MIT Self-Assembly Lab (Bjorn Sparrman, Kate Hajash, Shokofeh Darbari, Mattis Koh, Schendy Kernizan, Jared Laucks y Skylar Tibbits) colaboraron con Christophe Guberan, y con la legendaria empresa productora de mobiliario de oficina Steelcase (Yuka Hiyoshi, Rob Poel, Markus McKenna, Paul Noll, Sharon Tracy, Edward Vander Bilt, Chris Norman & Charlie Forslund) para conseguir una tinta rápida Rapid Liquid Printing (RLP) que, sobre una suspensión de gel, imprime en 3D. Mucho más lento que una cadena fabril de producción y de baja calidad todavía, la tinta se puede convertir, en cuestión de minutos, en un mueble de gran tamaño.
También hay un equipo de diseñadores (Rachel Henry, Baron Brandt, Megan Saalfeld and Brogan Terrell) y la colaboración con un nutrido grupo de atletas detrás del diseño de la Nike Pro Hijab. Elástica, adaptable e inspirada en la pieza con la que la atleta Sarah Attar representó a Arabia Saudí e hizo historia a pesar de quedar última en la carrera de los 800 metros lisos de las olimpiadas de 2012 celebradas en Londres, este producto busca alterar la relación entre las mujeres del mundo islámico y el deporte.
En India, los laboratorios de Bangalore Graviky Labs —formados por graduados del MIT— están detrás de Air Ink, la tinta, ya comercializada, que recicla la polución para transformarla en pigmento.
En la categoría de transporte, el Instituto Federal de Tecnología suizo obtuvo el premio por una silla de ruedas capaz de subir escaleras, ideada, de nuevo, en equipo por estudiantes: Thomas Gemperle, Adrien Weber, Naomi Stieger, Stella Mühlhaus, Bernhard Winter y Pascal Buholzer. Arropada por gruesas gomas y ayudada por ruedas de apoyo traseras, la silla, bautizada como Scewo, puede subir y bajar peldaños con facilidad.
Las nuevas forman sorprenden, pero son los nuevos usos los que emocionan y tienden un puente entre la ciencia y la creatividad para reconciliar la profesión de los diseñadores con la de los inventores.
