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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

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La comisión de reforma de la Constitución debe reforzar los debates

El País
Miquel Roca, ponente de la Constitución, posa frente a su cuadro en el congreso en Madrid.
Miquel Roca, ponente de la Constitución, posa frente a su cuadro en el congreso en Madrid.ANDREA COMAS

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La Comisión para la Evaluación y Modernización del Estado Autonómico del Congreso de los Diputados, así de largo es su nombre oficial, nació al hilo de la aplicación del artículo 155 para frenar el desafío de los independentistas catalanes, y se interpretó como la inevitable concesión que tuvo que hacer el Gobierno del PP al partido socialista por el apoyo recibido para poner en marcha una respuesta que contaba, además, con el apoyo de Ciudadanos. Sigue siendo tratada, probablemente, con ese tono condescendiente con que se tratan tantas iniciativas políticas que se pretenden condenadas al fracaso. Algunos excesos, como el guiño demagógico de abrir la comisión a segmentos muy variados de la sociedad española, pueden lastrar seriamente su desarrollo.

Y, sin embargo, la comparecencia de los tres ponentes vivos de la Constitución de 1978 —José Pedro Pérez Lorca, Miguel Roca y Miguel Herrero de Miñón— permitió la pasada semana que esa comisión mustia y desteñida levantara por un momento cierto vuelo y devolviera al Parlamento su verdadera esencia, la de ser el lugar en el que se tratan con rigor los problemas que atenazan al país y donde deben discutirse para encontrar los acuerdos necesarios para enfrentarse a ellos de la mejor manera posible.

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Para cuantos entienden que es necesaria y urgente la reforma de la Constitución, la intervención de los padres de la de 1978 pudo interpretarse como un jarrón de agua fría. Hay margen para hacer cambios ambiciosos en nuestro marco jurídico sin necesidad de tocar ni una coma de la Constitución, vinieron a decir. E insistieron en un aspecto que seguramente resulta bastante indiscutible: si las reformas que se pretenden hacer no cuentan con el respaldo que tuvo el gran logro de la Transición, no tendría sentido meterse en berenjenal alguno.

Pero la tarea de los políticos es justamente esa, la de buscar soluciones, la de agarrar de frente los problemas, discutirlos, buscar acuerdos. Y para eso está el Parlamento, y para eso puede servir esta comisión. Los tres grandes partidos políticos que la apoyan, que han sabido entenderse para responder a la iniciativa de los independentistas catalanes de triturar la Constitución y el Estatuto para llevar adelante su proyecto, no pueden prolongar indefinidamente sus grescas partidistas por no ser capaces de reconstruir juntos un proyecto de país. Un proyecto en el que tiene que encontrar su sitio Cataluña, ahora mismo fracturada e inmersa en un profundo cataclismo político.

Hablar más. Tiene algo de perogrullada, pero ese espíritu fue el que llevaron a la comisión el otro día los tres padres de la Constitución que quedan vivos. Frente a las maneras que caracterizan a las instituciones democráticas modernas, que cifran su éxito en su capacidad de articular proyectos alcanzados entre distintas fuerzas, la amenaza a la que se enfrenta hoy Europa es la de los movimientos que simplemente quieren dinamitar el sistema. Mala señal la que dieron aquellas fuerzas políticas que renegaron incluso de participar en un marco de discusión sobre la Constitución. La democracia debe fortalecer los músculos del debate si no quiere verse arrollada por las mareas populistas.

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