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Cuatro situaciones en las que es legítimo plantear una relación abierta

Cómo abordarlo para que no sea el fin de años de relación sino el principio de otra etapa

Cuando se hacen unos votos matrimoniales se promete amar al otro para siempre (entendamos por siempre, un periodo ambiguo de tiempo); sin embargo, lo que pocas veces se promete ante el altar es no tener sexo con nadie más que esa persona, mientras dure la relación.

La fidelidad es un concepto que, por mucho que hablemos de poliamor y de relaciones abiertas, seguimos dando por hecho en la mayoría de los casos. Sin embargo, si algo se aprende en la vida, es que no todo es blanco o negro. A veces se dan situaciones por las que una pareja que se ha sido fiel decide abrir el debate sobre si es posible tener sexo con otras personas. Una de esas ocasiones puede llegar cuando uno de los dos, por el motivo que sea, ya no quiere tener sexo con el otro, y el otro decide que no quiere renunciar a su pareja, pero tampoco a seguir teniendo una vida sexual.

Diferentes motivos

Recientemente The New York Times publicaba la carta de un hombre que relataba que la enfermedad de su mujer hizo que ella no se interesase más en su vida sexual, por lo que ambos pactaron que él pudiera tener una vida sexual fuera del matrimonio. "Hace algunos años, mi esposa tuvo problemas de salud y me dijo que ya no está interesada en el sexo en ninguna de sus manifestaciones. Yo sigo adorándola, pero la falta de intimidad sexual me parece tremendamente difícil. Le pedí permiso para buscar una relación sexual saludable, pero no competitiva, con alguien más".

La sexóloga Ana Belén Rodríguez del centro SEES explica que a su consulta han llegado casos parecidos. “Los casos más frecuentes son parejas que no tienen el mismo deseo, es decir, en uno de los miembros existe una necesidad de mayor número de encuentros sexuales o de mayor frecuencia y abren la posibilidad de relaciones sexuales con otras personas, o bien parejas las cuales teniendo relaciones sexuales satisfactorias, alguno de sus miembros quiere experimentar otras situaciones sexuales que se salgan de la monotonía y rutina, dando paso a que puedan hacerlo fuera de la relación de pareja”.

Muchas veces no se refieren a fetiches extravagantes u oscuros deseos. De hecho, un estudio realizado por la web de contactos para casados Victoria Milan desvelaba que uno de los principales motivos que sus clientes alegaban para tener una aventura, era precisamente el morbo por el sexo oral. De esta forma se realizó una encuesta a 9.107 miembros de su portal, procedentes de 22 países, para saber qué les llevaba a cometer una infidelidad. En el caso de España, fue llamativo que el 80% de los hombres y el 84% de las mujeres respondieron tener una especial predilección por las prácticas de sexo oral. La ausencia de las mismas dentro de la pareja, era por tanto un motivo para tener sexo con alguien más.

A este respecto, la también sexóloga María Esclapez aporta que “a veces no es siquiera una cuestión de satisfacción, sino de estímulos, incluso aunque con la pareja se tengan relaciones sexuales maravillosas, se necesita otro tipo de estímulos fuera de esta, y si se pacta y se llega a un acuerdo, no hay problema".

¿Van unidos sexo y amor?

Se ha dicho mucho sobre si puede haber sexo sin amor, pero, ¿amor sin sexo? Aunque el sexo parece una de las claves para unir a una pareja no es una cuestión imprescindible.

Así, en las conclusiones de un estudio realizado por Meg John Barker y Jacqui Gabb con más de 5.000 personas en relaciones a largo plazo, y que publicaron en su libro Los secretos de un amor duradero, el sexo no era un factor clave a la hora de mantener una relación existosa en el tiempo. O al menos no más que compartir valores o intereses, o ser los mejores amigos.

Eso no quiere decir que esas personas no necesitaran el sexo para sentirse realizadas, lo que de nuevo abre el debate sobre si se puede tener una relación romántica con una sola persona y relaciones sexuales con otras. A este respecto, María Esclapez reflexiona que “no somos máquinas, no podemos decir esto es solo sexo para siempre y nunca jamás me voy a enamorar de esta persona”, pero “sí que puedes tener sexo con una persona porque te despierta deseo sexual y excitación y amor con otra persona”.

A este respecto, la sexóloga del centro SEES añade que “en terapia se recomienda restablecer sus propias reglas de pareja, tal y como las quieran plantear, filtrando las ideas preestablecidas socialmente y valorando de forma individual y conjunta cuáles son sus prioridades”.

Acuerdos consentidos

Precisamente, una de las cuestiones que remarcaba el lector de The New York Times era que, tras pactar con su mujer abrir un perfil en una web de contactos y dejar clara su situación se encontró con que su perfil producía un gran rechazo ya que muchas usuarias consideraban que "estaba engañando a mi esposa —incluso con su permiso— y debería recibir un castigo".

En este sentido, Esclapez apunta que "a veces da la sensación de que cuando se abre la pareja es porque uno de los dos cede". Esto ocurre porque "socialmente la monogamia está bien vista" y la poligamia no tanto, por eso "se tiende a pensar que siempre hay algún tipo de presión, pero no tiene por qué ser así: hay parejas que tienen ese pensamiento en común", y hay que entenderlo como tal.

Ana Belén Rodríguez lo ha visto en su consulta: “Cuando se da una diferencia en el grado de deseo sexual las parejas lo abordan desde el sentimiento de culpabilidad y de frustración de no poder satisfacer a su compañero o compañera; a veces incluso desde la presión que pueden sentir, pues generalmente ha existido una demanda previa constante por parte de su pareja. El acceder a soluciones como abrir la pareja, a pesar de los miedos que pueda conllevar, suele ser bastante liberador".

"Evidentemente que es lícito que uno de los miembros de la pareja se plantee tener sexo con otras personas", insiste el psicólogo Nacho Coller, sobre todo "si el otro decide de forma unilateral, estando en plena conciencia de sus facultades, y por las razones que sea, dejar de tener sexo dentro de la pareja". Y recuerda: "La decisión de no tener sexo va a hacer que el modelo tradicional de relación haga aguas de una manera o de otra, ya que las pulsaciones y los deseos sexuales no van a desaparecer en el otro miembro".

Así, el debate es cómo plantear este nuevo acuerdo en una relación, que hasta ese momento tenía otras reglas. Antes de dar ese paso, el psicólogo recomienda "que la pareja investigue qué es lo que ha hecho que la persona adopte la decisión de olvidarse del sexo e intentarla comprender e invitarla a que reflexione sobre ello, con la intención, claro está, de que abandone la idea. Las relaciones sexuales no solo se reducen al coito, hay una amplia gama de opciones y estaría bien que se valoraran y que los dos se esforzaran por mejorar su vida sexual”.

Si esta opción no es debatible, Coller apela al sentido común y a la sinceridad para una buena comunicación, si bien insiste en que no se trata de una decisión fácil, teniendo en cuenta nuestro modelo de relación social. De esta forma, habría que dejar claras ideas como que "el que se mantiene en casa (abstinente voluntario) ha de tener claro que el otro va a seguir compartiendo el proyecto vital que tienen en común y que no se va a enamorar o se va a asociar con otra persona". Paralelamente habría que pactar los nuevos límites, por ejemplo "que no repitiera con otra persona, que fuera franco si apareciera cierta confusión, etcétera".

Si bien reconoce que no es fácil "gestionar el estar en casa y saber que el otro está teniendo relaciones, como tampoco es fácil aceptar que tu pareja te diga que no quiere más sexo contigo y resignarse", si se quiere apostar por la supervivencia de la pareja, solo queda "apostar por la confianza y poner el foco en pensar que unos minutos cada equis tiempo, no pueden dilapidar una relación de años".

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