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William Morris, arte contra la Era Moderna

'Noticias de ninguna parte' (1890), 
la novela utópica de ciencia-ficción 
en la que William Morris plasmó 
sus ideales humanistas y ecologistas.
'Noticias de ninguna parte' (1890), la novela utópica de ciencia-ficción en la que William Morris plasmó sus ideales humanistas y ecologistas. Ilya Krylov

EN SU libro Noticias de ninguna parte (1890), William Morris duerme al protagonista en la Inglaterra victoriana para despertarlo en el año 2000. Durante ese sueño se ha cumplido la utopía socialista: la industrialización atroz ha desaparecido en favor del regreso a la vida rural, el capitalismo ha cedido paso a una sociedad comunitaria y libertaria, no hay clases sociales ni autoridades… Y el Parlamento ha quedado reducido a un utilísimo almacén de estiércol.

“Aparte del afán por producir cosas bellas, la principal pasión que ha regido mi vida es el odio hacia la civilización moderna”.

Esta novela de anticipación, que el ex primer ministro de Reino Unido Tony Blair cuenta entre sus favoritas, sirvió al británico William Morris (1834-1896) para exponer algunas de las máximas que lo convirtieron en uno de los más laureados visionarios de su tiempo. Aunque sus vaticinios no podían estar más lejos de cumplirse. Tal y como dice una de sus estudiosas, la editora Joanna Banham, “si hoy levantara la cabeza, se quedaría en shock al ver la fealdad, el despilfarro, la alienación y el individualismo de este mundo. Le horrorizarían las condiciones en las grandes urbes, los efectos irremisibles del cambio climático y los severos conflictos bélicos que nos enfrentan. Se impondría su pragmatismo y aplaudiría los avances en la ciencia y la medicina; pero clamaría contra el uso prioritario que se sigue dando a las máquinas para que incrementen la producción y los beneficios en lugar de fomentar la creatividad de la mano de obra”.

Los papeles pintados y las telas estampadas acabaron siendo los artículos más rentables de Morris & Co.pulsa en la fotoLos papeles pintados y las telas estampadas acabaron siendo los artículos más rentables de Morris & Co.

Para algunos, la figura de Morris ha trascendido por ejercer de impulsor del movimiento Arts & Crafts —o la reivindicación de las artes decorativas y los oficios artesanales—. Un romántico en plena Revolución Industrial que nos legó preciosas piezas de diseño pensadas para acompañarnos en el día a día, para ese espacio que se bautizó como beautiful home. Pero para muchos otros, los ideales sociopolíticos de este agitador renacentista se extienden mucho más allá de los célebres muebles, tapices y papeles pintados con motivos florales que creó en colaboración con sus amigos artistas. Morris fue diseñador, ilustrador, pintor, poeta, ensayista, novelista, traductor, bordador, tejedor, tintorero, vidriero, calígrafo, tipógrafo, encuadernador; pero también empresario, editor, conferenciante, defensor de la conservación de edificios históricos, ecologista y activista socialista. Como él mismo proclamaba, “aparte de producir cosas bellas, la pasión que ha regido mi vida es el odio hacia la civilización moderna”.

De su personalidad poliédrica y de su legado da cuenta la exposición William Morris y compañía: el movimiento Arts and Crafts en Gran Bretaña, que se puede ver en la Fundación Juan March de Madrid hasta el 21 de enero y que visitará el Museu Nacional d’Art de Catalunya de Barcelona del 22 de febrero al 21 de mayo de 2018. Sus organizadores, Manuel Fontán del Junco y María Zozaya, consideran que la obra e ideales de Morris “están hoy más vigentes que nunca. No solo por el resurgir de la artesanía, que muchos jóvenes han vuelto a poner en valor. Morris abogó por terminar con la contaminación del aire y del agua y proteger el campo. También por evitar el crecimiento urbano desmesurado y restaurar los edificios históricos respetando su estructura y materiales originales. Denunciaba la explotación laboral y los efectos perversos de la industrialización. No estaba en contra de la máquina, pero sí de su mal uso o su abuso. Cambia revolución industrial por revolución digital y obtendrás una lectura lúcida de nuestro tiempo”.

La leyenda de Morris se inició cuando, al poco de terminar los estudios de arquitectura, invirtió su herencia en construirse una casa que desafiara el recargado estilo neogótico tan de moda a mediados del siglo XIX. Infundido por los ideales medievales, junto a su amigo arquitecto Philip Webb y artistas prerrafaelitas como Edward Burne-Jones o Dante Gabriel Rossetti, construyó cada mueble, cada rincón. El resultado: la Red House, pieza fundacional del movimiento Arts & Crafts que daría paso a la que conoceríamos como Morris & Co., la empresa bajo la que estos y otros artesanos comercializarían sus creaciones.

Morris aconsejaba a sus clientes que no tuvieran nada en sus casas que no consideraran “útil y bello” y reivindicaba “el lujo del buen gusto” por encima del “lujo de los precios altos”. Sin embargo, con el tiempo, tuvo que afrontar la paradoja de ser un comerciante de éxito dedicado a proveer de objetos exquisitos a las clases pudientes. Algo que casaba poco con su personalidad, a pesar de ser él mismo un burgués criado gracias a las riquezas de su padre financiero. Algunas de esas obras brillan con luz propia en la exposición, como un tapiz de 7,5 × 2,5 metros con un episodio de la leyenda artúrica del Santo Grial que Morris & Co. concibió para un magnate minero, y que hoy está valorado en más de un millón de euros y pertenece a la colección particular de Jimmy Page, guitarrista de Led Zeppelin, ferviente devoto del arte prerrafaelita.

En la colección hay un tapiz del Santo Grial, hoy perteneciente al rockero Jimmy Page y valorado en más de un millón de euros.

La dificultad de crear piezas económicamente accesibles fue solo una de las muchas contradicciones que encaró, recuerda Banham. “Vio truncado su ideal del amor ­romántico tras casarse con Jane Morris, la hija de un mozo de cuadra de Oxford. A pesar de vivir embelesado por su belleza, apenas mantuvieron relaciones íntimas y se fueron distanciando emocionalmente. Jane mantuvo un largo y complicado affaire con Rossetti, que la había convertido en musa de sus cuadros, y después con el escritor Wilfrid Scawen Blunt. Morris se volcaría en la esposa de su amigo Burne-Jones, Georgiana, con quien compartía un vivo interés por el socialismo. Jane y Morris permanecieron juntos, pero su historia distó mucho del amor apasionado que él celebraba en su poesía”.

Tapiz que representa la historia del Santo Grial y que hoy pertenece al guitarrista de Led Zeppelin Jimmy Page, ávido coleccionista de arte prerrafaelita.

Influido por las ideas de su mentor, John Ruskin, defensor a ultranza del “disfrute en el trabajo”, y por Karl Marx, fundó la Liga Socialista junto a Eleanor Marx, hija del autor de El capital. Acabaría montando su propia editorial, Kelmscott Press, donde publicó numerosas obras y también imprimía sus discursos. Algunos, como La era del sucedáneo, donde denuncia la creación de sucedáneos (desde el pan hasta la política, pasando por el entretenimiento) “para seguir haciendo de todos ustedes unas máquinas”, resultan clarividentes.

El influjo del padre de las artes y oficios parece ina­gotable. El artista conceptual Jeremy Deller lo puso a prueba comparando su figura con la de Andy Warhol en una exposición y lo plasma en el mural-homenaje que recibe al visitante en la Fundación Juan March. En él vemos cómo un Morris gigante sostiene amenazante el superyate de Román Abramóvich antes de hundirlo en las aguas de Venecia. La pieza fue concebida después de que el oligarca ruso atracara justo delante de la Bienal, eclipsando la bella vista del canal. Con esto, Deller quiere demostrar que hay una fuerza superior por encima del dinero y los negocios: la cultura. O, tal como lo resume él mismo, “en 50 años nadie se acordará de Abramóvich, pero seguiremos sin olvidar a William Morris”.

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