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Cómo una punki de Carabanchel se metió en la piel de una prostituta vocacional

La actriz Ana Rujas empezó haciendo teatro en la calle; ahora da el salto con su interpretación más arriesgada

La actriz Ana Rujas posa en exclusiva para ICON en un mercado de Madrid. Viste sujetador Eres, falda Paco Rabanne y botas Christian Dior.
La actriz Ana Rujas posa en exclusiva para ICON en un mercado de Madrid. Viste sujetador Eres, falda Paco Rabanne y botas Christian Dior.Gonzalo Machado/Nono Vázquez

Durante el verano, Ana Rujas hizo el Camino de Santiago. Como casi todo el mundo que vive esa experiencia, asegura que volvió cargada de historias asombrosas y con la sensación de haber vivido algo inolvidable. “Fue increíble. Pero hay que hacerlo sola, ¿eh? Yo me dije: ‘Me voy. Sola. Y me ubico. O no’. Y las historias que te cuenta todo el mundo son increíbles”. Como también es habitual en los peregrinos, tiene un montón de anécdotas que le salen sin necesidad de rascar mucho, aunque mientras las relata parece estar arrepintiéndose de hablar. “Me da miedo parecer una flipada. Si cuento estas cosas es porque me impresionaron. Pero en realidad es un poco como todo. Conoces a gente que entra y sale de tu vida. Aparecen, desaparecen y vuelven a aparecer. Es todo muy bonito”.

Ana Rujas es pura templanza. Al menos, hoy. Se ha recorrido posando medio barrio de Prosperidad, en Madrid, para nuestra sesión. La frutería, la farmacia, el bar… Tres horas siendo lo más llamativo de la zona, pero no parece darle ninguna importancia. Ahora, ya cambiada y con un libro de Sam Shepard en la mano, se sienta en el salón de un estudio de fotografía. En teoría tiene prisa, pero no lo demuestra. Tras hablar un rato con la actriz madrileña (nacida en 1989), da la impresión de que se mueve en un territorio curioso. Por un lado ilusión y constancia. Por otro el realismo del que ha recibido un montón de noes y al que cada paso le cuesta un mundo.

La actriz lleva sujetador Eres con pantalón y cinturón propios.
La actriz lleva sujetador Eres con pantalón y cinturón propios.Gonzalo Machado/Nono Vázquez

Aquí va un ejemplo: Ana tiene puestas muchas esperanzas en su primera película como protagonista, Diana. Habla con pasión de un proyecto en el que encarna a una prostituta. “Pero no de las que son víctimas de una trama, sino de las que lo hacen por propia voluntad. Sin que nadie las obligue”. Con pasión y con muchísimo cuidado.

Sabe lo fácil que es malinterpretar sus palabras y que parezca que apoya algo que, obviamente, no apoya. “Habla de la prostitución desde el prisma de una mujer que la elige como forma de vida y es feliz. Me costó mucho entender esto. Como mujer me costaba meterme en esa cabeza. Pero me documenté mucho. Tuve citas, conocí chicas que lo hacen…”. Cuenta que el filme establece un paralelismo entre las vidas de los dos protagonistas. Ella y un timador que se vende como emprendedor, encarnado por Jorge Roldán. “Él está en la cárcel, y todavía hay quién le defiende. Ella no ha hecho nada malo, pero la sociedad la juzga de antemano”.

Ana Rujas posa con un conjunto de ropa interior Eres y vestido de punto Calvin Klein Jeans.
Ana Rujas posa con un conjunto de ropa interior Eres y vestido de punto Calvin Klein Jeans.Gonzalo Machado/Nono Vázquez
"Habla de la prostitución desde el prisma de una mujer que la elige como forma de vida y es feliz. Me costó mucho entender esto"

Contado así suena muy bien. Pero el proyecto, la ópera prima del director Alejo Moreno, parte del equipo de redacción del veterano programa de televisión Días de cine, avanza muy, muy despacio. Hace casi tres años que se puso en marcha. “Ya sabes que es muy difícil sacar adelante una película. Todavía no hay nada que se pueda ver porque está aún en fase de montaje. Pero yo espero que cuando se estrene se vea mucho. A ver, no creo que vaya a ser masiva, pero espero que tenga el recorrido de festivales que busca Alejo”.

En el mercado con sujetador Eres, falda Paco Rabanne y botas Christian Dior.
En el mercado con sujetador Eres, falda Paco Rabanne y botas Christian Dior.Gonzalo Machado/Nono Vázquez

Este otoño sus dos estrenos tangibles son una colaboración en la décima temporada de la serie La que se avecina y un papel en la comedia Toc toc, estrenada recientemente. “Fue genial, porque me encantó trabajar con Vicente Villanueva, que es un gran director. Y también me gustó muchísimo actuar con Adrián Lastra, pero el mío es un papel de reparto sin demasiado recorrido”.

Es el día a día de alguien que aún siendo joven (tiene 28 años) lleva ya una década en esto. “Yo era una punki de Carabanchel que empezó a hacer teatro de calle con 16 años. Pero también me gustaban la escritura y la fotografía. El teatro era una actividad más. Escribía, íbamos a El Retiro y representábamos. ¿Sabes la película Noviembre, de Achero Mañas? Pues algo así. Y fui a Londres y también hice teatro de calle. Pero era solo algo con lo que me lo pasaba genial. Como también me gustaba el cine, me matriculé en Comunicación Audiovisual. También en una escuela de teatro. Un día nos vinieron a ver. Yo tenía 17 o así. Y una repre me quiso coger y yo dije: ‘Bueno, vale’. Y me empezó a salir trabajo. Pero si te digo la verdad, la decisión de que quería ser actriz la tomé años después.”.

Rujas lleva vestido Gucci.
Rujas lleva vestido Gucci.Gonzalo Machado/Nono Vázquez

Hoy es parte de la escuadra Kuranda, una de las grandes agencias de representación en España. Pero ni eso le ha evitado pasar malas rachas. “Cuando empecé, trabajé un montón en televisión, después paré. A veces es muy difícil entrar desde pequeña. Y más si, como es mi caso, no conoces a nadie y tus padres no se dedican a esto. Entonces cometes errores. Hasta que paras y dices: ‘Ni esta soy yo, ni esto es lo que quiero hacer’. A mí me han salvado mis estudios de interpretación y el teatro”.

Sobre todo, el teatro: formó la Compañía Beauvoir junto a tres compañeras de la escuela de interpretación del argentino Juan Carlos Corazza, para quien no tiene más que buenas palabras. Con ella puso en marcha ¿Qué sabes tú de mis tristezas?, una obra que hasta mediados de diciembre se representa en el Teatro Lara. “Este es un trabajo lleno de parones, en el que a veces te desesperas. Pero yo ya no lo vivo así porque el teatro me ha salvado siempre. Es algo que no he dejado nunca de hacer. El teatro, más que mi refugio, es algo que depende de mí, no de que venga alguien a ofrecerme nada. Y además aporta algo. El arte, como yo lo entiendo, tiene que aportar algo”.

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