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Es inexplicable el caso de Dexter. Una serie cuyo arranque era el más difícil todavía –comprender las motivaciones de un asesino en serie de Miami– se atascó en su final, sin saber muy bien qué hacer con uno de los más grandes personajes televisivos. El forense decidía comenzar una nueva vida sin el pasajero oscuro, el fantasma de su padre. Sin embargo, todo se precipitaba. Su hermana, Debra, entraba en coma. Dexter se vengaba de su asesino a plena luz del día. Nadie le acusaba. Podría haber huido con su mujer y su hijo, pero decide desconectar a Debra y lanzarla al mar. Una tormenta se lleva su barco. La serie podría –debería– haber acabado así. Pero Dexter sobrevive, trabaja en Nebraska, oculto tras una espesa barba. En la última escena, cierra lo ojos y los abre mirando a cámara. Dexter sigue vivo gracias a nuestra complicidad, vale, pero, ¿es este un final memorable? Definitivamente, no.
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Los siete peores finales de series

Ay, ese episodio final. Algunas series han sido sobresalientes... hasta su canto de cisne, que resulta desastroso

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