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El color del Oeste Americano

El territorio 
de los indios navajos, 
en el Estado de Nuevo México. Es uno de los lugares de EE UU donde la impresión de que el tiempo se ha detenido es más contundente.
El territorio de los indios navajos, en el Estado de Nuevo México. Es uno de los lugares de EE UU donde la impresión de que el tiempo se ha detenido es más contundente. fotografía de Sergi Pons / estilismo de Jesús Cicero

LA LUZ del Oeste no se parece a la de ningún otro desierto: está moldeada por el plástico de los neones de los moteles de carretera y por el sonido de los trenes interminables que se pierden en el horizonte, y hace intuir que en algún lugar, más cerca de lo que parece, empieza el más misterioso de los mares, el Pacífico. El fotógrafo francés Bernard Plossu ha retratado muchos desiertos a lo largo de su carrera, desde el Sáhara hasta Almería, pero su obra maestra son estas imágenes del Oeste de Estados Unidos recogidas en su libro Western Colours (Thames & Hudson). Reflejan el presente y el futuro, los caballos y las botas, pero también los coches y las carreteras, una extraña mezcla entre John Wayne y los lugares que Vladímir Nabokov describió en Lolita. Plossu tomó sus instantáneas en los setenta y ochenta, pero, salvo los coches, muy pocas cosas han cambiado. Supo captar lo que se esconde detrás de esos paisajes, que son los mitos que los han forjado, la larga historia de una conquista que ha dejado atrás un territorio por un lado dominado pero que, por otro, sigue siendo salvaje. El Oeste siempre será un espacio inexplorado. Eso es lo que captó Plossu.

Una camino en el desierto del sur de Nuevo México.pulsa en la fotoUna camino en el desierto del sur de Nuevo México.

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