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Porque lo digo yo
Columna
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El punto final

El fallecimiento de Carrie Fisher ha descubierto a una de las personalidades más fascinantes de Hollywood. Mientras no luchaba contra Darth Vader, hizo una carrera inteligente, divertida, y sobre todo, valiente.

Carrie Fisher, a los 16 años.
Carrie Fisher, a los 16 años.Jerry Mosey (AP)

Qué mujer.

Para la mayoría del público, el máximo logro de Carrie Fisher fue encarnar a la princesa Leia de Star Wars, y después de eso, la pobre fue devorada por el olvido y el fracaso. Obviamente, confundimos "famoso" con "exitoso". El fallecimiento de la actriz ha descubierto a una de las personalidades más fascinantes de Hollywood. Mientras no luchaba contra Darth Vader, hizo una carrera inteligente, divertida, y sobre todo, valiente.

Es posible constatarlo en sus memorias y espectáculos cómicos, como Wishful Drinking, disponible en HBO en español, donde Fisher se ríe de su famoso personaje, y de paso, de sus adicciones a todo tipo de sustancias, de sus divorcios y de su trastorno bipolar: ("ahora recibo todo tipo de premios por ser una enferma mental. Por lo visto, soy buena en esto. Es un honor"). Supo usar el humor y la creatividad para enfrentar sus propias dificultades. Y ser honesta en un mundo en que todo el mundo intenta parece un perpetuo comercial de dentífrico.

Qué contraste con otro de los muertos ilustres de las últimas semanas. George Michael sí parecía una estrella total: cien millones de discos vendidos y canciones grabadas en la piel de dos generaciones hacían ver que el cantante de Faith lo tenía todo. Pero todo no era suficiente. Su muerte puso los focos sobre las adicciones, clínicas de rehabilitación y depresiones que lo acompañaban al bajar del escenario, hasta la espiral final.

La invisible, la "fracasada" Fisher, supo vencer a sus propios demonios. El triunfador George Michael murió incapaz de luchar siquiera con el sobrepeso. Como en las novelas, en la vida no sabemos el sentido de una historia, hasta el punto final.

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