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El peligroso ciclo de violencia engendrado en Egipto

Numerosas ONG denuncian el uso sistemático de la tortura en las comisarías de policía

El complejo catedralicio de San Marcos tras el atentado sufrido recientemente.
El complejo catedralicio de San Marcos tras el atentado sufrido recientemente.David Degner (Getty Images)

En su más popular best seller, El edificio Yacobian, el escritor egipcio Alaa Aswani incluye un personaje, el joven Taha, que se acaba convirtiendo en un vengativo yihadista después de haber sido torturado y violado en una comisaría de policía. La obra denunciaba el peligroso ciclo de la violencia engendrado en Egipto por los crueles métodos utilizados por las fuerzas de seguridad en su lucha contra los grupos extremistas durante los años noventa. Tras la Revolución de 2011, pareció que el país árabe quería hacer borrón y cuenta nueva respecto a las prácticas y la mentalidad de la dictadura de Hosni Mubarak. Sin embargo, la pulsión de cambio de la plaza Tahrir fue un instante pasajero. El país árabe ha vuelto al pasado en su versión más brutal.

La policía egipcia ha atribuido el atentado contra el complejo catedralicio de San Marcos de hace un par de semanas, que se ha cobrado la vida de 26 personas y que fue reivindicado por el autodenominado Estado Islámico, a Mahmoud Shafik, un estudiante de 22 años. Según informó el Ministerio del Interior, el chico fue arrestado en 2014 en una manifestación de protesta. Bajo custodia policial, fue torturado y agredido sexualmente, por lo que al ser puesto en libertad se hallaba en un estado de gran angustia, explicó su madre a la agencia Reuters. “Se pasó toda la noche llorando. No lloraba porque hubiera sido golpeado o torturado, a pesar de que las cicatrices eran visibles en su cara y en su cuerpo. Lo rompieron en la comisaría. Violaron su honor”.

Después de la masacre en la iglesia copta, el presidente Abdelfatá al Sisi se mostró favorable a reformar la ley para acelerar los juicios por terrorismo, reduciendo las garantías legales de los sospechosos. Al Parlamento, dominado por sus acólitos, le ha faltado tiempo para iniciar el trámite legislativo con esta finalidad. Y ello a pesar de que numerosas ONG han alertado del uso sistemático de la tortura en comisarías y cárceles y han denunciado la falta de garantías jurídicas en los juicios a opositores y sospechosos de terrorismo. El ciclo de la violencia se reproduce inexorablemente en Egipto.

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