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'Burkini': ¿Libertad o esclavitud?

Recordarán ustedes la polémica suscitada en Francia a raíz de la prohibición por parte de algunos alcaldes del denominado burkini, la extraña prenda utilizada por algunas mujeres musulmanas para bañarse en las playas. La columnista de EL PAÍS Leila Guerriero dedicó al tema su artículo del pasado miércoles 21 de septiembre. No ha sido la única columnista de este periódico que lo ha hecho. También Almudena Grandes ha abordado el tema, pero las tesis eran distintas. La columna de Guerriero que se titulaba como la de Grandes, ‘Burkini reflexionaba sobre la conveniencia de no prohibirlo.

Guerriero no se refería a esta polémica prenda hasta el párrafo final de su artículo. En él, y recordando a un excompañero de escuela marginado por el color del guardapolvo que vestía (reservado a los alumnos pobres), decía:

Pienso en ese chico mientras miro un burkini y trato de encontrarle diferencias significativas con un traje de neopreno. Las diferencias, claro, son simbólicas, y por tanto las más grandes que puedan existir. Miro esa prenda y pienso cómo somos de sucios, cómo nos amparamos en leyes legalísimas para hacer canalladas abyectas y sacarnos de encima aquello que nos molesta, que nos resulta distinto y, por tanto, insoportable y aterrador.

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El párrafo es polémico y algunos lectores han escrito para dejar constancia de su discrepancia. Ángeles Sánchez Hernamperez, de Madrid, argumenta en su correo:

Lo siento, Leila, pero no es lo mismo un traje de neopreno, que sirve para aislarte del frío, que un burkini que se usa para aislarte de las "miradas lascivas y pecaminosas" de los demás bañistas. Si fuera lo mismo, se pondrían un traje de neopreno y no llamarían la atención de nadie. Porque, al final, lo que pretenden y consiguen es sólo eso, llamar la atención, en la playa o en la escuela. Y nosotros les seguimos el juego".

Algo parecido opina Adolfo Sarasúa Molina, que dirige su mensaje a la propia Leila Guerriero:

Cuando veo un traje de neopreno, veo una prenda que, usada indistintamente por hombres y por mujeres, nos protege del frío y nos da libertad para poder pasar más tiempo y disfrutar de un medio hostil pero maravilloso, como es el fondo del mar y que, sin cuyo uso, veríamos limitado muchísimo ese disfrute. Cuando veo un burkini, veo una prenda de uso solo para mujeres, que las somete en una cultura egoísta y machista, bajo el hipócrita pretexto de un respeto a las mismas.

Me parece maravillosa la diversidad y la diferencia entre los seres humanos, que en el fondo no es tan grande como parece.Lo que me resulta insoportable y aterrador es que las mujeres, entre las que la incluyo a usted, no sean capaces de verla.

Guerriero reconoce que se trata de un tema complejo y por ello me ha enviado un largo mensaje explicativo del sentido de su columna. Lo reproduzco aquí:

Estoy de acuerdo: un traje de neopreno es bien distinto a un burkini. De hecho, eso es lo que decía mi columna: Las diferencias son simbólicas, y por tanto las más grandes que puedan existir. Eso sería todo. Pero quisiera agregar algo. La columna habla de un estado –el francés- que manipula un marco legal –el principio de laicidad- para hacerlo operar como artefacto legalmente correcto pero contradiciendo su idea original. El filósofo francés Henri Peña-Ruiz, miembro de la comisión para la aplicación del principio de laicidad en aquel país, dijo hace poco: La laicidad no va contra la religión. Consiste en afirmar: en este país, donde hay creyentes de diversas religiones el respeto se basa en tres principios. Primero: la creencia religiosa debe ser libre pero sólo compromete a los creyentes. Segundo: la estricta igualdad de derechos de creyentes y ateos. Y tercero: el poder público es legítimo cuando se ocupa de promover el interés general, pero no cuando privilegia la religión o el ateísmo. No podemos, en nombre del laicismo, prohibir el burkini en las playas francesas. Eso lo han hecho alcaldes de derecha, con una ideología opuesta al universalismo laico. Soy mujer, soy atea, y me repele toda sumisión: hombres sometidos por dioses, ciudadanos sometidos por el Estado, mujeres sometidas por hombres. Me repele que el Estado haga volteretas legales para someter a parte de su ciudadanía, tanto como que ¿muchas, todas? las mujeres musulmanas se vean obligadas a usar algo que no quieren usar. (Disiento efusivamente con la idea, mencionada en una de las cartas, de que estas mujeres lo que pretenden y consiguen es sólo llamar la atención, porque las rebaja a sujetos histéricos de pulsiones superficiales, y ese es el sonsonete que repite el machismo más reaccionario). Los motivos por los cuales esas musulmanas se ponen burkini (o hiyab, o burka) son complejos. En esa conversación, que implica conceptos de los que me siento parte -igualdad de derechos, rebeldía y feminismo-, y otros de los que me siento en las antípodas -obediencia y sumisión-, me gustaría, sobre todo, escucharlas a ellas.

Los argumentos de Naciones Unidas y del Consejo de Estado francés para revocar la decisión de algunas autoridades municipales de ese país se basa en parecidos argumentos.

Comentarios

A la playa solemos ir a tomar el sol o a sentir el agua en nuestra piel al bañarnos.Alguien me puede decir si con esa prenda se pueden hacer alguna de las dos cosas?
El burkini es una de esas epidemias pasajeras, que está en candelero durante un tiempo hasta que llega un día en que nadie les hace ningún caso.La normativa de respeto a las personas y a la ley debe ser el referente que nos encuadre socialmente.El fumar por ejemplo, se demostró sanitariamente que perjudicaba gravemente la salud. Y por esta sola razón se prohibió que las personas fumadoras pudieran fumar dentro de los recintos cerrados compartidos.Algo que ha sido aceptado por todo el mundo.El burkini pasará a la historia en Occidente, cuando las personas que lo llevan vean que nadie se molesta por ello, y que a la hora de tomar un baño y tener la ropa mojada sobre la piel, les causa irritaciones y herpes.Ha de primar el bien común general.Ya es bastante logro social el que acudan a las playas estas señoras de cultura musulmana, y puedan estar entre la gente y otros hombres y mujeres en bañador.Sin que por ello se sientan condenadas.Todo ha de llevar su tiempo, y pasar de una concepción de tanto raigambre a otra tan distinta, llevará su tiempo.No hace tanto que nuestras abuelas llevaban pañuelo en la cabeza, y nos parecía lo más normal del mundo.

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