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La paradoja y el estilo
Columna
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No se entiende nada

La salida de Pedro Sánchez del PSOE se ha convertido en otro ‘reality show'

Angelina Jolie y Brad Pitt, en una imagen de 2007.
Angelina Jolie y Brad Pitt, en una imagen de 2007.Steve Granitz
Boris Izaguirre

Siempre pasa que después de un verano con mucha convivencia y tiempo para estar juntos, sobreviene el divorcio. Una de cada tres rupturas se produce en septiembre. Y ahora algunos miembros del PSOE han decidido divorciarse de Pedro Sánchez, deslumbrados por la noticia del divorcio de Brangelina. Pero conseguir un buen divorcio no es fácil. Pedro se mantiene fiel a su línea: “Un no es un no”. Lo que no se esperó es que le dijeran “no” a él.

Pareciera que medio distraído por el humo de la marihuana, Brad Pitt tampoco esperaba el no de Angelina. Y quizás Pedro Sánchez no supo estar atento a los vapores de los restaurantes de moda donde se saboreaba, entre plato y plato, su salida. En uno de esos nuevos restaurantes de la madrileña calle de Jorge Juan se reunían, aparte de las novísimas fortunas venezolanas que pueblan la zona, líderes históricos del PSOE para decidir cómo se cocinaban a Sánchez. Es que un divorcio, igual que un menú, se convierte en tema de conversación mucho antes que se decida. El de Sánchez puede que sea exprés, a lo mejor este mismo sábado hay otro u otra secretaria general. Pero los otros, como Brangelina o el de Belén Esteban con su exrepresentante, se dilaten para satisfacer la necesidad de contenidos de los programas.

Y es que, afortunadamente para alguien, el divorcio o salida de Pedro Sánchez del PSOE se ha convertido en otro exitoso reality show, solo superado en audiencia por el talent show La Voz 4. Una pelea de reality contra talent.

El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, esta tarde a su salida de la sede socialista de la calle Ferraz, en Madrid.
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, esta tarde a su salida de la sede socialista de la calle Ferraz, en Madrid.Ballesteros (EFE)

Hacía tiempo que el PSOE no tenía tantas portadas y espacio en los medios. Y hacía tiempo que un divorcio hollywoodense no nos apasionaba. Tienen en común esa curiosa adrenalina que nos insuflan, incitándonos a hablar, opinar y a encender el televisor. Ese exquisito caos en el que nos someten, haciéndonos creer que sabemos todas las razones, las verdaderas, las decisivas de sus porqués. Esa capacidad de hacernos sentir en una montaña rusa, como el título del último disco de Dani Martín. Así como oímos que Brad prefirió la marihuana a Angelina, especulamos, de una mesa a otra, con que la salida de Pedro permitirá que haya gobierno. “Vendrá Susana y no habrá terceras elecciones”, escuchas. Y vendrá acompañada con Mariano del brazo. Si los abogados de Brad y Angelina están frotándose las manos, en algún lugar de La Moncloa Rajoy consume calorías pedaleando en su bicicleta estática antes de descorchar un albariño observando el reality retransmitido desde Ferraz.

Eduardo Mendicutti, ese sabio escritor de Sanlúcar de Barrameda, argumentó en una reciente cena que Sánchez empezaba a parecer un personaje shakesperiano, un Coriolano que resiste y persiste en sus ideas aunque estas terminen devorándolo. No es una opinión que cale bien en sitios donde a Sánchez preferirían comérselo servido en una fuente de Pírex con una piña asada en la boca, uno de los platos estrella de esos nuevos restaurantes: secretario general asado al horno. ¡Ay, Pedro Sánchez! Cuando le vimos abandonar la sede del partido, en Madrid, sentado en la parte posterior del coche, arrugado más que abatido y con dos perchas en el asiento contiguo, una americana y una camisa, junto con su mochila, sentimos que Sánchez fue, en efecto, un pasajero, un mochilero con una muda por si pasaba algo urgente.

Claro que esas perchas y sus prendas afean la foto. Pero la explican y distraen la atención de ese gesto casi compungido y solitario del líder cuestionado. Al mismo tiempo, le dan un poquito de humanidad.

A veces de la humanidad no se entiende nada. O, por el contrario, entendemos demasiado. Desde el jueves sé más de la organización interna del Partido Socialista que nunca antes. Hay varios comités, reglamentos y estatutos. Choque de legitimidades y de protocolos. Cuando 17 miembros de la ejecutiva renuncian, esos comités se activan dramáticamente, como no podía ser de otra forma en un partido español. Entonces, todo ese pathos propulsa al partido a ser un gran reality y a hacerse más popular, como le gustaría a Felipe González.

Seguro que la popularidad de Brad sobrevive al divorcio de Angelina Jolie y su filmografía se valorará un poco más. Sánchez, también guapo, quizás será más recordado por esa foto con la ropa planchada y colgada en su coche que por ese “no es un no” que lo acercó a la puerta de salida.

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