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Sybilla, al servicio de la mujer

Ilustración de WEARBEARD
Amelia Castilla

SYBILLA SORONDO (Nueva York, 1963) busca crear ropa que dé fuerza y alegría, que acompañe en los desafíos de la vida y que saque lo mejor de cada persona. “Cuando era más joven, quizá valoraba más mi lucimiento personal que prestar un servicio a quien lleva la ropa. En diferentes épocas de la vida tienes distintas necesidades. A los 18 años empecé con la moda, era mi lenguaje y mi obsesión.

Más adelante, cuando tuve mi casa, quería objetos para el hogar y comencé a diseñarlos. Llegaron los niños y la alimentación era el centro; me dediqué a los huertos y más adelante a proyectar fincas y comunidades y me involucré en temas relacionados con la educación. Planear el lugar donde quieres vivir es como diseñar el abrigo que te protege en un día de frío y lluvia. Ahora, de vuelta a la moda, el desafío y la mayor satisfacción pasan por entender las necesidades de los clientes”. Una tarea complicada en un mundo en el que las consumidoras manejan responsabilidades y roles con más presión que nunca para ser perfectas. En esa tesitura plantea unas prendas que ayuden “a enfrentar retos, dar serenidad o seguridad y hasta fuerza cuando se está cansada”.

El blanco y el marfil con el negro marcan el color de la colección SS16, en la que domina la seda y los tejidos tecnológicos. Prendas cómodas que dejan al descubierto la parte más favorecedora del cuerpo femenino, realizadas con patrones elaborados y volúmenes escultóricos, pero prácticos y funcionales. “Es básicamente la ropa que me gustaría ponerme y no encontraba”, dice la creadora.pulsa en la fotoEl blanco y el marfil con el negro marcan el color de la colección SS16, en la que domina la seda y los tejidos tecnológicos. Prendas cómodas que dejan al descubierto la parte más favorecedora del cuerpo femenino, realizadas con patrones elaborados y volúmenes escultóricos, pero prácticos y funcionales. “Es básicamente la ropa que me gustaría ponerme y no encontraba”, dice la creadora.

Quiere diseñar ropa que acompañe a las mujeres. Le fascinan los cambios de estado de ánimo que, a veces, suceden en minutos: “De retraídas a arrebatadoras, de eficaces a juguetonas. Quiero hacer prendas que nos arropen en distintas ocasiones, edades, estaciones…, como un amigo”, cuenta en su estudio madrileño. “La idea es crear vestidos que se transformen según nuestras necesidades, con los que resulte fácil viajar y con los que te sientas bien aunque estés agotada. Cada mujer es un mundo… Para unas, seguridad es llamar la atención, mientras que otras requieren pasar inadvertidas…, marcar curvas o disimular… Intento dar piezas para que cada una se cree su exclusivo personaje”.

Si el cuerpo habla su propio lenguaje, ¿un aspecto físico determinado afianza la identidad? Creo que se trata de hacer las paces con nosotras mismas, aprender a jugar y a amar lo que tenemos. Esa lucha por llegar a gustarnos puede ser estimulante… Trabajo para conseguir ese momento en que una mujer finalmente se mira con aprobación y coquetería, por esa luz que se enciende cuando se gusta y se reconoce.

Sybilla Sorondo

Sabe que lucha contra un enemigo invisible. Hoy todas las mujeres llegan pidiendo perdón por su talla. Ninguna mujer tiene que ser distinta a lo que es para que yo pueda hacer bien mi trabajo. Disfruto vistiendo distintas personalidades y cuerpos, y descubriendo y resaltando la belleza de cada uno.

Con esa filosofía ha realizado las fotos de colección de verano, con mujeres de distintos tipos y edades, “sembrando sus particularidades”.

¿Diría que el mejor vestido del mundo no merece la pena ser exhibido a menos que se tenga alguien con quien compartir? Los vestidos por sí solos tienen su belleza intrínseca y su ingenio… El juego de texturas, colores y volúmenes. Y después está la química que ocurre cuando se impregnan de la personalidad de la que los lleva, cuando cobran vida y salen a pasear. Lo que más me interesa es la magia que ocurre en la mujer que lo lleva, si es algo que la ilumina, la nutre o la protege… Extraño trabajo este, pero de lo más gratificante. La ropa puede servir para escondernos o para desvelarnos a los demás. Un juego o una coraza. Puede ser una manera de expresarse y de comunicarse si así lo elegimos, o la mejor forma de desaparecer. A menudo nos vestimos para los demás, pero lo que más me interesa es despertar la sensualidad de quien lleva la ropa.

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Su firma se ha convertido en una compañía impulsada por mujeres, incluidas sus inversoras. Quiere crecer despacio y controlar el proceso. Por ahora, todo es un experimento, buscando nuevos caminos. Traslada su centro de operaciones a Mallorca y Miami la próxima temporada. Estados Unidos es el mercado donde más crece. Ahora vende su ropa en tiendas efímeras que pueden durar varios meses. Acaba de inaugurar en Mallorca, luego Taiwán, Nueva York, Miami y finalmente Madrid. “Desde el momento en el que me propuse volver, soñé en hacerlo con ese formato. Me gusta aparecer y desaparecer…, ir de ciudad en ciudad como un circo o un músico de gira. Ha sido una gran escuela; cómo salir de viaje con la colección y después seguir el camino. Las tiendas se convierten en fiestas, en encuentros con amigos y clientes”.

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