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España, vulnerable ante el reto ambiental

El país tiene que cumplir los compromisos de París para resolver las amenazas a su biodiversidad

Manuel Planelles
Incendio del vertedero ilegal de neumáticos en Seseña (Toledo).
Incendio del vertedero ilegal de neumáticos en Seseña (Toledo).JAIME VILLANUEVA

Con otras elecciones a la vuelta de la esquina, los programas de los partidos políticos se vuelven a llenar de propuestas y promesas. Algunas, relativas al medio ambiente y a los retos que España tiene que afrontar. “Nuestros políticos tienen que creerse que estamos ante una crisis medioambiental sin precedentes”, opina Juan Carlos del Olmo, responsable en España de la organización WWF. “Estamos ante un abismo, pero no veo sensación de urgencia en nuestros gobernantes”, añade. “El planeta no aguanta más este ritmo”, advierte Francisco Segura, portavoz estatal de Ecologistas en Acción.

Durante la pasada campaña, los asuntos medioambientales estuvieron casi ausentes de las agendas de los cuatro grandes partidos. Está por ver si en las semanas que faltan hasta el 26 de junio ocurre lo mismo. En aquella campaña para las elecciones de diciembre, las principales organizaciones ecologistas pidieron que el futuro Gobierno tenga una vicepresidencia de sostenibilidad, encargada de coordinar las políticas de todos los departamentos del Ejecutivo.

“De esta crisis solo se puede salir con un modelo económico sostenible. Un modelo de economía baja en carbono, en el que se empleen menos recursos y que proteja nuestros ríos, bosques y mares”, insiste Del Olmo. Este, en su opinión, es el principal reto medioambietal para España. Y, según interpreta, es hacia el lugar al que se están dirigiendo algunas de las grandes economías a través de compromisos como los cerrados en la Cumbre del Clima de París a finales del pasado año, donde se llegó a un compromiso internacional de intentar limitar el aumento de la temperatura del planeta por el calentamiento global.

ENERGÍA

Desligar cambio climático de la energía es imposible. Y la forma de producirla y de consumir esa energía es uno de los asuntos medioambientales que más preocupa a todas las organizaciones. Y no solo a los ecologistas. La auditora Monitor Deloitte ha evaluado el esfuerzo que tendrá que hacer España para cumplir sus compromisos de descarbonización de la economía: entre 330.000 y 385.000 millones de euros hasta 2050, lo que supone unos 10.000 millones al año.

El problema para los ecologistas es que España parece estar perdiendo ese tren. La Agencia Internacional de la Energía Renovable (Irena) se congratuló hace unos días de que el empleo en este sector creció un 5% en todo el mundo en 2015, hasta los 8,1 millones de trabajadores. Sin embargo, lamentaba el caso concreto de España, donde este sector empleó en 2014 a 76.300 personas, la mitad que en 2008, cuando se registró la cifra más elevada en nuestro país. Irena señaló directamente a “las políticas adversas en el sector eléctrico”, que hacen que sigan disminuyendo los empleados en la eólica, la solar y la biomasa.

En el terreno energético, la electrificación del transporte es la asignatura pendiente 

“Tenemos muchas dudas de que España vaya a cumplir con sus compromisos energéticos de cambio climático”, sostiene Segura. “La instalación de renovables está parada desde hace años. Se empezó con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y se paró de forma drástica con el de Mariano Rajoy”, añade este responsable de Ecologistas en Acción. Pese a que en todo el planeta este sector creció el año pasado, en España cayó: el 37,1% de la electricidad que se generó en nuestro país en 2015 vino desde fuentes limpias (entre las que se incluye la hidráulica), 5,7 puntos menos que en 2014.

Pero con un cambio para hacer más limpia la generación de electricidad no bastaría. En España, en este caso al igual que en la mayoría del mundo, la asignatura pendiente es la electrificación del transporte. “La importación de petróleo es además un lastre brutal para la economía española”, destaca Del Olmo. “Hay que hacer una reestructuración clara del transporte, una urbanización más razonable y potenciar de verdad el ferrocarril”, propone Segura.

RESIDUOS

Atasco en la A-49, en Sevilla.
Atasco en la A-49, en Sevilla.PACO PUENTES

El enorme incendio en mayo del vertedero de neumáticos de Seseña, ubicado entre Madrid y Castilla-La Mancha, ha puesto el foco en el descontrol sobre los residuos. “Tenemos claramente un problema”, afirma Segura. En la gestión y en la producción. “Cada español genera un kilo y tres cuartos de residuos al día”, alerta. Y los vertederos ilegales, ya sea de neumáticos o de residuos urbanos, proliferan por el país, como muestran los diferentes expedientes sancionadores que la Comisión Europea ha abierto a España por el incumplimiento de las normativas comunitarias. Hace un año, Bruselas, tras varias advertencias, denunció a España ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea por no acabar con 62 vertederos ilegales ubicados en seis comunidades. La Comisión reprochó al Gobierno que, a pesar de las advertencias, no se acometiera el cierre y limpieza de esos depósitos ilegales.

Segura apuesta por un cambio en el modelo también en este ámbito, que en primer lugar debería pasar por una reducción de la generación de residuos. La siguiente prioridad debería ser la reutilización y la tercera el reciclado. Y, por último, el vertido o la incineración. “Pero en España seguimos apostando primero por el vertido y la incineración”, alerta Segura.

CAMBIO CLIMÁTICO

La mayoría de expertos coinciden en la vulnerabilidad de España ante el cambio climático que, según reconocen los firmantes del acuerdo de París -la práctica totalidad de los Gobiernos del mundo-, está motivado por el exceso de emisiones de gases de efecto invernadero que el hombre está expulsando a la atmósfera. “España es de los países más amenazados del mundo”, remacha Mario Rodríguez, director nacional de Greenpeace.

El Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente presentó hace unas semanas la primera evaluación de los efectos de este fenómeno en las costas españolas. En este informe se alerta del calentamiento de las aguas, que estaría desencadenando un aumento de la mortandad de algunas especies, más acostumbradas a condiciones más frías.

“España tiene que integrar los compromisos de París en todas sus políticas”, sostiene del Olmo. “Solo con integrar esos compromisos sería un completo programa de Gobierno”, añade. Las promesas de reducción de las emisiones supondrían un cambio de modelo económico. El compromiso de la Unión Europea, que vinculan también a España, es bajar las emisiones de gases de efecto invernadero al menos un 40% en 2030 respecto a los niveles de 1990. A largo plazo, la UE asegura que las emisiones dentro de sus fronteras habrán caído entre un 80% y un 95% en 2050.

El incendio del vertedero de Seseña ha puesto el foco en el descontrol que existe sobre los residuos

A los impactos sobre la biodiversidad, Mario Rodríguez añade otro factor más: “En poco tiempo empezaremos a hablar mucho de refugiados climáticos. Y España volverá a ser una puerta de entrada de estas personas”. “A partir de la próxima legislatura se tendrá que afrontar este tema”, apunta el director de Greenpeace.

AGUA

“El agua será uno de los grandes debates de la próxima legislatura”, vaticina Rodríguez. “Somos un país muy débil en este aspecto”, añade Segura, quien recuerda que en los últimos 25 años la disponibilidad de agua dulce se ha reducido un 20% por el aumento de las temperaturas.

Para Rodríguez, España debe tener presente en sus políticas agrícolas y urbanísticas el agua como “un factor limitante”. Es decir, “incorporar esta filosofía a los planes territoriales” y que esa limitación sirva para que no se puedan desarrollar urbanizaciones, campos de golf o más regadíos en las zonas en las que no hay recursos suficientes.

“En algunas cuencas ya se vive la escasez y se va a generalizar”, dice Segura. “Y las políticas se rigen ahora como si fuera un recurso ilimitado y se pueda crecer indefinidamente”, añade. Prueba de ello son las constantes guerras por el agua entre comunidades autónomas, con los trasvases entre cuencas como telón de fondo.

El responsable de Greenpeace en España añade otro factor importante para la gestión del agua: la contaminación por productos empleados en las labores agrícolas. “En demasiadas ocasiones el nivel de contaminación sale del debate, pero es un problema importante como el de la escasez”, explica Rodríguez. “Los fertilizantes y herbicidas están contaminando las reservas que tenemos de agua dulce, los acuíferos”, alerta.

PESCA

Presa de Arribes de Duero, Salamanca.
Presa de Arribes de Duero, Salamanca.GETTY

Los grupos ecologistas, y varios organismos internacionales, han aplaudido la labor que desarrolla España contra los armadores que pescan ilegalmente fuera de nuestras aguas territoriales. “El Gobierno está trabajando muy bien en pesca ilegal”, admite Juan Carlos del Olmo. Prueba de ello son las sanciones administrativas -por 17,8 millones- impuestas al entramado del armador gallego Antonio Vidal Suárez, perseguido en varios países por esta actividad. Además, desde la Audiencia Nacional se ha abierto un proceso contra este grupo, considerado uno de los mayores piratas de la pesca ilegal.

Sin embargo, la asignatura pendiente es la sobrepesca. “Los principales caladeros están sobreexplotados”, advierte Del Olmo. “Hay que reducir las capturas de las flotas españolas”, apunta Rodríguez. La organización New Economics Fundation sitúa a España a la cabeza de los países europeos que más contribuyen a la sobrepesca en el Atlántico noroeste. Según sus cálculos, España dispone este año de cuotas de pesca que están un 24% por encima (40.416 toneladas más) de lo recomendado por los científicos para mantener en buen estado esas zonas.

Especies en peligro, éxitos y fracasos

España ha protagonizado varios éxitos en la protección de especies en peligro. El ejemplo más conocido es el del lince ibérico. En coordinación con la Unión Europea, el Gobierno español y el andaluz pusieron en marcha a principios de siglo un programa de recuperación, que ha logrado que la población de este felino pase de los 52 individuos en 2002 a los 156 en 2012. Como consecuencia de este incremento de ejemplares, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) decidió el pasado año sacar al lince de la categoría de “en peligro crítico”, aunque sigue estando “en peligro”.

“Los programas del lince, del oso pardo o del águila imperial son buenos porque sirven para proteger hábitats más amplios”, destaca Juan Carlos del Olmo, de WWF España, que alerta de que hay que poner el “foco” en especies más pequeñas y desconocidas. En esos casos, “la pérdida de biodiversidad es salvaje y muy poco conocida”. Del Olmo habla de la “desaparición” de peces de río, mariposas, anfibios, abejas salvajes…

Mario Rodríguez, de Greenpeace, añade otro problema: el de las especies invasoras. “Hay que hacer planes de protección de las autóctonas”, pide.

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Sobre la firma

Manuel Planelles
Periodista especializado en información sobre cambio climático, medio ambiente y energía. Ha cubierto las negociaciones climáticas más importantes de los últimos años. Antes trabajó en la redacción de Andalucía de EL PAÍS y ejerció como corresponsal en Córdoba. Ha colaborado en otros medios como la Cadena Ser y 20 minutos.

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