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Tentaciones

Solo las chicas sobreviven a una noche de terror

De reinas indiscutibles del grito, a auténticas revolucionarias del género. Aquí un buen puñado de ejemplos que demuestran que sobrevivir a una peli de miedo es cosa de mujeres

¿Alguna vez has estado en una fiesta que se haya ido de madre y al irte has pensado "pobre el desgraciado que tenga que limpiar esto mañana"? Pues ahora imagina que la fiesta no es un guateque a la vieja usanza, sino un festival de dolor y vísceras, y que la persona que se tiene que encargar de ponerlo todo en orden es una chica bañada en sangre, cubierta de heridas y ronca de gritar a pleno pulmón en su lucha por sobrevivir, que, además, no puede echarle la bronca a sus amigos por dejarla tirada con semejante marrón porque, bueno, sus amigos están todos probablemente muertos.

Así es la dura vida de una Final Girl, o Chica Final, en las películas de terror. Ese término que acuñó Carol J. Clover en 1992 para definir a las sufridas chicas y mujeres que han de verse sometidas a todo tipo de torturas y vejaciones por parte de los peores seres posibles (y aquí hablamos tanto de los propios villanos del film como de los guionistas y directores responsables de su devenir) antes de salir de su peor pesadilla, sola, y por su propio pie.

Aprovechamos la reciente bocanada de aire fresco en el género que ha resultado ser la hilarante (y extrañamente emotiva) película Las últimas supervivientes para repasar algunas de las chicas finales más representativas del celuloide.

Sally Hardesty (Marilyn Burns) en La matanza de Texas (1974)

Podríamos estar muy tentados a achacar a la pobre Sally Hardesty todas las cualidades sexistas que durante buena parte de la historia del terror cinéfilo se han arrojado a las chicas finales. Sally es un saco (en un momento de film, literalmente) que parece estar ahí solo para recibir golpes. Pero aquí lo único que importa es sobrevivir, y eso hizo. Mentalmente lisiada, embadurnada de sangre y afónica de tanto gritar, pero sobrevivió, que es más de lo que podemos decir del resto de sus compañeros de aventuras.

Laurie Strode (Jamie Lee Curtis) en Halloween (1978)

¿Te peleabas con tus hermanos o hermanas? ¿Te tiraban del pelo, se chivaban de ti y te decían que eras adoptado? Bueno, piensa que podría haber sido peor. Te podría haber tocado el psicópata del hermano de Laurie Strode. Aunque mirándolo por el lado positivo, lo de pasar de niñera a guerrera puede ser una opción laboral como otra cualquiera. Desde luego a Jamie Lee Curtis le ha funcionado a la perfección, especialmente ahora que vuelve a agarrar con uñas y dientes su estandarte de reina del terror en la televisiva Scream Queens.

Ripley (Sigourney Weaver) Alien, el octavo pasajero (1979)

Es curioso que, la que probablemente sea una de las chicas finales más importantes de la historia del cine, primero, no estuviera concebida como mujer en el guión original, y segundo, capitanee una película archivada dentro del género espacial y de ciencia ficción, aunque en su corazón no deje de ser una historia de terror en la que, por cuestiones de la vida, el villano resulta ser un alienígena.

Ripley sobrevive gracias a su inteligencia y a su valentía, y sale decididamente victoriosa. Aunque, en una concesión a su condición de mujer (y al público masculino en general) no le quedara otra que hacerlo en bragas.

Alice Hardy (Adrienne King) Viernes 13 (1980)

La buena y virginal Alice sobrevivió a su encuentro con Pamela Voorhees, esa madre que pasó de cogerle gusto a tirar la zapatilla, a sembrar un reguero de caos y destrucción. Treinta y cinco años después, todavía necesitamos que siga saltando el enterado de turno a especificarnos que Frankenstein no es el monstruo, sino su creador, que las criaturas de 28 días después no son zombis, sino infectados, y que el asesino de Viernes 13 no era Jason, sino su madre.

Viernes 13 demuestra que ni matando le reconocemos a una madre el trabajo, y que el título de Chica Victoriosa no es vitalicio. Si no que se lo digan a Alice, que salió triunfal de la primera película, sólo para que viniera una secuela a arrebatarle el título, y la vida, apenas un año después.

Nancy Thompson (Heather Langencamp) en Pesadilla en Elm Street (1984)

Nancy es, como los superhéroes, no la chica de 16 años que queremos, sino la que necesitamos. En 1984, el apogeo de tortura a chicas monas a las que se les permitía sobrevivir sólo si antes bailaban macabramente para el psicópata de turno, estaba todavía en plena ebullición. Pero a Nancy lo de intentar no dormirse y que sea lo que dios quiera, no le convencía nada. Ella sola idea y ejecuta un elaborado plan para librarse de Freddy Krueger. Y funciona. No sólo eso, sino que, al contrario que la Alice de Viernes 13, consigue poner el pie (y sacarlo con vida) en más de una secuela de su saga.

Buffy Summers (Kristy Swanson) en Buffy, la Cazavampiros (1992)

Puede que la versión cinematográfica original de Buffy Cazavampiros sea un poco desastre (y cuando decimos “puede” queremos decir “definitivamente”), pero a ella no solo le debemos la estupenda serie que lleva su nombre, sino también la reinvención consciente por parte de Josh Whedon del concepto tradicional de chica final. Aquí, la chica no sólo sobrevive, sino que domina completamente la batalla, y lo hace además sin remilgos virginales que valgan y sin renunciar además en ningún momento a su femineidad.

Sidney Prescott (Neve Campbell) en Scream (1996)

Y llegó Sidney Prescott, la chica final que es consciente de ser la chica final. Sidney es inteligente, está llena de recursos y, precisamente porque es conocedora de las reglas del juego y sabe perfectamente qué es lo que se espera de ella, está dispuesta a sacrificarse entregándose a los placeres carnales, sólo para sobrevivir al final y encima poder hacer una peineta a los clichés del género. Y hace bien, sospechamos que con un buen arsenal de orgasmos, el deterioro que sufrió Scream a lo largo de todas sus secuelas, sería más llevadero.

Amanda Young (Shawnee Smith) en Saw (2004)

Amanda se merece una mención entre las chicas finales más representativas, aunque sólo sea por su capacidad de llevar el Síndrome de Estocolmo hasta sus últimas consecuencias. Gloriosa superviviente en los macabros juegos del pequeño payaso del triciclo, renunció a una vida de reconocimiento heroico para abrazar el lado oscuro junto al que acabaría por reconocer como su salvador. Quizá la tortura sádica como elemento redentor no acabe de ser la solución al mal en el mundo, pero oye, quiénes somos nosotros para juzgar.

Erin Harson (Sharni Vinson) en Tú eres el siguiente (2011)

¿Chicas finales vírgenes y modositas? Eso es cosa del pasado. Las chicas que sobreviven en nuestros tiempos sólo tienen que demostrar que merecen ser las que se mantengan en pie al final de la película de una única manera: pateando traseros. Y Erin, que juega con la ventaja de haber sido criada por un padre obsesionado con aprender a sobrevivir en la naturaleza, está más que preparada para mantener la sangre fía y las manos ocupadas empuñando cualquier tipo de arma. Demostrando una vez más la máxima vital capaz de hacernos salir victoriosos de cualquier situación: preparación, preparación, preparación.

Jay Height (Maika Monroe) en It Follows (2014)

El sexo te lo da y el sexo te lo quita. It Follows pegó un golpe en la mesa, descolocando completamente las piezas que componen el devenir de una chica final. El sexo no es ya ese elemento tangencial que puede equilibrar la balanza final, sino un componente protagonista más en la trama. Jay planta cara a su destino y, lo más importante, lo hace sin perder a sus amigos, dilapidando las bases que sustentan su condición de chica final solitaria. Cambiando para siempre las reglas del juego de su género con su propia versión del “juntos no puedo, con amigos sí” y dejándonos a todos dándole vueltas al futuro del resto de chicas finales, ¿y ahora qué?

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