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La reinvención de Camper

Desde que Camper se fundó en 1975, nunca había contado con un director creativo global conocido. Ahora sí. El francés Romain Kremer, de 32 años, lidera una nueva etapa para la compañía española. Promete mantener el humor, la ambigüedad y las colaboraciones. “Se trata de calzar a todo el mundo”, asegura en su primera entrevista en el cargo.

Eugenia de la Torriente
La primera colección de Romain Kremer para Camper es “más oscura”, según el francés. Pero la próxima, que ya ha terminado de diseñar, estará llena de color.
La primera colección de Romain Kremer para Camper es “más oscura”, según el francés. Pero la próxima, que ya ha terminado de diseñar, estará llena de color.

No lo llamen crisis de los 40. A punto de cumplir esa edad, Camper da un giro a su planteamiento y ficha al diseñador francés Romain Kremer como su primer director creativo global conocido. Hasta ahora, y a pesar de que la creatividad ha sido siempre una de las señas de identidad de la firma, el diseño corría a cargo de un equipo anónimo al que se añadían colaboraciones estrella como las de Bernhard Willhelm, Veronique Branquinho o el propio Romain Kremer. Arquitectos como Benedetta Tagliabue o Shigeru Ban y diseñadores como Martí Guixé, los hermanos Campana, los Bouroullec o Jaime Hayón han sido otros de los invitados a participar en una compañía que gustaba más de grupos que de individualidades.

En 1975 Lorenzo Fluxà decidió modernizar las técnicas de producción de la fábrica que su abuelo Antonio había fundado 98 años antes en la isla de Mallorca. Así nació Camper, que se convirtió en un emblema del diseño español de los años ochenta y noventa con un modelo llamado Pelotas como referencia. Gracias a esa y otras ocurrencias, hoy es una compañía global. Miguel, hijo de Lorenzo, ejerce como director general de una empresa que factura el 75% de sus más de 200 millones al año fuera de España. En la actualidad cuenta con 400 tiendas en el mundo y está embarcada en un plan de expansión en el continente americano, donde ha abierto 20 espacios. Además cuenta con hoteles (Casa Camper) y restaurantes (Dos Palillos) en Barcelona y Berlín.

A los pies del Centro Pompidou de París, en una terraza que desafía al otoño francés, Romain Kremer, de 32 años, habla por primera vez desde su llegada a esta marca singular. Es una historia de primeras veces, en realidad. Nunca antes Camper había apostado por que un diseñador se hiciera responsable de todos sus productos, así como de su imagen y sus tiendas. También es la primera vez que Kremer, que fundó su propia firma de moda masculina en 2006 y fue responsable de la división de hombre de Mugler entre 2011 y 2013, se enfrenta a la dirección creativa global de una firma de zapatos para ambos sexos. Su primera colección llegó a las tiendas en septiembre, cuando también se pudo ver su primera campaña de publicidad en la que por primera vez (disculpen la reiteración, pero ya hemos dicho que la cosa va de estrenos) aparecían modelos. Ni rastro de las ironías, colores y juegos que hasta ahora han caracterizado la comunicación de la compañía. Un espíritu minimalista que también se nota en los diseños. Aunque, por favor, que nadie hable tampoco de sofisticación. “Me da miedo que por eso se entienda algo más fashion y esa no es la intención en absoluto”, admite.

Usted firma colecciones para Camper desde 2009, pero es la primera vez que la marca cuenta con un director creativo global. ¿Por qué le propusieron el cargo? Desde nuestro primer encuentro hace cinco años, la relación ha ido evolucionando de forma muy orgánica. Cuando todavía tenía mi propia firma, me invitaron a formar parte del proyecto Camper Together. Me interesó enseguida porque nunca tenía zapatos propios para mis colecciones. Cuando me marché a Mugler seguimos en contacto. La colección funcionaba bien y era increíble ver mi nombre en todas esas tiendas. Me fui involucrando cada vez más, con otras líneas, y terminaron ofreciéndome el puesto.

¿Por qué cree que le eligieron a usted de entre todos los diseñadores con los que han colaborado? Creo que había un interés mutuo en ver qué podíamos aportarnos. Este es un negocio familiar y les gusta poder confiar en la gente. Fue un proceso gradual. Me observaron trabajar con el equipo y les gustó mi forma de ser y de pensar.

Su nombramiento se anunció en julio de este año y en septiembre ya lanzaban su primera colección. ¿Desde cuándo ha estado trabajando? Llevo más de un año, pero usted es la primera persona con la que hablo del proyecto. He estado muy callado hasta que he tenido algo que mostrar y de lo que poder hablar.

Romain Kremer

El diseñador francés es ya el primer director creativo de la historia de Camper. La firma mallorquina celebra su 40º aniversario con varios modelos de zapatos convertidos en superventas (Pelotas, Twins o Peu son tres buenos ejemplos). “Tú no decides crear un nuevo icono. Y hoy el mercado es muy distinto al de los años noventa. Además, si buscas el zapato emblema, nunca lo encuentras. Ojalá suceda, pero lo que necesitas es tiempo para aprender y probar”, explica.

¿Cómo concibe Camper? Me gustaría que estuviera muy conectado con el día a día de la gente y con los jóvenes. Hoy todo parece lujoso o deportivo. Diría que la gente se olvida de lo que está en medio, el casual wear, que en realidad es lo que se utiliza de forma cotidiana. Hay algo muy específico en la creatividad, el precio y la distribución de un producto como este. Se trata de intentar calzar a todo el mundo.

La primera colección supone un cambio importante. El producto, la publicidad y las tiendas son mucho más minimalistas de lo que se asocia a Camper. Creo que hay distintos pasos en la evolución. Los zapatos se idean un año y medio antes de que se lancen. Hay un motivo para cada concepto. Mi idea para la campaña era que aunque quieras estar en contra de la moda, también creas una imagen. Por eso en la publicidad no hay ropa, no hay estilismo, no proponemos cómo llevarlo. Solo mostramos una imagen fresca y limpia, con un elemento de collage… Es la primera vez en mucho tiempo que hay modelos en una campaña. La colección es más oscura. Pero la próxima temporada está llena de color. Además, en Camper se venden muy bien los zapatos de colores, algo que no es fácil.

El humor es otra de las claves de la casa. ¿Se considera divertido? En eso también han encontrado a la persona adecuada. Me encanta reírme. El humor es una herramienta muy poderosa. He visto anuncios y piezas en los archivos que son realmente graciosos. Se reían de todo, incluso de ellos mismos. Eso me gusta. También me gusta un punto ingenuo en los colores, las formas… Cosas que se salen de lo que se supone es chic. Hemos empezado con la siguiente campaña y será divertida.

En ese archivo, el zapato Pelotas ocupará un papel destacado. Fue capital para dar el salto internacional en los años noventa. Solo entre 1995 y 2000 se vendieron 2,5 millones de pares. ¿Cuál es su relación con él? Es un icono clave. Pero todo es una cuestión de percepción. De entrada, me daba mucho respeto hacer algo con él. Se han creado infinidad de versiones, pero yo he querido centrarme en la silueta, para comprender su forma, y darle un tratamiento hi-tech.

Es cierto que hay una estética tecnológica en su propuesta. ¿Cómo se combina eso con la herencia rústica de la marca? Ese lado tecnológico ya estaba en la empresa. Incluso si el aspecto es rústico, tiene mucha investigación detrás. Yo quiero combinar lo confortable en la experiencia y lo tecnológico en el aspecto. Me gustan los híbridos. Creo que por eso nos entendimos con Camper. Aquí también juegan mucho con eso. Se trata de encontrar un lenguaje muy mestizo: confort, alta tecnología, deportivo, formal…

La gente se olvida de lo que está en medio, el casual wear, que en realidad es lo que se utiliza de forma cotidiana”

Usted siempre ha diseñado para hombre. ¿Qué tal le va con la mujer? Estoy muy contento de diseñar piezas femeninas. En realidad, aunque siempre he diseñado para hombre, no hago distinciones. Las técnicas son diferentes, pero los conceptos son los mismos. El ejercicio de pensar en unisex me resulta muy interesante.

Pero el zapato de mujer se mueve también en un espacio muy propio, que es el tacón. ¿Tiene sentido que se adentre en él una firma basada en la comodidad? Uno de nuestros puntos importantes al empezar a diseñar para mujer era precisamente ese. ¿Hacemos solo zapato plano? ¿Nos adentramos en el tacón? Y en ese caso, ¿hasta dónde llegamos? En la primera colección hay un volumen masivo, pero que no pesa. Quiero ver hasta dónde podemos llegar sin traicionar la comodidad, pero incrementando la altura y el volumen. Hay mucho espacio entre las zapatillas y los zapatos de tacón altísimo. Y ahí es donde nosotros estamos.

Usted es el primer directivo global de una marca famosa por las colaboraciones. ¿Significa eso que se van a terminar? En absoluto. Es parte de Camper. Mantenemos un amplio elenco de aportaciones externas. Es una forma de abrirte todavía más a la creatividad.

¿Se ha instalado en Mallorca? Viajo mucho entre París y Mallorca. Cuento con una oficina pequeña en Francia, pero todo está en la isla, donde paso más tiempo. Te ayuda a entender mejor a la familia y a la compañía. Es un lugar complejo, discreto, con mucha diversidad.

En 2011 fue fichado por Mugler como responsable de la división masculina. ¿Qué le enseñó la experiencia? Fue muy divertido. Aprendí que hay que ser constante en tu visión y que hace falta tiempo para que la gente entienda lo que quieres.

Debutó en 2005 en Hyères y obtuvo el premio del festival. Recibió críticas entusiastas hasta que dejó su propia firma para trabajar en Mugler. ¿Se plantea recuperarla? A veces pienso en ello, pero cuando creces te das cuenta de que no vas a hacer centenares de proyectos en tu vida. Cuando me involucro en algo, espero tener éxito. Ahora me quiero centrar en Camper. Me encantó tener mi propia marca, pero es muy complicado. Todavía tengo mucho que aprender.

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