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Monica Lewinsky se reinventa

Tras ser diseñadora e ir a la universidad, la becaria más famosa lucha contra el ciberacoso

Silvia Ayuso
Washington -
Lewinsky, el lunes, en su primera conferencia en público en 13 años para hablar de acoso en la Red.
Lewinsky, el lunes, en su primera conferencia en público en 13 años para hablar de acoso en la Red.CORDON PRESS

Durante años, Monica Lewinsky trató de huir de su involuntaria fama. Probó en el mundo de la moda diseñando bolsos y se graduó en Psicología Social por la London School of Economics. Desapareció del mapa y mantuvo un estricto silencio durante una década. Todo sin éxito. En la memoria colectiva, fue y para muchos siempre seguirá siendo la joven becaria de la Casa Blanca que a mitades de los noventa tuvo una aventura extramatrimonial con el que por entonces era el hombre más poderoso del mundo, el presidente de Estados Unidos Bill Clinton. El hecho de que siga manteniendo, 16 años más tarde, casi la misma imagen y estilo de antaño tampoco ayuda a olvidar.

Cansada sin embargo de seguir siendo “esa mujer”, como la calificara Clinton, y con la madurez que dan los años -y, en su caso, los disgustos-, Lewinksy ha decidido reinventarse de nuevo. Pero esta vez no huye de su pasado, sino que lo afronta, lo asume y lo esgrime como bandera de su nueva causa: la lucha contra el ciberacoso del que ella se considera la primera víctima mundial. O, como dijo esta semana en su primer discurso público, ante un millar de jóvenes emprendedores reunidos por la revista Forbes, es la “paciente cero” de un fenómeno que hoy en día afecta a miles de personas en todo el planeta, famosos y no famosos.

“De la noche a la mañana pasé de ser una figura totalmente privada a una humillada públicamente”, recordó Lewinsky a la audiencia. “Yo fui el paciente cero, la primera persona cuya reputación fue completamente destruida en todo el mundo por Internet. No había Facebook, Twitter o Instagram, pero había páginas de cotilleos, y los emails se podían reenviar”, señaló. Durante la casi media hora que duró su discurso, Lewinsky tuvo que hacer a ratos una pausa. Han pasado más de tres lustros desde su “humillación pública”, pero se nota que todavía no le resulta fácil hablar de ello. Y eso que su regreso parece haber sido cuidadosamente planificado.

En junio daba el primer paso, con un largo artículo titulado Vergüenza y supervivencia -sus dos mayores características, afirma- en la revista americana Vanity Fair, de la que se ha convertido en colaboradora.

Justo antes de su comparecencia pública para Forbes, inauguraba también su cuenta de Twitter con un “vamos allá” que rápidamente ganó miles de seguidores. En dos días, superaba los 70.000, una muestra del poder de la Red de la que ella dice sentirse víctima y de la que quiere proteger a otros posibles ciberacosados.

Su inspiración, afirma, es Tyler Clementi, un estudiante de 18 años de la Universidad de Rutgers, Nueva Jersey, que se suicidó en 2010 después de que su compañero de habitación retransmitiera en Internet un vídeo de su encuentro sexual con otro hombre. Paradojas del destino, con este caso, Lewinsky sin embargo se vuelve a vincular indirectamente de quien ha rehuido todos estos años: la ex primera dama Hillary Clinton, quien tras el suicidio del joven estudiante participó, al igual que otros miembros del Gobierno de Barack Obama -ella era entonces su secretaria de Estado-, en el proyecto It gets better (Las cosas mejoran) lanzado para respaldar a los jóvenes de la comunidad LGTB acosados por su orientación sexual.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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