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Conchita Wurst: “La gente no tiene que amarme, tiene que aceptarme”

Ganar el festival de Eurovisión le ha permitido cumplir su sueño de fama, sorpresas diarias, música y petardeo

Pablo León
La cantante Conchita Wurts, en Madrid.
La cantante Conchita Wurts, en Madrid.Ó. GONZÁLEZ FUENTES (CORDON PRESS)

Fina, de voz aterciopelada, gestos calmados, pestañas imposibles y suave barba. La cantante Conchita Wurst, pregonera de las fiestas del Orgullo de Madrid (MADO14) y que actúa esta tarde en la fiesta-concierto Shangay Pride, en el Vicente Calderón, ha sido una de las sorpresas de los festejos que hasta el domingo revolucionan la capital. “Ya había estado en Madrid, pero solo de paso. Las pocas horas que pasé en la ciudad me dejaron con ganas de más. Noté que encajé con su espíritu”, cuenta con un voluminoso vestido blanco. El miércoles pasado pudo tomarle el pulso a Madrid desde el escenario de la plaza de Chueca, donde, junto a su “gran amiga” y adversaria eurovisiva Ruth Lorenzo, dio el pistoletazo de salida a las fiestas más emblemáticas de la capital. “Todo el mundo conoce el Orgullo de Madrid; es uno de los más importantes del mundo. Desde ese escenario lo pude sentir. La emoción y la alegría de la gente era muy perceptible”.

Ese día, tras sus palabras, también se pudo sentir el enfado y la ira de los presentes. Las protestas contra la alcaldesa Ana Botella, por los cambios y limitaciones a los que ha sometido a la celebración, compartieron protagonismo con Conchita. “Sé que ha habido algunos problemas con el Ayuntamiento. Incluso he oído que lo tachan de homófobo”, cuenta. “En realidad, no sé las razones de esa enemistad entre la organización y las autoridades, pero los políticos deberían valorar más el evento”, responde con cautela. La imagen de diva frívola que puede extraerse de la atracción que provoca con sus apariciones en público, se diluye en cuanto comienza a hablar parapetada tras sus pestañas postizas. “Además de que los madrileños están encantados con el evento, muchos turistas organizan sus vacaciones para acudir al Orgullo. Muchos amigos míos lo hacen. El Orgullo es algo positivo”.

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De manera inesperada, el personaje creado por Thomas Neuwirth, de 26 años, se ha convertido en un icono de la libertad y de la lucha contra la LGTBfobia. “Honestamente, no era mi objetivo. Simplemente soy un artista que en un momento dado relató sus vivencias. Hago lo que me gusta. Me parece bien que la gente me tome como símbolo de la causa LGTB y que me usen para dar visibilidad, pero yo simplemente hacía lo que me apetecía”, relata. “Sin duda, es increíble que la gente vea eso en mí. Me siento muy halagada”. Su elección como representante de Austria para el festival europeo de la canción fue controvertida. Su triunfo en el mismo, también. “Es cierto que hubo muchos comentarios negativos y desagradables, pero también mucha comprensión. Desde fuera se veía a Austria como un país conservador, pero a la vez yo iba a ser su representante en Eurovisión. Di muchas entrevistas en la televisión austriaca y me di cuenta de que había mucha gente que no compartía mis opiniones, pero las respetaba”. “Eso es lo que verdaderamente reclamo: la gente no tiene que amarme o quererme sino respetarme y aceptarme”

Nunca estuvo preparada para ganar Eurovisión. “Aún hoy en día, en ocasiones me tengo que recordar que todo esto está ocurriendo porque gané el certamen. En ocasiones me cuesta asimilarlo”, reconoce. “Es muy raro porque simplemente es un festival. Después del triunfo, todo cambió de un día para otro”. Tras pasar dos semanas en Copenhague, donde se celebró la gala eurovisiva, volvió a casa. Lo primero que hizo al ver a su familia y amigos fue llorar. “Todo el mundo sabe que yo lloro todo el tiempo”, bromea. “No creo que las lágrimas sean un reflejo de debilidad. Soy una persona emotiva. También soy una persona fuerte”, dice con vehemencia. Lo mejor de ese triunfo ha sido que ha cumplido su sueño de fama, sorpresas diarias, música y petardeo. Lo peor, dormir en los aviones. “Evidentemente ahora es el momento”, cuenta mientras explica que está preparando un disco con su repertorio. “Mi objetivo es seguir”.

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Sobre la firma

Pablo León
Periodista de EL PAÍS desde 2009. Actualmente en Internacional. Durante seis años fue redactor de Madrid, cubriendo política municipal. Antes estuvo en secciones como Reportajes, El País Semanal, El Viajero o Tentaciones. Es licenciado en Ciencias Ambientales y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Vive en Madrid y es experto en movilidad sostenible.

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