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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Jueces bajo vigilancia ciudadana

Los Premios Género y Justicia al Descubierto muestran el impacto positivo o negativo que tiene el sistema judicial sobre las vidas de las mujeres y las niñas

El miércoles 25 de junio, la organización internacional de derechos humanos Women's Link Worldwide anunció las decisiones judiciales ganadoras de los Premios Género y Justicia al Descubierto.

Conocer el resultado de estos Premios, dirigidos a aplaudir o castigar decisiones judiciales en materia de igualdad, siempre me genera mucha curiosidad. Los Premios Women's Link denominados Mallete premian las decisiones que toman los jueces dirigidas a derribar barreras jurídicas o prácticas institucionales que discriminan a las mujeres y las niñas. Así, por ejemplo, el Mallete de oro de este año se otorgó al "Caso 160 niñas", en donde el juez James Aaron Makau del Alto Tribunal de Meru, en Kenia, ordenó a la policía volver a investigar varios casos de violación a niñas, enfatizando que incumplir esta obligación constituye una grave negligencia por parte de la policía, que puede llegar a ser duramente sancionada por contribuir a la impunidad y a legitimar esta forma de violencia.

Los antipremios Garrote, castigan las decisiones judiciales discriminatorias que validan la negación de derechos a las mujeres y las niñas y su discriminación. Como ilustración, el Garrote de plata de este año fue para un tribunal de Riad que condenó a una mujer a 150 latigazos y a ocho meses de prisión por conducir un automóvil y resistirse al arresto cuando fue detenida por policías locales.

Ambas decisiones fueron tomadas en contextos muy diferentes y muy difícilmente comparables, pero ambas reflejan las múltiples y complejas formas de discriminación que aún enfrentan las mujeres en todo el mundo. Al mismo tiempo, muestran el impacto positivo o negativo que tiene el sistema de justicia sobre las vidas de las mujeres y las niñas. Las decisiones de jueces y juezas pueden ser claves para superar o para reafirmar formas de discriminación y violencia fuertemente arraigadas y naturalizadas. Esto se puede comprobar al hacer un repaso por las 65 decisiones judiciales de 31 países diferentes que participaron en estos Premios, con casos como el de un consejo tribal en la India que condenó a una mujer a una violación colectiva como castigo por haber mantenido una relación con un hombre de otra comunidad; o el de Bangladesh en donde el Tribunal ordenó al Gobierno terminar con una práctica humillante llamada "prueba de los dos dedos", utilizada como medio para verificar la veracidad de las denuncias por violación presentadas por mujeres.

La relación entre malletes y garrotes presenta, además, una complejidad importante. Un mismo país puede estar representado por decisiones judiciales en ambas categorías, poniendo en evidencia la complejidad de este tema en donde de manera muy marcada se constatan las visiones fuertemente estereotipadas que persisten acerca de cuál es el papel y posición de las mujeres en la sociedad y, sobre todo, acerca de qué es ser mujer. Al mismo tiempo, es posible comprobar cómo estas tensiones se encuentran presentes en todas partes del mundo con independencia de factores económicos, sociales o políticos.

Por último, encontrarnos con una iniciativa de la sociedad civil que logra reunir a organizaciones, abogados, comunicadores, ciudadanos y ciudadanas, en un proyecto común que atraviesa fronteras, siempre resulta inspirador. Los Premios se construyen por las nominaciones hechas por abogados y organizaciones de derechos humanos, que presentan sus propios casos, los que litigan día a día frente al sistema de justicia en demanda de que se garanticen los derechos humanos más básicos. Luego, las personas votan para elegir la decisión que valoran más progresista y la que valoran como más retrógrada, en compañía de un jurado internacional.

En casi ninguna democracia los jueces se ven sometidos al escrutinio de la mayoría como una sabia medida para mantener su independencia, pero eso no significa que los ciudadanos no tengamos nada que decir respecto de cómo cumplen su función. Las judicaturas tienen en sus manos una de las áreas más sensibles de toda sociedad, definen y dan contenido a los derechos llamados a protegernos. Son ellos y ellas los encargados de decidir sobre cuestiones tan básicas como qué significa tener acceso a servicios de salud, cuándo nuestra integridad física ha sido vulnerada o qué bienes podemos tener en propiedad, por decir solo algunas. Estas no son cuestiones que puedan decidirse en ausencia de cualquier tipo de debate público, después de todo van al fondo mismo de lo que significa dignidad humana.

Glenys de Jesús Checo es directora legal Women's Link Worldwide.

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