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Blogs / Gastro
Gastronotas de Capel
Por José Carlos Capel
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Se jubilan las aceiteras rellenables

José Carlos Capel

A partir del año próximo las botellas de aceite que veremos en las barras de los bares y en las mesas de los restaurantes serán semejantes a las que ilustran esta entrada. Envases de cristal, normales o de diseño, en cuyas etiquetas figurarán la marca y nombre de la almazara, el lugar de origen del aceite, las variedades de aceitunas y, en algunos casos, la fecha de la campaña. Y, lógicamente también, algunos parámetros analíticos (K 270, acidez, peróxidos).

Serán botellas de 1/4 o 3/4 de litro, las mismas que ya utilizan los AOVE (aceites de oliva vírgenes extra) españoles. Nada nuevo. Botellas con tapones especiales que impedirán o dificultarán el rellenado. Sustituirán a las botellas de cristal anónimas, a los conocidos convoyes y a las alcucillas que todavía se ven en algunas tabernas. El hábito de rellenar botellas toca a su fin. O lo que es lo mismo, tiene los días contados. Como muy tarde hasta el 28 de febrero próximo, tras la última moratoria del Gobierno.

La medida, que cae por su propio peso y reclamaba el sector elaborador desde hace tiempo, se acaba de aprobar por el Consejo de Ministros. Estoy convencido de que beneficiará a los consumidores y contribuirá a desarrollar una cultura de la que, paradójicamente, andamos bastante escasos.

¿Por qué ha tardado tanto tiempo en implantarse, sería la pregunta?

El sector productor está a favor y la mayoría de los consumidores la aprueban o les resulta indiferente. Solo algunos piensan que puede repercutir en un aumento de los precios.

Sin embargo me entero de que existen voces discrepantes en el sector hostelero

¿De verdad hay alguien que se pueda oponer a que los aceites de oliva vírgenes extra se traten igual que los vinos? ¿A quiénes molesta la medida? ¿Qué intereses mueven a aquellos que defienden la vieja práctica del rellenado?

Me dicen que algunos hablan de derroche y de generación de residuos. Que me lo expliquen.

Cuando una botella de vino o de ginebra se termina va directa a los contenedores de cristal para su reciclado. Con las de aceite sucederá lo mismo. Se trata de colocar los aceites de mesa al mismo nivel que los vinos. Lo que afecta a unos es extrapolable a los otros.

Para colmo se critican las monodosis, cuyo contenido, dicen, es excesivo para una tostada y generarán desperdicios. ¿En serio? Mi perplejidad sigue en aumento.

Amigos, las monodosis existen desde hace años y no les afecta la medida. Se utilizan en las compañías aéreas (Iberia), en el AVE, en los hospitales, en los bufés de los grandes hoteles... Todas con su marca y, eso sí, con calidades variables.

No me queda más remedio que traer aquí el comentario de la bióloga Anuncia Carpio del Instituto de la Grasa de Sevilla. “Lo lógico”, afirma “es que cada aceite venga respaldado por una marca que responda de la calidad y a la que se le puedan achacar defectos o virtudes”.

¿Tenemos que recordar ahora que los aceites de oliva se oxidan en contacto con la luz y el aire? ¿Y que las aceiteras de cristal transparente que atiborran los locales españoles perjudican esta grasa tan noble? Yo estoy aburrido de probar aceites de baja calidad o mal conservados, precisamente en estos envases.

El mundo de los aceites españoles necesita transparencia e imagen. No podemos volver a servir los vinos en jarras de barro, ni los aceites en alcucillas de latón. Nuestros AOVE merecen mucho respeto.

En twitter: @JCCapel

Sobre la firma

José Carlos Capel
Economista. Crítico de EL PAÍS desde hace 34 años. Miembro de la Real Academia de Gastronomía y de varias cofradías gastronómicas españolas y europeas, incluida la de Gastrónomos Pobres. Fundador en 2003 del congreso de alta cocina Madrid Fusión. Tiene publicados 45 libros de literatura gastronómica. Cocina por afición, sobre todo los desayunos.

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