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Nuria Oliver, ingeniera: “Aceptamos una tecnología adictiva y se la damos a nuestros hijos”

La experta en inteligencia artificial aboga por una asignatura transversal de pensamiento computacional en primaria sin ordenadores

Elisa Silió
La ingeniera Nuria Oliver, vicepresidenta de ellis.eu, el pasado 9 de mayo en Valencia.
La ingeniera Nuria Oliver, vicepresidenta de ellis.eu, el pasado 9 de mayo en Valencia.Universia 2023

La ingeniera en telecomunicaciones Nuria Oliver (Alicante, 1970), experta en la interacción persona-computadora con 41 patentes, se doctoró en el MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) y lleva años reflexionando sobre un uso más responsable de la tecnología desde los puestos que ha encadenado: 12 años investigando en Microsoft, directora científica en multimedia en Telefónica o directora de Ciencias de Datos en Vodafone. Oliver centra ahora sus esfuerzos en ELLIS (European Laboratory for Learning and Intelligent Systems), una organización sin ánimo de lucro dedicada a promover la investigación de inteligencia artificial de alta calidad en Europa, y en la Data-Pop Alliance ―promovida por la Universidad de Harvard y el MIT― que pretende favorecer unas mejores decisiones del ciudadano sobre la tecnología. La pasada semana Oliver participó en un panel de Universia 2023 ―un encuentro de 700 rectores organizado por el Banco Santander en Valencia― y concedió una entrevista a este diario.

Pregunta. ¿Cómo ve que en China enseñan inteligencia artificial en primaria?

Respuesta. Xi Jinping cuenta una estrategia para que China sea el número uno en inteligencia artificial en el 2030 que incluye su uso masivo de la sociedad y su incorporación a la educación obligatoria.

P. ¿Deberíamos incluir este contenido en la programación española?

R. Se necesita una asignatura transversal de pensamiento computacional para la que no se necesitan ordenadores. Sirve para desarrollar cinco habilidades indispensables: pensamiento algorítmico ―resolver un problema complejo, descomponiéndolo en partes que se secuencian, porque así se solucionan los problemas usando tecnología―; en segundo lugar, la programación, el lenguaje de las máquinas; y en tercer, cuarto y quinto lugar tienen que ser competentes en datos, redes y hardware [elementos físicos que constituyen un sistema informático]. Confundimos no poder vivir sin el móvil con ser nativo digital o competente en tecnología.

P. ¿Lo percibe en sus charlas?

R. Sí. He dado a miles de adolescentes. Digo: ‘Que levante la mano quien tiene el móvil’. Todos y sigo: ‘Y ahora los que sabéis programar vuestro móvil’. Un móvil que es, por cierto, cientos de veces más potente que los ordenadores de mi doctorado. Siempre alguno la deja levantada y pregunto: ‘¿Qué programas?’ Siempre contesta: ‘La alarma del móvil’, y se queda tan contento’. Hay que fomentar la creatividad, el pensamiento crítico, nuestras inteligencias emocionales y sociales, que quizás no estamos desarrollando porque la comunicación de humano a humano está mediada por la tecnología, que la empobrece. ¿Qué pasa si dejamos de saber discutir amigablemente o colaborar? ¿Qué pasa si dejamos de estar aburridos, clave para la creatividad? Aceptamos tener tecnología hecha para estar todo el día usándola, adictiva, y se la damos a nuestros hijos. Tenemos la capacidad para hacer una tecnología que diga: ‘Mira, Nuria, veo que no estás haciendo nada útil conmigo, ¿por qué mejor no me apagas?’. Es un proyecto que he querido hacer desde 2014.

Confundimos no poder vivir sin el móvil con ser nativo digital o competente en tecnología

P. ¿El ChatGPT va a suponer la muerte de las humanidades?

R. Probablemente habrá un punto en el que nada de lo que leamos, oigamos o veamos en el mundo digital necesariamente va a ser veraz y vamos a tener que enseñar el pensamiento crítico, el cuestionamiento de las fuentes, el contraste de los datos… Va a ser muy difícil para un ser humano resistir la tentación de no pedirle a un gran modelo de lenguaje que rompa una página en blanco. Aunque quizás nos ayude a arrancar y sigamos nosotros. Pero habrá también creaciones algorítmicas, en las que no hay ninguna garantía de veracidad, aunque suene muy creíble. Al menos durante un periodo de transición, puede ser muy peligroso si no nos adaptamos a cuestionar todo lo que leemos.

P. Y mientras no esté claro, ¿tenemos que actuar como las escuelas de Nueva York que han vetado el ChatGPT para que no hagan así los deberes?

R. El reto es hacer una campaña de educación a gran escala. Las intervenciones educativas son a medio y largo plazo, no suceden de inmediato. En muchos contextos de Estados Unidos se ha prohibido para lidiar con el corto plazo, mientras encuentran una solución. En Europa hay otro problema, que es el uso indebido de cantidades ingentes de datos sin consentimiento explícito; y esa es la dimensión por la que está siendo cuestionado OpenAI [creadora de ChatGPT] desde la Agencia Italiana de Protección de Datos y de otras agencias.

P. La inteligencia artificial puede prever como van a ser las notas de un alumno viendo sus datos de preinscripción. ¿Está ya preparada para atajar antes problemas educativos?

R. Te da la oportunidad de detectar de forma temprana dificultades: la dislexia, trastornos de hiperactividad... Igual que vamos a pasar de una medicina generalista a una de precisión, personalizada, preventiva y predictiva, habrá una educación personalizada. No todos aprendemos igual, ni utilizando los mismos sentidos, mecanismos y velocidad. La gran oportunidad es que cada uno pueda desarrollar su potencial por la adaptación de la educación a sus habilidades.

Nuria Oliver, segunda por la derecha, en el V Encuentro Internacional de Rectores Universia, la pasada semana en Valencia.
Nuria Oliver, segunda por la derecha, en el V Encuentro Internacional de Rectores Universia, la pasada semana en Valencia.Manuel Bruque (EFE)

P. ¿Van a tener que formarse en inteligencia artificial los profesores?

R. En toda transformación educativa, el gran reto es la formación del profesorado. Se requiere una inversión masiva en los cientos de miles de profesores que hay en España, y sobre todo hay que ver cómo democratizar la inteligencia artificial. Hay centros que llevan años enseñando a sus alumnos sobre tecnología, porque entienden que va a ser necesaria para el futuro; pero hay otros que económicamente no pueden o no tienen profesores formados. Hay que asegurarse de que no va a haber una brecha educativa aún más grande.

El humano no ha sido diseñado para estar todo el día delante de una pantalla

P. En ocasiones hay reticencias a los cambios de los propios profesores, como a la enseñanza por proyectos.

R. Una transformación masiva del mercado laboral, siempre afecta a la psicología. Es difícil de gestionar para cualquier persona por la incertidumbre que conlleva. El cuello de botella es que los profesores vean la inteligencia artificial como una oportunidad real de poder educar mejor, no como una amenaza, una carga o una moda.

P. Las universidades están empezando a ofertar el grado en inteligencia artificial. ¿Se necesita una formación específica o es mejor una ingeniería y un máster?

P. Es controvertido. Mi visión personal es más de una educación generalista que te enseñe las bases sobre las que luego construir distintas especializaciones; porque una formación más específica, puede quedarse obsoleta si hay un desarrollo tecnológico. Pero se necesita luego una oferta de especialización que sea ágil, adaptada a las necesidades de la sociedad.

P. ¿Qué opina de las metauniversidades que incorporan el metaverso en la docencia?

R. El humano no ha sido diseñado para estar todo el día delante de una pantalla, 24 horas del día con unas gafas de realidad aumentada. No es la visión que tengo del futuro del Homo sapiens. Y somos una especie social, necesitamos el cara a cara. El 80% de la comunicación del ser humano no es verbal, pero es fantástico usar la realidad virtual para visualizar conceptos en los que se necesita una visualización en tres dimensiones.

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Sobre la firma

Elisa Silió
Es redactora especializada en educación desde 2013, y en los últimos tiempos se ha centrado en temas universitarios. Antes dedicó su tiempo a la información cultural en Babelia, con foco especial en la literatura infantil.

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