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Vicent Mañes, maestro: “Bajar la ratio de alumnos es una condición para mejorar la escuela”

El número de estudiantes que la mayoría de docentes tiene en el aula es muy alto, dice el presidente de la federación de directores de colegios públicos Fedeip, que considera clave reducirlo para lograr que todos los chavales progresen

educación profesores
Vicent Mañes, en el colegio público que dirige en Catarroja, Valencia.ANA ESCOBAR
Ignacio Zafra

Vicent Mañes es maestro, director de una escuela en Valencia, la Bertomeu Llorens i Royo de Catarroja, presidente de la federación de directores de colegios públicos Fedeip, tiene 59 años y se jubilará, si todo va según lo planeado, el 1 de septiembre. El sistema educativo al que ha dedicado buena parte de su vida tiene muchas necesidades. Y en su opinión y en la de gran parte de sus colegas, una de las principales es la reducción del número de alumnos por aula, “la ratio”. Ahora llega a haber 35 estudiantes en bachillerato y hasta 30 en primaria en algunos territorios (aunque la norma general son 25), herencia de los destrozos causados por los recortes de la crisis financiera que estalló hace 15 años. Mañes considera urgente reducirlos. Y lo relaciona con varios de los grandes temas que más preocupan a los docentes y atraviesan el debate educativo: cómo ofrecer una enseñanza más individualizada que permita el progreso de todo el alumnado, cómo reaccionar al fuerte descenso de la población escolar que predicen las proyecciones demográficas y ya sacude las escuelas, cómo aplicar metodologías más activas que, tras décadas presentes en muchas aulas, la Lomloe plantea generalizar, y cómo reducir la burocracia que soporta el profesorado.

La pandemia generó numerosos experimentos naturales. Uno de los que tuvo como escenario la escuela fue la drástica reducción del número de niños por aula, hasta 15 alumnos en primaria, que no fue homogénea en todas las comunidades y duró mucho menos de lo que los docentes hubieran querido, pero les permitió experimentar a gran escala una de sus demandas históricas. “La medida se aprobó por motivos sanitarios. Pero tuvo una repercusión pedagógica muy importante, y allí donde se aplicó bien, creo que contribuyó a que la pérdida de aprendizaje no fuera tan grande”, dice Mañes. “La conclusión que sacamos es que se trabaja muchísimo mejor. Bajar las ratios no es el único factor, pero sí una condición importante para mejorar el trabajo en las escuelas”.

¿En qué se concretan dichas ventajas? “Los problemas de gestión diaria del aula disminuyen muchísimo, sobre todo los que tienen que ver con la atención al alumnado con más necesidades; está muy bien hablar de inclusión educativa, pero si luego contamos con los mismos recursos de siempre es complicado lograrla. Hay menos problemas de convivencia. Y la parte burocrática que encierra la labor docente, como rellenar boletines, llevar registros de evaluación exhaustivos, mantener contacto con las familias a través de las plataformas digitales escolares… si en lugar de un grupo de 25 o 30 alumnos y alumnas, tienes 15 o 18, se reduce de manera proporcional”.

La bajada de ratios también es muy útil, sigue Mañes, para aplicar otras metodologías. En formatos más tradicionales, en el que el profesor explica en la pizarra y los alumnos realizan después actividades, el número de estudiantes resulta menos importante, dice. “Pero si quieres organizar dinámicas en las que cada alumno esté haciendo actividades diferentes, o trabajo cooperativo, en equipo o por proyectos, hacen falta más recursos personales”. El descenso de la natalidad supone una oportunidad perfecta, opina, para reducir el tamaño de los grupos sin aumentar tanto el presupuesto en profesorado, y constituye una alternativa a la “rácana” política de cerrar unidades y prescindir de maestros. “Hay, además, distintas formas de reducir la ratio. Para mí es mucho más interesante hacerlo mediante la opción de que entren dos maestros en un aula con 25 alumnos. La codocencia permite gestionar mejor las metodologías activas y atender a la diversidad. Exige mucha coordinación y dar a los centros las horas necesarias para planificarlo, pero creo que bien hecho favorece más el aprendizaje de todos los alumnos”.

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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