¿Hay una nueva globalización a consecuencia de la crisis con China?

La integración económica entre China y Occidente se ha frenado abruptamente. Muchos expertos advierten que ese giro podría castigar el crecimiento económico mundial. Mientras, países como la India, Indonesia, Vietnam o Filipinas, muy poblados, aparentan un sólido y rápido crecimiento y ofecen bajos costes laborales, que podrían impulsar una nueva ola de globalización. Todos los detalles, en el último vídeo de ‘Si lo hubiera sabido’, el canal de información financiera de Mutuactivos

China lleva casi 50 años echando combustible a la locomotora de la economía mundial, desde que se reabrió al mundo en 1978 para convertirse en una de las economías de más rápido crecimiento del planeta. Entre 1991 y 2011 creció a un ritmo medio de un 10,5% anual. Después de 2012, con la llegada de Xi Jinping a la presidencia, la expansión se desaceleró, pero todavía mantenía el 6,7% en la década hasta 2021.

El escenario ha cambiado. Mucho. El FMI ha llegado a definir la (hasta hace poco) locomotora como un lastre, y sus expertos se reconocen pesimistas respecto de las perspectivas a largo plazo. La tasa de crecimiento de China, que rondó el 5,4% en 2023, disminuirá, según algunos especialistas, de forma gradual, hasta el 3,5% en 2028.

Durante años el gigante asiático estuvo en el punto de mira de prácticamente todas las grandes multinacionales. Los ejecutivos de esas corporaciones descubrieron en China su particular El Dorado: el gigante asiático les brindaba un ecosistema industrial muy competitivo, con bajos impuestos, pocas regulaciones y mano de obra barata, así como el acceso a un mercado potencialmente enorme. Incluso la liga de fútbol local, con grandes empresas detrás, se sintió con potencial para fichar a las grandes estrellas de este deporte.

Fuga de capitales... y poca renovación

Ahora, sin embargo, la relación entre China, Estados Unidos y Europa experimenta un enfriamiento más que significativo. Un claro indicio es la notable salida de capitales que está registrando en la economía china. La fuga más alta en siete años, según Asia Nikkei, paralela a la brusca caída en la entrada de nueva inversión extranjera directa.

Muchos gurús ya habían percibido esa deriva. Por ejemplo, Joerg Wuttke, presidente de la Cámara de Comercio de la Unión Europea en China y considerado uno de los mayores expertos del planeta en la economía asiática y sus relaciones con occidente. Lleva años advirtiendo que la economía china está cambiando su enfoque hacia la autosuficiencia y la lucha por mercados y tecnologías futuras, lo que podría conllevar una creciente reducción en su grado de apertura económica.

La guerra comercial iniciada por la Administración Trump, perpetuada con similar tendencia durante la presidencia de Joe Biden, marca una creciente rivalidad geopolítica, que ha llevado a muchas empresas occidentales a reconsiderar sus inversiones en el país. Y otros expertos creen que el frenazo en la integración con China podría ralentizar el crecimiento económico global que se ha experimentado en las últimas décadas.

A pie de calle se palpa también esa percepción: una encuesta de septiembre de 2023 realizada por la Cámara de Comercio estadounidense en Shanghai mostró que solo el 52% de los encuestados eran optimistas sobre sus perspectivas comerciales a cinco años, el nivel más bajo desde que comenzó la realización de ese muestreo, en 1999.

La demografía como involución

Hay un cambio más, este objetivamente cuantificable: el año pasado, la población de China cayó a 1.411 millones de habitantes, lo que marcó su primer descenso desde 1961, después de varios cambios en la política demográfica estatal. Y, a largo plazo, el mayor giro económico podría ser consecuencia precisamente la demografía, según algunos expertos. La tasa de fertilidad cayó a un mínimo histórico de 1,09 hijos por mujer en 2022, cuando apenas dos años antes era de 1,30. Esa tasa es ahora incluso más baja que la de Japón, un país habitado por su sociedad longeva (gracias al consumo de pescado, ya se sabe), pero también envejecida.

La pérdida de peso de China ha despertado a otros países de un radio geográfico cercano. Las economías de India, Indonesia, Vietnam o Filipinas parecen capaces de convertirse en las grandes protagonistas de las próximas décadas

La pérdida de peso de China ha despertado a otros países de un radio geográfico cercano. Las economías de India, Indonesia, Vietnam o Filipinas parecen capaces de convertirse en las grandes protagonistas de las próximas décadas. Con una población conjunta de más de 2.000 millones de personas, lazos razonablemente estrechos con Occidente, bajos costes laborales y un sólido crecimiento, estos mercados pueden convertirse en el nuevo El Dorado de las grandes multinacionales. Por estos motivos están posicionándose como una clara alternativa para la recepción de inversión extranjera directa. Empresas multinacionales consolidadas como Apple, Sony y Adidas ya están diversificando su producción fuera de la República Popular China, lo que sugiere un cambio en las cadenas de suministro y producción globales.

Ahora bien, ¿supone esto que la globalización se ha terminado? No hay que precipitarse, advierten algunas voces. El enfriamiento en las relaciones de Occidente con China es un hecho, pero al mismo tiempo nuevos mercados podrían recoger el testigo. ¿Hasta qué punto pueden estos nuevos mercados compensar el frenazo de la integración china? ¿Qué puede suponer este cambio para las grandes empresas internacionales? ¿Realmente estamos a las puertas de una nueva ola de globalización? Lo contamos en el último vídeo de Si lo hubiera sabido, el canal de información financiera de Mutuactivos.

Archivado En