¿Está al frente España de la revolución del hidrógeno?

El cambio climático, el deterioro del medio ambiente y los Acuerdos de París de 2015 que limitan el incremento del calentamiento global en 1,5ºC en este siglo han multiplicado la trascendencia de las energías renovables. El hidrógeno se revela como lanzadera de un planeta más limpio, y nuestro país acapara muchos proyectos

Es de sobra conocido (y necesario) que el futuro pasa por las energías renovables. Este tipo de fuentes de energía nos prometen un suministro abundante, limpio y económico. Pero existe un inconveniente que ralentiza la transición: requieren de una fuente de respaldo, habitualmente un combustible fósil. El gas natural, por ejemplo. Un escenario que, ahora, podría estar cerca de cambiar. Todo gracias un nuevo combustible, inagotable y limpio, que está llamando la atención de empresas y gobiernos de todo el mundo y cuya revolución ya ha comenzado: hablamos del hidrógeno verde.

El hidrógeno es el quinto elemento químico más abundante de todo el universo. Pero en el planeta La Tierra solo se encuentra integrado junto a otras moléculas. Por ejemplo, junto al oxígeno, para dar lugar a la savia del planeta: el agua. O, también, junto al carbono, dando lugar a hidrocarburos como el gas, el carbón o el petróleo. Es decir, para poder utilizarlo hay que separar el hidrógeno de los otros elementos. Y el proceso no es, ni mucho menos, sencillo. Todo lo contrario: resulta complejo y costoso, y necesita de grandes cantidades de energía. Hasta ahora, para conseguirlo, se habían utilizado hidrocarburos, lo que convertía al hidrógeno en un elemento no precisamente limpio.

Sin embargo, el desarrollo tecnológico de los últimos años está permitiendo sustituir los hidrocarburos por energías renovables. El resultado es lo que se conoce como hidrógeno verde, un combustible desarrollado a partir de energías limpias que podría abastecer a la industria y alimentar todo tipo de motores: desde los automóviles hasta los grandes barcos de mercancías pasando, incluso, por los aviones. De esta forma, el humo de las chimeneas y los tubos de escape sería sustituido básicamente por vapor de agua. Entre sus ventajas, además de la limpieza, destacan su condición de almacenable, su versatilidad y la posibilidad de transportarlo.

Su presencia en España

Por todo ello, no es una quimera que la Estrategia del Hidrógeno de la Unión Europea (UE) contemple invertir en esta tecnología más de 400.000 millones de dólares hasta el año 2030. Y España ha entrado de lleno en esta carrera. Desde el Ejecutivo se puso en marcha en el año 2020 la llamada Hoja de Ruta del Hidrógeno: una apuesta por el hidrógeno renovable, que plantea una serie de objetivos nacionales de cara al final de esta década. Entre ellos, alcanzar 4 GW de capacidad de producción, es decir, un 10% del total de la UE, o que el 25% del consumo de hidrógeno industrial sea de origen renovable. Además, el Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica (PERTE), aprobado en el pasado mes de diciembre, destina 1.555 millones (que movilizarán otros 2.800 millones de capital privado) al desarrollo del hidrógeno renovable, con el objetivo de consolidar un proyecto que impulse el liderazgo de España.

Por otro lado, prácticamente todos los grandes grupos energéticos españoles tienen en marcha decenas de proyectos relacionados con el hidrógeno. De hecho, casi el 40% de los 5.200 MW en proyectos de hidrógeno que se dieron a conocer en toda Europa hasta el pasado verano se localizan en nuestro país, según datos recabados por el Bank of America.

Ahora bien, ¿qué retos se tienen que superar para convertir al hidrógeno en un combustible convencional? ¿Qué puede suponer para España? ¿Podría llegar a sustituir al gas ruso? Para conocer más sobre todas estas cuestiones no te pierdas el último vídeo de Si lo hubiera sabido, el canal de información financiera de Mutuactivos.

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