Así esquivó la quiebra jabones Lagarto, la empresa centenaria con mil vidas
Euroquímica, la compañía propietaria, supera el concurso de acreedores con el respaldo del fondo Tertius Capital
Contar la historia de jabones Lagarto requiere viajar hasta principios del siglo XX, en concreto hasta 1914, cuando un empresario vasco decidió convertir su fábrica de velas en una industria de jabones. La luz de las candelas no era rival para la electricidad y tocaba reinventarse para sobrevivir. Desde entonces, cuenta el actual director general de la compañía, Sergio Talavera, lo han venido haciendo muchas veces y de distintas maneras. La última en noviembre de 2023, cuando han salido de un concurso de acreedores tirando de marca y del fondo de inversión luxemburgués Tertius Capital. “Nosotros somos optimistas porque la marca siempre ha ayudado a la compañía, ha tirado de nosotros y ha sido la salvadora del proyecto en muchas ocasiones”.
Lagarto fue adquirida en 1991 por la compañía Euroquímica, que posee una fábrica en Zaragoza y otra en Illescas (Toledo), donde además está su sede social. Su fundador, Francisco Moreno, decidió adquirir la fábrica que producía estos jabones para impulsar su proyecto contando con una marca que ya estaba consolidada en los hogares españoles. Los problemas financieros comenzaron en 2004, tras el repentino fallecimiento del fundador de la empresa. “En ese momento se llegó a un proceso de endeudamiento financiero excesivo, hasta que en 2018 y 2019 hubo que firmar acuerdos de refinanciación con la banca”, explica Talavera, que se incorporó en 2020 para acometer la reestructuración de la compañía.
El proceso para intentar mantenerse a flote comenzó en 2020, pero la pandemia puso de nuevo a prueba la resistencia de la marca. “Ese año teníamos una carencia de amortización que nos permitió sobrevivir a la covid, pero en 2021 comenzaron a llegar amortizaciones que eran inasumibles, así que nos tuvimos que poner a buscar inversores que apoyaran económicamente el proyecto”, prosigue.
Lo hicieron, pero sin renunciar del todo a lo que eran. Euroquímica, que actualmente tiene una plantilla de unos 70 empleados, nació como empresa familiar, y pese a los vaivenes económicos, la familia Moreno mantiene una participación minoritaria. Por su parte, Tertius Capital, tras absorber parte de la deuda de la compañía, se convirtió en 2022 en el propietario mayoritario. “Era un fondo no de gran tamaño que buscaba empresas con problemas de endeudamiento, pero sin ningún problema de proyecto comercial […] Tras llegar a un acuerdo, adquirió la deuda, que era la que realmente hacía inviable el proyecto”, detalla el director general.
Cuando el 15 de noviembre de 2023 el juzgado de Toledo resolvió favorablemente el concurso de acreedores en el que se encontraba la compañía desde julio de 2022, Talavera explica que decidieron volver a empezar. “Hemos reestructurado toda la compañía y ajustado al máximo la cuenta de resultados para hacer el proyecto viable. Empezamos en la casilla número uno”. Además, puntualiza que con vistas a este año se fijan objetivos realistas. “El proyecto para 2024 consiste en consolidar las ventas y ofrecer un resultado positivo. Queremos asegurar el servicio, la demanda, y obtener buenos números, aunque sean pequeños. No podemos permitirnos perder dinero”, concluye.
En esta travesía por el desierto concursal, sus ventas también sufrieron. “La cifra máxima de facturación de la compañía ha sido aproximadamente de 28 millones de euros. Desde 2019 fue bajando progresivamente —17,15 y hasta 11 millones —. Actualmente nos movemos en torno a unos 15 millones consolidados”. Pero, de nuevo, confían al pequeño reptil que sirve como imagen de la marca parte de su recuperación: “Si no hubiéramos tenido la marca Lagarto no hubiéramos sobrevivido a este proceso. Tiene muchísimas connotaciones positivas”, explica Talavera. De hecho, según un estudio encargado por Euroquímica, un 95% de los españoles conocían su firma aunque no fuesen consumidores habituales.
Objetivos
El objetivo en los próximos cinco años, detalla el directivo, es alcanzar los 30 millones de euros de facturación, ofreciendo una gama de más de 60 productos distintos entre detergentes, jabones y lejías, en diferentes formatos. “Trabajamos tanto para el canal doméstico como para industrias al por mayor”, concluye Talavera.
Además de sus problemas internos, en Euroquímica explican que han tenido que lidiar con un sector que se encuentra en un momento cambiante. El peor momento, explica, fue en 2022, cuando los costes energéticos se dispararon. “El coste del gas llegó a multiplicarse por 10 en un momento dado, fue dramático”.
Por otro lado, el aumento de precio de las materias primas, derivado de las interrupciones en las cadenas de suministro y de la coyuntura económica, ha complicado a las empresas medianas la tarea de adquirirlas en los mercados internacionales. “Nosotros —y otras empresas como la nuestra— competimos con grandes multinacionales como Henkel, que tienen muchos más recursos a la hora de adquirir materias primas”, explica el director general, que advierte que la supervivencia pasará por convertirse en actores de mayor tamaño. “En unos años tendrá que haber un proceso de concentración de empresas”.
Ni los problemas financieros, ni la deuda, ni la pandemia, ni la interrupción de las cadenas de suministro y tampoco la invención de la bombilla parecen haber sido capaces de agotar las siete vidas de aquella empresa de velas que terminó haciendo detergentes. “Es el jabón de la abuela, pero nuestro equipo trabaja mucho para que sea también el jabón de nuestros hijos”, concluye Talavera.
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