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Puig no le tiene miedo a la deuda

El grupo de perfumería y belleza, con un pasivo de 1.015 millones, confía en la buena marcha de sus ventas

Puig
Marc Puig, presidente de Puig, fotografiado en su despacho.Gianluca Battista
Josep Catà Figuls

La pasión por la navegación a vela de la familia Puig es muy conocida: organiza cada año una regata de vela clásica frente al litoral barcelonés. La familia que desde hace tres generaciones gestiona la multinacional de perfumería y belleza sabe cómo enfrentarse a un temporal. O bien lo capeas (yendo proa al viento y las olas hasta que amaina), o bien lo corres (dejándote llevar por los elementos). El contexto económico actual podría calificarse de tempestad para muchas empresas: una inflación rampante ha obligado a los banqueros centrales a elevar los tipos de interés, encareciendo el crédito y amenazando con deprimir la economía. Pero Puig, que ya capeó un temporal durante la pandemia, ahora mismo está bien lejos de los vientos que castigan a muchas compañías. Ha aplicado la máxima de los marineros experimentados: la mejor manera de enfrentarse a un temporal es mirar bien el barómetro y alejarse antes de que llegue.

Buena parte del éxito de esta estrategia, no obstante, se debe a la suerte: la pandemia duró relativamente poco. Una empresa como Puig, que vende productos de perfumería, maquillaje y tratamientos para la piel, estaba en la diana con los confinamientos: sin interacción social, sus productos no tenían sentido. La compañía (que tiene en su porfolio marcas como Paco Rabanne, Carolina Herrera o Nina Ricci) registró pérdidas por primera vez en su historia ese año, con un resultado de 70 millones en negativo. Pero no se achantó: diseñó un ambicioso plan estratégico y en junio de 2020 compró la marca de maquillaje Charlotte Tilbury, en una operación valorada en 900 millones.

Esta estrategia coincidió con la salida paulatina de la pandemia y con el llamado efecto pintalabios: la predisposición de los consumidores, en tiempos de dificultades, a comprar cosas que les hagan sentir bien. Surtió efecto: en 2021 las ventas fueron de 2.585 millones y ganó 234 millones. Y en 2022 fue aún más allá, en términos de expansión —adquirió participaciones mayoritarias de las marcas Kama Ayurveda, Loto del Sur y Byredo; esta última compra fue valorada en 1.000 millones— y en cuanto a resultados: unas ventas récord de 3.620 millones —pese a que la empresa ha trasladado el encarecimiento de los costes a los precios en un porcentaje similar al de la inflación— y un beneficio neto de 400 millones.

Adquisiciones

La compra de marcas ha hecho aumentar el pasivo de este grupo de propiedad completamente familiar. La deuda ascendía al cierre del ejercicio pasado a 1.015 millones de euros, con una ratio de 1,6 veces el ebitda (resultado bruto de explotación), una proporción que es el triple que el año anterior. Pese a que otras compañías endeudadas lo están pasando mal, Marc Puig, presidente y consejero delegado de la empresa, no tiene ningún miedo. “En nuestro sector, cuando tienes marcas saludables y fuertes generas mucha caja. Si miras nuestro margen operativo, estamos sobre el 18%, y si miras la inversión en activos físicos anual, es un porcentaje sobre las ventas relativamente pequeño en comparación con el sector. Estamos muy cómodos con la ratio de deuda de 1,6 veces el ebitda, tenemos una posición muy sólida”, explicaba Puig en una entrevista tras la presentación de los resultados. El responsable de la compañía espera reducir esta ratio a 1 este año, a no ser que aparezca una nueva operación atractiva: “De momento, el plan es ir reduciendo este apalancamiento; si hay alguna operación que nos interesa, ya veremos”.

Esta seguridad se ha demostrado también en la compra de la mayoría de Byredo, que Puig realizó en solitario, mientras que en el caso de Charlotte Tilbury lo hizo acompañado del fondo BDT Capital Partners. “En junio de 2020 había muchas incertidumbres, no sabíamos cuánto duraría la covid. Buscamos a alguien que cogiese un porcentaje minoritario, para que nos ayudara a comprar tiempo. En el caso de Byredo, no: estamos en un entorno volátil, pero tenemos confianza, y lo hemos hecho sin ayuda”, destaca Puig. En la compra de Byredo tuvieron mucha competencia. ¿Eso hizo que comprasen caro? “El tiempo dirá si ha sido una buena operación, pero nosotros estamos muy contentos. Byredo es una marca con mucha personalidad y fuerza. Pero es verdad que en un proceso competitivo de este tipo las compras no son baratas”.

Puig también muestra fortaleza al afirmar que la empresa llevará a cabo la expansión sin perder su carácter completamente familiar, sin dar entrada a socios ni sacar la compañía a Bolsa —pese a que Marc Puig será el último miembro de la familia en estar al frente de la empresa: la cuarta generación estará en los órganos de gobierno, pero no en el equipo directivo—. “Hemos demostrado que somos capaces de ir creciendo, orgánica e inorgánicamente, y que podemos financiar un crecimiento importante con recursos generados internamente. No hay nada que nos haga querer cambiar la actual composición, nos sentimos cómodos en una compañía 100% familiar”.

Otra muestra de su buena marcha es un nuevo edificio que se ha erigido al lado de la Torre Puig, en L’Hospitalet de Llobregat, que albergará el centro de innovación e investigación de la compañía. La torre, levantada por la rama inmobiliaria de Exea, el holding familiar de Puig, junto a la inmobiliaria Colonial, tiene 20 plantas y albergará a unos 400 trabajadores. Algunos de ellos vendrán de la fábrica que Puig está cerrando en el barrio de Bon Pastor, en Barcelona, después de decidir el año pasado reordenar su producción y pasar parte de ella a las plantas de Alcalá de Henares (Madrid) y a la de Vacarisses (Barcelona).

El crecimiento ha hecho que en el último año haya contratado a más de 2.000 trabajadores (emplea a casi 10.000 en el mundo y tiene 241 tiendas propias). Detrás de todo ello están las ventas, que han crecido en la división de fragancias (son el 74% y aumentaron un 40%), en la de maquillaje (suponen el 17% y crecieron un 52%) y en la de tratamientos para la piel (9% de la facturación, creció un 20%). El plan estratégico tiene como objetivo llegar a los 4.500 millones en 2025, cifra que Puig espera alcanzar antes. “El sector ha crecido, pero nosotros lo hemos hecho muy por encima. ¿Algo estaremos haciendo bien, no?”, se pregunta.

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Sobre la firma

Josep Catà Figuls
Es redactor de Economía en EL PAÍS. Cubre información sobre empresas, relaciones laborales y desigualdades. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona. Licenciado en Filología por la Universidad de Barcelona y Máster de Periodismo UAM - El País.

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