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Una ‘Renaulition’ verde y digital para subir en Bolsa

Luca de Meo confía en que la apuesta por el coche eléctrico y la tecnología devuelva el atractivo a Renault entre los inversores

Coche electrico Renault
Factoría de 'software' del grupo Renault en Toulouse, creada en agosto de 2020 para aplicar mejoras tecnológicas al vehículo.adrien daste
Lluís Pellicer

La industria de la automoción entra de lleno en una nueva era. Y lo hace a toda velocidad. Ni más ni menos que la imprimida por las revoluciones verde y digital. El coche de un futuro que ya no resulta tan lejano toma forma: no emitirá dióxido de carbono, su valor se concentrará en su oferta tecnológica y será necesariamente más seguro. Renault enfila ya ese camino con la puesta de largo esta semana en París de su nuevo Scénic Vision, con el que la marca francesa apuesta por el hidrógeno para llegar a sus objetivos de descarbonización. Tras la venta de todos sus activos en Rusia, el grupo francés quiere centrarse en el despliegue de su plan estratégico, que prevé hacer de la transformación verde una de las bazas que deben llevarle a remontar con creces el valor accionarial perdido por el impacto de la guerra en Ucrania.

El director general de Renault, Luca de Meo, pudo sacar pecho a comienzos de año al rescatar al grupo de los números rojos y, pese a la crisis de los semiconductores, cerrar 2021 con un beneficio de 888 millones de euros. Solo un año antes, el grupo había acabado con un récord de pérdidas de 8.000 millones. Sin embargo, 2022 no arrancó del mejor modo. La guerra en Ucrania supuso que las participaciones de la compañía se despeñasen más de un 40% por la exposición al mercado ruso. Esta semana, el consejo de administración del grupo ha decidido deshacerse de todos sus activos en Rusia por un precio simbólico.

De Meo afirma que la decisión “no fue fácil”, sobre todo por sus 45.000 trabajadores en este mercado. Sin embargo, las sanciones hacían imposible mantener las operaciones. Y aunque la guerra termine pronto, todo indica que Occidente no levantará esos castigos tan rápidamente. De cualquier modo, el líder de Renault sí cree que la compañía está “extremadamente infravalorada” por los mercados. Algo que, según dice, no le preocupa de inmediato, al menos hasta 2025. Pero sí a largo plazo, puesto que irá requiriendo de financiación para afrontar todas las transformaciones en marcha. Por ello, dice haber asumido como reto convertir a Renault en un grupo más “atractivo” para que los inversores también apuesten por su revolución, bautizada como Renaulition.

“Construimos nuestra estrategia sobre tres elementos. Uno es la inclusión, otro es el medio ambiente y el tercero es la seguridad”, afirmó De Meo en un encuentro con periodistas con motivo de la presentación del nuevo Scénic Vision en el marco del congreso parisino ChangeNOW, al que fue invitado EL PAÍS. La sostenibilidad es, sin duda, el gran eje que la empresa exhibe en el salón. La compañía se ha propuesto reducir a cero las emisiones de CO2 en Europa en 2040 y hacerlo en todo el mundo en 2050. Este coche familiar totalmente eléctrico es un primer salto. Según explica el vicepresidente de Diseño de la compañía, Gilles Vidal, incorpora alrededor de un 70% de materiales reciclados y el 95% del modelo es reciclable.

En esa dirección se trabaja a destajo en la llamada Refactory de Flins, cerca de París. Ese centro, inaugurado en 1952, dio a luz emblemáticos modelos como el Renault 4, el Renault 5, el Dauphine o el Clio. Ahora cuenta con 2.600 trabajadores que se dedican a la economía circular dentro de la movilidad. Entre otras actividades, en la factoría se lleva a cabo el reacondicionamiento de vehículos usados para reincorporarlos al mercado, el tratamiento de baterías para darles una segunda vida, el reciclaje, la innovación o los sistemas para usar hidrógeno, que se ha convertido en una de las grandes apuestas de la Unión Europea. Renault planea llevar ese modelo de fábrica a otros países, entre ellos, España. La planta de Sevilla albergará a finales de año este proyecto.

Otra clave de la transformación está en la tecnología y, en concreto, el software, que la compañía calcula que supondrá el 60% del valor de los automóviles en 2030. Se trata, por ejemplo, de desplegar desde sistemas para reducir la accidentalidad, como el frenazo automático cuando hay un obstáculo o la minoración de la velocidad en función de la vía y el tráfico. O de la disposición de mejores sistemas de guía o de más aplicaciones a bordo. Poco tiene que ver ese producto con el que Renault fabricaba hasta hace pocos años. “Jugamos un deporte diferente. No se juega fútbol y fútbol americano de la misma manera”, añade Luca de Meo.

Gestión de datos

Todo ese plan que ha puesto en marcha Renault requiere una exhaustiva gestión de datos. Desmenuzarlos, estudiarlos y cruzarlos permite tanto conocer mejor al conductor como el entorno. Y ahí Renault se ha hecho la misma reflexión que —a instancias de Francia y Alemania— se ha planteado en Bruselas: solo el 4% de los datos generados en el mundo occidental están en manos europeas, mientras que el 92% están en la nube de Estados Unidos. Y esa es una de las razones que han llevado al grupo a lanzar el proyecto Software République, que reivindica precisamente esa “soberanía europea” de los datos. Se trata de una alianza entre empresas francesas punteras para desarrollar software orientado a la movilidad. Además de Renault, están Atos, Dassault Systemes, Orange, ST o Thales.

De Meo explica que, cuando llegó al cargo en 2020, se planteó esa plataforma como una fórmula para fortalecer las relaciones de la compañía con las principales compañías del ecosistema y la posición del grupo en el entorno empresarial francés. “Francia es un país cuya cadena de valor es muy profunda: hay compañías de defensa, tecnológicas… Así que era obvia la oportunidad de crear un enfoque horizontal entre compañías y crear una conexión”, sostiene De Meo. El primer ejecutivo del grupo francés no descarta ahora dar entrada a otros grupos europeos para integrar a empresas de sectores como el energético.

El futuro de Nissan

Los mercados especulan ahora con la posibilidad de que Renault pueda acabar desprendiéndose del 43,5% de las acciones que tiene de en el fabricante japonés Nissan. Luca De Meo, el director general de la marca del rombo, zajó ante la prensa esta semana cualquier rumor: ni habrá una venta de esa participación ni tampoco se producirá la fusión por la que los mercados han abogado en algunos momentos. “Ese asunto ya no está en la mesa. Creo que ya no tiene sentido”, añadió De Meo. El primer ejecutivo del grupo francés se ha propuesto rebajar tensiones entre los dos grupos y reconstruir la alianza. Y centrarse en lo que aporta rentabilidad al grupo. “Mi prioridad es hacer una compañía competitiva, probablemente la número uno”, remachó.

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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