ABB apuesta fuerte en España por la robótica
La compañía sueco-suiza sacará este año a Bolsa su negocio de cargadores de baterías para coches
Hay que desandar casi 140 años para conocer los orígenes de la compañía sueco-suiza ABB. En 1883 se fundaba en Estocolmo Asea y, nueve años después, en Zúrich, se creaba Brown Boveri con actividades dedicadas al incipiente negocio de la electricidad y también a los procesos de automatización relacionados con ella. No fue hasta 1988 cuando estas firmas decidieron unirse en ABB para crear un emporio industrial y tecnológico que atiende todo el proceso de electrificación y de robótica, siempre dirigido a grandes clientes y al que ahora se añade la digitalización y nuevas tendencias como la inteligencia artificial. Motores eléctricos, cargadores, detectores, transformadores, baterías, digitalización de procesos productivos en fábricas o robots son algunos de los muchos productos y servicios de la compañía que ahora se ven beneficiados con el impulso de la electrificación mundial con el objetivo de reducir la utilización de combustibles fósiles.
Su presencia en España también es centenaria, con su desembarco en 1917. Después de un largo proceso de inversiones y desinversiones cuentan actualmente con tres centros de producción, dos en el País Vasco y uno en Burgos, que, junto a la parte administrativa, dan trabajo a 1.376 personas. Durante 2021 la facturación de ABB en este país fue de 495 millones de euros con un beneficio operativo de 7,4 millones. El pasado febrero recibió pedidos por valor de 80 millones de dólares para el suministro de equipos de tracción y baterías para trenes de cercanías en España de parte de su cliente Stadler, aunque también suministra a CAF o a Talgo. Cifras pequeñas comparadas con el conjunto de ABB, que emplea a 146.000 trabajadores, está presente en 100 países y que el pasado año registró un resultado de explotación (ebitda) de 4.122 millones de euros, con un crecimiento del 42% sobre 2020. Sus ingresos totales se elevaron hasta los 29.945 millones de euros. En las cuentas del pasado ejercicio, además de la recuperación de la actividad, pesó la desinversión en la firma estadounidense Mechanical Power Transmission, que aportó 2.200 millones de ganancias contables.
Antonio Freije, director general de ABB España, prefiere el concepto de compañía global frente al de multinacional, ya que “la organización está basada en los negocios que tenemos, que alcanzan la cifra de 21, con independencia del país donde se ubiquen, a diferencia de las multinacionales, que replican su producto en distintas economías”, explica. Y dentro de sus prioridades para este año destaca una gestión activa de su cartera de negocios para incidir en los más interesantes y desinvertir en aquellos que no lo sean.
Por ejemplo, ABB prepara este año una desinversión de ámbito global en su división de turbos, destinados especialmente a los barcos, aunque su operación estrella es un spin off (división) de su negocio de cargadores de baterías de coches. Así, está previsto que la división de E-mobility reciba pronto el visto bueno desde la central en Zúrich para convertirse en una compañía independiente de ABB y cotizada en Bolsa. La operación, apuntan fuentes del mercado, rondaría los 3.000 millones de dólares. Según explica Antonio Freije, la razón de esta separación “responde a la previsión de una demanda importantísima de cargadores para coches eléctricos, y una mayor autonomía permitirá atender con más facilidad a ese importante crecimiento: tenemos el negocio, la tecnología y el contexto adecuado”. En ABB no se plantean, de momento, entrar en el mercado de fabricación de motores eléctricos para coches.
La filial española de ABB tampoco ha parado quieta en los últimos años en la compraventa de compañías. En 2019 vendió a la japonesa Hitachi su división española Power Grids, dedicada a la fabricación de transformadores y que daba empleo a 770 trabajadores en sus centros de Córdoba, Zaragoza y Bilbao. En el verano del pasado año, ABB se lanzó a la compra de la firma familiar Asti, ubicada en Burgos y dedicada al negocio de la robótica, especialmente de carretillas autónomas. Aunque el importe de la compra no transcendió, se manejaban cifras en torno a los 150 millones de euros. Asti contaba entonces con 300 empleados tanto en España como en Francia y Alemania, “y era una operación que nos complementaba muy bien con nuestros negocios de robótica, pudiendo abrir la compañía a otros mercados, al tiempo que Asti también nos permitía ensanchar nuestro negocio”, explica Freije. El nuevo avance en la robótica destinada sobre todo a fábricas es que el robot pase de hacer un trabajo repetitivo, como ocurre actualmente, a que “a través de la inteligencia artificial pueda ir aprendiendo y mejorando los procesos en tiempo real”, explica Freije.
Nuevos productos
En 2022, la compañía quiere que cada una de sus 21 divisiones de negocio tenga una mayor autonomía para la toma de decisiones. “El crecimiento lo buscamos tanto con compras como en mejorar el negocio tradicional y en invertir en I+D con el fin de crear nuevos productos, así como en la parte de la digitalización de los productos y los servicios que ofrecemos. También estamos haciendo hincapié en elevar la rentabilidad de nuestros negocios menos rentables”, explica su responsable.
El banco estadounidense Goldman Sachs recoge en un reciente estudio los beneficios para compañías como ABB del encarecimiento del precio del petróleo y del gas. La buena disposición obedece, según estos analistas, a que ofrecen a sus clientes productos y tecnología de ahorro de energía que ahora, con la subida de precios, serán más demandados. Como ejemplo, el hotel Intercontinental de Madrid logró con estos sistemas ahorrar hasta un 40% en electricidad, según destaca la propia ABB.
Impacto de la guerra de Ucrania
El final de febrero marca la frontera de las expectativas y las incertidumbres de las empresas debido a la invasión rusa de Ucrania. En ABB no es distinto, y apuntan a una evolución muy positiva para el negocio, con abundantes pedidos, después de un 2021 algo mejor y un 2020 paralizado por lo más duro de la covid-19. Antonio Freije explica que la preocupación de la compañía es cómo van a ejecutar esa cartera de pedidos, tras el inicio de la invasión rusa el pasado día 24. “El mercado está bien, pero estamos inquietos por los problemas de la cadena de suministros que se agudizarán con la guerra, así como por el precio de los componentes, empezando por las materias primas”, explica.
Y añade: “Este va a ser un año marcado por la gestión de los costes, porque el encarecimiento y las restricciones en productos puede reducir el volumen de negocio y los márgenes de ganancia. Entre los retos que se nos plantean está poder atender y dar servicio a esa demanda de nuestros clientes que ya tenemos comprometida”, concluye.
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