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Ebro Foods da por perdida su cosecha de arroz en Andalucía si no llueve pronto

“El problema más importante ahora está en Sevilla, y puede empezar a afectar a Extremadura”, advierte el presidente del grupo de alimentación, Antonio Hernández Callejas

Antonio Hernández Callejas, presidente de Ebro Foods, fotografiado en Madrid.
Antonio Hernández Callejas, presidente de Ebro Foods, fotografiado en Madrid.Santi Burgos
María Fernández

Ebro Foods, la compañía de arroces y pastas dueña de marcas como SOS o Brillante, ha cambiado de piel muchas veces. A su presidente, Antonio Hernández Callejas, no le tembló el pulso para vender Azucarera a British Sugar en 2008, o dos años después, cuando cedió su negocio lácteo en Puleva a Lactalis. Tampoco ahora, que acaba de concluir otra pequeña revolución, quizá no tan llamativa en España, pero igual de importante, cediendo al mejor postor el corazón de su negocio de pasta seca en Norteamérica (Ronzoni y otros negocios) y Francia (Panzani).

Sentado en una tranquila sala de juntas de su sede en el paseo de la Castellana de Madrid, Hernández Callejas lo explica sin ningún énfasis. “Ebro se ha reinventado varias veces”. Eran líderes en pasta seca en Canadá, Francia y la segunda marca en Estados Unidos: un negocio que ya no tendrán. “Lo hicimos dentro de un proceso de revisión de nuestra cartera que no es nuevo, motivado por el descenso de la rentabilidad de la pasta en Norteamérica, que era uno de los pilares que sustentaba nuestra inversión”. La multinacional, que acabará 2021 con una facturación de entre 2.790 y 2.830 millones de euros (más próxima a la parte alta) y un ebitda cercano a 352 millones, se enfoca ahora al segmento premium —mantienen Garofalo, la marca italiana con denominación de origen con la que piensan crecer en pasta seca, y han adquirido Bertani en Italia, de pasta fresca—. “Tenemos un ambicioso plan de inversión. La pasta fresca va a acabar el año (2021) aportando un ebitda superior a los 51 millones y la seca, en torno a los 18 millones”. Para ello invertirán 120 millones en el próximo trienio.

En arroces, la otra gran división del grupo, han hecho algo parecido, con granos de mayor valor. “Orgánicamente hemos tenido la suerte de adquirir Tilda en el Reino Unido (arroz de alta gama) y la marca Kohinoor. Nuestra estrategia en arroces pasa por favorecer el desarrollo de especialidades, tanto en el área de aromáticos (basmati y jazmín) como en el impulso de los arroces de microondas”. Dentro de estos últimos, hace unos meses pusieron en marcha su nueva planta de La Rinconada (Sevilla) que fabricará 100 millones de vasitos de plástico al año —se suman a los 45 millones que salen de su planta de San Juan de Aznalfarache (Sevilla) y entre 50 y 55 millones de la de Jerez de la Frontera—. Son envases para la marca Brillante y para exportar a Estados Unidos, donde la demanda de ese formato no para de crecer. “En arroz en EE UU tenemos una cuota de mercado del 23%, muy por encima del segundo competidor que no llega al 9%; también en Canadá. Gracias a nuestra gran diversidad de orígenes (tenemos fábricas en Tailandia, en India, en Argentina…) estamos en todos los países productores de arroz. No estamos en el mercadeo de productos commodity. Y aun así vamos a vender cerca de un millón de toneladas, 1.000 millones de kilos de arroz a nivel mundial, en marcas de alto valor”.

Pero hay algo que se escapa del control de la compañía que más arroz vende, y es la sequía. “Estamos preocupados por la cosecha. Estamos a febrero y no llueve. En España el año pasado solo hubo una cosecha del 50% en Sevilla y este año los pantanos están al 23%, lo que imposibilitará tener nada”. La que se avecina le recuerda a Hernández Callejas a las sequías de los años 93 y 94. “Nos preocupa el tema medioambiental, no podemos olvidar que las 33.000 hectáreas de arroz son una fuente de biodiversidad muy importante para mantener el ecosistema de Doñana y otros humedales limítrofes. El problema más importante ahora está en Sevilla, y puede empezar a afectar a Extremadura. En el cono sur, en concreto en Argentina y Uruguay, está el fenómeno de La Niña, que ha dejado los embalses muy tocados”. Sin embargo, el presidente del grupo Ebro no ve un contrasentido inaugurar fábricas que producen millones de vasitos de plástico y lamentarse por la falta de lluvia. “No hacemos vasitos de plástico porque queramos que sean de plástico. Son de plástico reciclable. Para poder cocinar en un autoclave necesitas tener un material que aguante unas temperaturas. En cambio, hemos sustituido todos los plásticos de envases de SOS y La Fallera por papel, porque ahí sí lo podemos hacer. Pero un vasito que se tiene que cocer en un minuto en microondas tiene que aguantar unas temperaturas que con otro material no podría”.

Otro de los quebraderos de cabeza del grupo tiene que ver con la subida de precios. El año pasado el trigo aumentó de 280 euros la tonelada hasta 560. “Una barbaridad. Afortunadamente ya habíamos vendido el negocio de pasta seca y en Garofalo tenemos contratos a largo plazo para abastecernos”. Los fletes han crecido un 600%, cuenta, y ahora un contenedor puede llegar a costar 10.000 euros cuando antes se pagaba a 2.000. “Es difícil poder trasladarlo a los precios”, dice el empresario. Pero lo han empezado a hacer. “Estamos satisfechos con la gestión, que ha tenido en cuenta nuestro interés por crecer, los márgenes y el mantenimiento de una relación adecuada con la distribución, sin imponer pero sin ser sometidos. Hemos podido explicar las acciones con los precios”. La marea, esta vez, puede que no vuelva a bajar, porque los costes del sector agrícola, condenado a años de precios bajos, pueden haber venido para quedarse. Hernández Callejas augura precios altos también este año, con lo que tendrán que asumir unos márgenes más estrechos. No parece preocupado. “Vamos a volver a ganar lo que ganábamos antes [de la venta de los últimos activos], pero con menos deuda”.

Premio para el accionista

La deuda de Ebro Foods es de 904 millones, según las últimas cuentas reportadas al mercado. Sin embargo, tras la venta de Panzani el presidente la rebaja a unos 300 millones de deuda bancaria, “que equivale a un año de ebitda”. Con las plusvalías por las últimas operaciones, la compañía ha premiado al accionista con un dividendo extraordinario. Pero el precio de la acción está alicaído porque el mercado ha descontado las salidas de caja. “Hemos tenido siempre la teoría de que cuando se hace una desinversión —y nuestra situación financiera es muy tranquila—, preferimos poner esa tesorería  en manos del accionista. No estamos empeñados en tener el dinero nosotros”, afirma el presidente del grupo. 
La tranquilidad de la que habla se sustenta en la explosión de ventas de 2020, y el buen tono de la facturación en 2021, que aunque ha caído comparativamente (por el fin del acopio) estará sobre un 7% por encima de la de 2019. “Los consumidores tienden a comer más en casa, las empresas que dependemos menos del food service estamos mejor”.

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Sobre la firma

María Fernández
Redactora del diario EL PAÍS desde 2008. Ha trabajado en la delegación de Galicia, en Nacional y actualmente en la sección de Economía, dentro del suplemento NEGOCIOS. Ha sido durante cinco años profesora de narrativas digitales del Máster que imparte el periódico en colaboración con la UAM y tiene formación de posgrado en economía.

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