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El imperio de las flores que fundaron varios amigos en una fiesta de Sant Jordi y hoy factura 15 millones de euros

Colvin revoluciona el mercado con una propuesta de desintermediación basada en la tecnología

Aspecto de los envíos de flores que realiza Colvin.
Aspecto de los envíos de flores que realiza Colvin.

Aunque surgió como un juego de universitarios, Colvin va camino de revolucionar el sector de las flores. Todo arrancó cuando sus tres fundadores, los estudiantes de Esade Andrés Cester, Sergi Bastadas y Marc Olmedillo idearon un plan para Sant Jordi. Querían comprar rosas a floricultores para ganar un pequeño margen vendiéndolas a quienes ese día improvisaban un puesto, pero se encontraron con un problema: no había manera de contactar con los productores. “La red de importadores, mayoristas y otros intermediarios no se acababa nunca”, recuerda por videollamada Cester. Más adelante, explica, descubrieron por qué: la escasa digitalización de la industria y una cadena de suministro muy definida dificultaban el trato directo con los agricultores.

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De esa experiencia nació la empresa, creada en 2017 para explotar las oportunidades de una red en la que ellos son los únicos intermediarios. Entre estas ventajas está la reducción del tiempo de envío o la consiguiente mayor frescura con que se recibe el producto. Una tarea nada sencilla en un negocio que todavía congrega físicamente a gran parte de la oferta y la demanda en la localidad de Aalsmeer, en Países Bajos, donde una cooperativa sectorial con más de 4.000 socios subasta la mayor parte de género disponible. Por esa razón, investigaron antes el mercado hasta llegar a conclusiones “sólidas”. “Constatamos que podíamos realizar envíos incluso cinco veces más rápido; y también bajar el precio”, apunta Cester. Para lograrlo, sin embargo, “no bastaba firmar contratos con productores y establecer operaciones”. También había que invertir en tecnología, fundamento de la apuesta de Colvin y destinataria de la mayor parte de los 70 millones de euros de financiación, capital riesgo en su mayoría, que la empresa ha captado hasta ahora.

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En 2020, facturaron 15 millones de euros, el triple que durante el ejercicio anterior, y vendieron 10 millones de flores. Gracias a acuerdos con 100 productores de 10 países —la mayoría europeos, pero también de Latinoamérica y África— y apoyándose en servicios de envío urgente, reducen el tiempo de entrega a entre uno y tres días desde el corte de los tallos. Y sus pedidos pueden salir a mitad de lo que se paga en el mercado, asegura Cester. Ingresan en España tanto como conjuntamente en Italia, Portugal y Alemania, sus otros tres mercados.

Presentaciones propias

En cuanto a la operativa, los productores despachan los ramos más básicos, pero la empresa elabora la mayor parte de las presentaciones en instalaciones propias en Barcelona, Toscana y Krefeld (Alemania). Únicamente no despegaron en Países Bajos, donde lo intentaron en 2018, y por ahora no tienen ganancias. “En el funcionamiento de nuestra plataforma intervienen una gran cantidad de sistemas, desde servidores y aplicaciones hasta servicios de consultoría externa, que requieren de una inversión continuada elevada”, justifica el fundador de la compañía, que no se plantea priorizar la rentabilidad. “De hacerlo, tendría efectos sobre nuestra ventaja competitiva”, resume.

Colvin compite con empresas que basan su modelo en asociarse con floristerías, entre ellas Interflora, líder sectorial y presente en 150 países. Cester defiende que su estrategia, sin embargo, es más afín a los tiempos que corren: “Evitamos los desplazamientos de producto innecesarios de las cadenas tradicionales y, además, el productor se beneficia de un modelo en el que hay menos márgenes”. La compañía garantiza volúmenes a los floricultores y fija precios estables con ellos, algo que, según el emprendedor, permitió a sus asociados no sufrir el desplome de los precios ocasionado por la pandemia.

Pese a ello, están virando hacia un modelo híbrido. En julio recabaron 45 millones de euros en una ronda de financiación liderada por Eurazeo, grupo inversor en otros marketplaces como Glovo, ManoMano (bricolaje y jardinería) o Farfetch (bienes de lujo), para, entre otros objetivos, impulsar una plataforma homóloga dedicada a las flores que lanzaron en 2020. Esta financiación les permitirá incrementar la plantilla de 200 a 300 trabajadores y también potenciar los envíos de plantas, un segmento que trabajan bajo el mismo modelo, pero que es aún minoritario en sus ingresos. De la gestión de la vía de negocio dirigida a empresas se ocupará Cester, que continuará a cargo de las finanzas, la tecnología y el producto; Bastardas, el segundo socio, seguirá centrado en las operaciones y el marketing, del que se había ocupado hasta su salida de la empresa en octubre el tercer fundador.

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