Modelo social y soberanía europea
Uno de los obstáculos que frena el desarrollo europeo es la resistencia de los Estados a ceder autonomía
Los informes del expresidente del BCE, Mario Draghi, y del ex primer ministro italiano Enrico Letta son una ducha fría de realismo sobre la verdadera situación de la Unión Europea en el mundo del capitalismo global. Los documentos, cargados de valiosa información técnica, certifican en esencia que Europa se está quedando atrás frente a las economías más competitivas de Estados Unidos y China. La consecuencia más preocupante de esta constatación es que el modelo social europeo (más calidad de vida, derechos y respeto por el medio ambiente) no se podrá mantener si la economía de la UE no mejora su productividad.
La Carta de Mandato de la presidenta Ursula Von der Leyen a Teresa Ribera, la vicepresidenta con más poderes ejecutivos de la Comisión Europea, contiene la estrategia del nuevo ejecutivo comunitario para corregir esta situación: “Un nuevo enfoque de la política de competencia” y “apoyar más a las empresas para que se expandan en los mercados globales”. Es decir, favorecer la constitución de grandes corporaciones para competir con los gigantes tecnológicos estadounidenses. Un camino arriesgado como hemos visto en el pasado en los países dominados por los oligopolios.
El verdadero obstáculo que frena el desarrollo europeo es el nacionalismo y la resistencia de los Estados miembros a ceder soberanía y recursos a la Unión. Draghi lo apunta discretamente al señalar que el presupuesto de la Unión es “pequeño y asciende a poco más del 1% del PIB de la UE, cuando el de los Estados miembros se acercan colectivamente al 50%”. Pero no hay ninguna propuesta para afrontar este déficit.
Quizá para encontrar inspiración convendría volver a las raíces políticas que impulsaron el proyecto europeo. La Unión Europea que conocemos hoy hunde sus raíces en el Congreso de la Haya de 1948 fruto de los esfuerzos del Movimiento Europeo. La historia está bien documentada en El Congreso de Europa (La Haya, 1948), (Catarata) que han coordinado el profesor Francisco Aldecoa y el periodista y político Eugenio Nasarre, fallecido el pasado enero. Una de las aportaciones más importantes del Congreso fue la noción de “soberanía compartida”, sobre la que se llegó a un consenso: “Las naciones de Europa transfieren algunos derechos soberanos para ejercerlos en adelante en común”.
En La Haya se reunieron 750 representantes, entre los que había delegaciones numerosas de Francia, Italia, Bélgica, Alemania, Gran Bretaña e Italia, Países Bajos y Suiza. España estuvo representada por los ex ministros Salvador de Madariaga e Indalecio Prieto y los profesores Josep Trueta y Josep Xirau. Asistieron también Altiero Spinelli, fundador del Movimiento Federalista Europeo, y Ernesto Rossi, que junto a Eugenio Colorni, redactaron el Manifiesto de Ventotene (1941) precursor del federalismo europeo. Aldecoa recuerda en el libro que el Congreso de Europa fue convocado por la sociedad civil. Y sostiene que “ahora estamos en la situación de una guerra de agresión que, para hacerle frente, es necesario dar un paso más en la unificación, vertebración y federalización de Europa”. Sin un impulso político, la estrategia económica de Europa tiene poco recorrido.
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