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El gas no teme al mercurio: los precios, inmutables ante la llegada del frío a Europa

Las elevadas reservas evitan que la previsión de bajas temperaturas y nieve en el norte de la UE se trasalde a la cotización del combustible rey en las calefacciones

Un trabajador, en una de las nuevas regasificadoras de Wilhelmshaven (norte de Alemania), en diciembre de 2022.
Un trabajador, en una de las nuevas regasificadoras de Wilhelmshaven (norte de Alemania), en diciembre de 2022.MICHAEL SOHN (AFP)
Ignacio Fariza

El frío y la nieve llegan —por fin— al centro y el norte de Europa. Alemania ha activado en los últimos días alertas por bajas temperaturas y precipitaciones en algunas regiones del país. El Reino Unido también se prepara para un fuerte descenso del mercurio. Y los servicios nacionales de meteorología apuntan a valores negativos de entre seis y ocho grados centígrados en las dos mayores capitales escandinavas, Copenhague y Estocolmo. Ajeno a esta realidad, el precio del gas natural —el combustible rey en las calefacciones europeas— no reacciona ante el cambio de guion: el índice neerlandés TTF, el que sirve de referencia en todo el continente, continúa por debajo de los 45 euros por megavatio hora (MWh), a un paso del mínimo de 41 que marcó en octubre. Este lunes, en plena bajada generalizada de temperaturas en la mitad septentrional del continente, la caída diaria ha sido superior al 5%.

La principal explicación a esta aparente desconexión entre ambas variables está en las reservas continentales de este combustible —rondan el 98%, frente a la media del 87% a estas alturas del año—, engordadas tanto por el aumento de las importaciones para preparar el terreno de cara al segundo invierno con el gas ruso entrando con cuentagotas como de un encendido tardío de las calefacciones.

Influye, también, el cambio de tono general: el temor desbocado del año pasado ha dado paso a una calma chicha en la que prácticamente nadie pronostica problemas de aprovisionamiento en los próximos meses. Hace doce meses, y a pesar de que los almacenamientos subterráneos de gas en la UE también estaban en máximos, el precio duplicaba con creces los valores actuales. Europa salía entonces de su verano más loco, en el que el gas llegó a superar los 300 euros, un pico histórico que muy difícilmente se repetirá en el futuro.

Las suaves temperaturas del invierno pasado fueron, junto con la potente reducción de la demanda industrial y el mayor flujo de gas natural licuado (GNL, el que viaja por barco), un factor clave para que el Viejo Continente pudiese superar su invierno más difícil con mayor holgura de la inicialmente temida.

A medio plazo, el precio del gas en Europa tiene un inesperado y paradójico aliado a miles de kilómetros de distancia: el canal de Panamá. En esa ruta —clave para las exportaciones estadounidenses de gas natural licuado hacia Japón o Corea del Sur, los dos mayores importadores de GNL del planeta— la sequía amenaza con reducir los envíos en los próximos meses, aumentando los incentivos de los productores del país norteamericano a dirigirse a Europa pese al menor precio que se paga hoy. A la larga, ese aumento de los envíos debería presionar los precios a la baja.

Con todo, como recuerda Reuters, la cotización actual del gas natural en Europa —nueve meses consecutivos en la banda de entre 40 y 60 euros, con los 50 como punto medio— triplica la media registrada en los tres ejercicios inmediatamente anteriores a la invasión rusa de Ucrania: entre 2018 y 2021.

Mayor brecha entre España y el resto

La crisis energética ha revertido el patrón histórico de precios del gas más altos en España que en el resto de Europa. El mayor porcentaje de GNL en el mix que en la mayoría de países vecinos ha pasado de ser un lastre a favorecer unos menores precios que en el resto del continente: el abanico de orígenes del gas es prácticamente infinito, mientras que los países del centro y el norte se las ven y se las desean para garantizarse proveedores alternativos a Rusia.

En las últimas semanas, esa brecha de precios entre España y el resto de grandes países del continente se ha agrandado. La buena marcha de las renovables en noviembre ha reducido a mínimos el uso de gas natural para generar electricidad en lo que va de noviembre, contribuyendo a esta bajada ampliando la diferencia de precios entre el Mibgas —la referencia española— y el TTF.

Con los almacenes de gas a rebosar —al 100%, literalmente—, el consumo total de gas natural en España cae un 12,5%. El descenso es particularmente acusado en el ámbito de generación eléctrica —donde se hunde más de un 37% tras un 2022 en el que los ciclos combinados operaron por encima de lo habitual por la sequía y las mayores exportaciones a Francia—, mientras que la demanda convencional baja menos de un 1%, según los datos del gestor del sistema, Enagás.

El desequilibrio en la cotización ya empieza a tener consecuencias en las propias dinámicas del mercado. “Los metaneros que se dirigen a España y a Francia pueden empezar a marcharse a otros lugares del continente donde los precios son mayores”, apunta Ciaran Roe, director global de GNL de S&P Global Commodity Insights, en declaraciones a Bloomberg. Un cambio de tendencia que, antes o después, debería volver a nivelar los precios.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.
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